martes, 26 de junio de 2007

Rodeos


Muchas veces, al terminar de leer un ensayo, me quedo con la sensación de que no he entendido nada. Y no porque no lo haya entendido, sino porque parece que se ha hinchado el texto, que una idea relativamente sencilla que se podía haber expresado con muchas menos palabra se ha contado dando mil rodeos y acudiendo a farragosas elaboraciones conceptuales. Y es que parece que si no se usan palabras raras y se hacen excursiones para explicar cosas que la mayoría de veces no vienen a cuento, el trabajo no está bien hecho. Es uno de los vicios de la academia, que a menudo se pierde más en ejercicios retóricos (que tienen su importancia, sin duda) que en contarnos lo que nos tienen que contar.

Yo mismo lo he hecho en estas pocas líneas, al menos he dicho dos veces de forma distinta lo mismo.

2 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

¿Y si lo verdaderamente importante residiera en la laboriosidad estilística de esos matices? Es cierto que en ocasiones determinados autores rizan demasiado el rizo (Heidegger mismo y su "el tiempo se temporacía en su temporacidad"), pero a veces simplificar la complicaciones conceptuales pueden rebajar el fondo de lo expresado. Si lo verdadero es aquello que no puede ser presentado de forma nítida y cerrada en un texto, entonces la complicación es algo imprescindible para esta labor especulativa, ¿no cree?

El Pez Martillo dijo...

Es evidente que uno de los problemas es el de la dificultad de expresar pensamientos internos. EL lenguaje, tal y como yo lo entiendo, siempre es insuficiente. Y además topa con otro problema, el de la comprensión de los demás. Así, tal vez dando vueltas, diciendo lo mismo de formas distintas, rodeándolo, se puede entender algo más.