domingo, 23 de abril de 2006

Día del libro


Hoy es el día del libro. Es uno de esos días de fantasmagoría, como la Semana
Santa que acabamos de dejar atrás. De pronto, la gente se lanza a la calle a hacer lo que en ningún otro momento del año hace. A veces nos volvemos religiosos y vamos a las procesiones (¿cuántos penitentes pisan alguna iglesia el resto del año?), y otras nos convertimos en lectores y nos gastamos los dineros en libros (¿cuántos de los libros adquiridos serán leídos?). Es lo que tiene la sociedad de masas, que funciona a golpe de silbato (algunas veces, el silbato lo tocan las tradiciones, otras, la publicidad). Nos dicen que hoy es el día de comprar candelabros, y hala, todos a comprar candelabros, aunque no tengamos ninguna vela en casa que poner en ellos. Es igual. Al fin y al cabo, hoy hacen descuento (lo que esconde un 10% de descuento: que pagas un 90%).

En cualquier caso, me gusta el día del libro. Me encanta que el centro de la ciudad se llene de tenderetes con libros, en los que, además del 10% de descuento, te dan una rosa (propuse a una librera que me canjeara la rosa por un 5% adicional, pero no coló). Una rosa sin espinas, por supuesto. La gente se arremolina en torno a las mesas, hojeando, mirando los títulos, comprando. Las librerías se llenan (cuando el resto del año están casi vacías). A veces cuesta acercarse a la primera línea para ver un título que te ha interesado. Es, como ya he dicho, una fantasmagoría, pero una fantasmagoría bonita. A ver si sirve para que alguien lea más (con que sea sólo uno, ya basta). No me queda claro si se hace para estimular la lectura o para potenciar la industria editorial... Bueno, sí que creo que lo tengo claro. Va a ser que es lo segundo. Pero a uno le gusta creerse las mentiras ajenas y pensar que todo es por el bien de la cultura (sea lo que sea eso, que tampoco lo tengo claro).

De todos modos, este año ha sido un poco flojo, o eso me ha parecido. Ayer por la tarde salí a pasear entre los tendertes,a ver que se cocía
por ahói. Y no sé si es porque era sábado, o porque la tarde estaba un poco gris (incluso llegaron a caer algunas gotas), vi menos gente que otros años. Además, acercarse a ver los libros era un poco desolador, dada la escasa variedad de temas que hay. Copan las listas los libros sobre enigmas históricos, las controversias en torno a la república y la guerra civil (demasiada historia, cuidado con mirar demasiado hacia atrás, que nos podemos chocar con el futuro), y temas de autoayuda y zen. Eso sí, sobre estos temas, mucha variedad, podías elegir cualquier posición sobre ellos, pero sin salirte de ellos. Así nos creemos libres.

En fin, que viendo el panorama, me fui sin comprar nada, ni siquiera vi nada nuevo o que me apetezca leer, lo cual es raro en mi, ya que suelo comprarme algo el día del libro (por seguir la tradición). Tengo tanta lectura acumulada que no es cuestión de añadir más a la lista.

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