jueves, 9 de marzo de 2006

Cosas del "progreso"

No contentos con túneles, puentes, metros, autopistas, desdoblamientos, urbanizaciones, hospitales, puertos y aeropuertos, he aquí el último sobresalto que se nos da a los (tenía razón el president Matas cuando en el Senado dijo que las Baleares eran una comunidad mártir) habitantes de estas desgraciadas islas.
Esto es Son Moix ahora:
Es un estadio que se construyó en terreno de propiedad municipal para la Universíada del 99 (¿alguien se acuerda?, yo no), y que desde entonces se ha prestado al RCD Mallorca para que juegue sus partidos (si no voy mal, en todos estos años aún no se ha llenado)

Y esto es el proyecto que el presidente del club, Vicenç Grande (constructor, cómo no, no sé porque hay tanto constructor entre los presidentes del fútbol) ha presentado:
Ante esto sólo añadir este artículo del genial Matías Vallés aparecido hoy día 9 de Marzo de 2006 en Diario de Mallorca:

Construye a lo Grande

Hasta ahora, el único requisito para destruir Mallorca consistía en ser propietario de un terreno, oportunamente recalificado a gusto del promotor inmobiliario. Sin embargo, el urbanismo a la carta más alta ha suprimido el engorro de adquirir previamente un solar. Construye donde quieras, a lo Grande, en un suelo sobre el que careces de cualquier derecho y que fue expropiado previamente a unos ingenuos por cuatro perras. La alcaldesa perderá el tiempo que le pagamos para recibir tu proyecto en suelo ajeno -administrado supuestamente por ella-, y lanzará guiños a tu audacia.
En un régimen ovino, el descaro siempre se ve recompensado. Ya sabemos para qué se hizo Grande presidente del Mallorca. Estéticamente, sus tres torres se hallan a la altura del equipo que les sirve de coartada, pero él sólo actúa como ariete de la docena de rascacielos que serán anunciados próximamente en Palma. El ayuntamiento expropia y regala, como hace con los hoteleros que ven recompensado su vergonzoso abandono de la actividad con un pelotazo inmobiliario. El ultraliberalismo no es la lucha despiadada en la selva del mercado, sino el aprovechamiento de los recursos públicos en favor de los privilegiados de costumbre. Y ya sabemos el precio.
Proponer tres torres es un truco para que te concedan dos, y así Cort deslizará la patraña de que vela por los intereses ciudadanos. El promotor de lo ajeno impone además el arquitecto y el diseño. En sus maquetas advertimos que los mamotretos están vacíos. No hay vías de acceso, no hay aparcamientos, en el mar de cifras falta una mínima referencia a los seres humanos que habitarán el tinglado. Tranquiliza saber que nadie residirá en estos edificios de "diseño inteligente", el mismo término que los creacionistas asignan a la mano divina que contraponen a la evolución. Es decir, un eufemismo para el ladrillo sin contemplaciones. Syriana se queda corta en la isla y, si el Real Mallorca se cree con derecho a este expolio, imaginen lo que nos reclamará Rafel Nadal, que encima gana.




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