miércoles, 2 de enero de 2008

Prescripción enfermera


Estuporoso me he quedado al leer la noticia de que el gobierno de momento no ha cumplido la promesa de regular la prescripción enfermera. Y el estupor no es motivado por la promesa incumplida (una más, no importa), sino por la urgencia que parece que tienen algunos colectivos con estas cosas. Y lo peor es que, como en tantas cosas, yo ni me he enterado de estas cosas. Como siempre, los que se supone que velan por nosotros están a otra cosa. Porque en ningún momento he oído que esto fuera motivo de preocupación entre las enfermeras de base. Nunca. Supongo que es cosa de despachos, de colegios de enfermería y de la escuela de enfermería. Siempe tan solícitos y preocupados por el trabajo de las enfermeras.

Esto no hace otra cosa que confirmar mis ideas acerca de la tendencia medicalizante de gran parte de la enfermería. Por una vez voy a tener que estar de acuerdo con los médicos: para poder prescribir hay que saber diagnosticar (y ni siquiera eso, porque en sentido estricto, cabría plantear si no es el farmacéutico el que debe prescribir la medicación). Es sólo mi opinión, pero no me da la gana prescribir nada. Es más, siempre he sido muy borde con esto de las medicaciones, y siempre me he negado a poner algo que no estuviera firmado por el médico (las órdenes orales abundan, pero yo insisto, que me lo escriban). El caso de la analgesia es especial, porque lo habitual es que quede pautado por si hace falta, y luego somos nosotros los que lo ponemos cuando consideramos que hace falta (igual que la sedación). Pero pautado queda. Y también está el tema del cuidado de la piel, en el que sí que tenemos algo que decir, ya que la prevención y curación de las úlceras por presión es algo bastante exclusivo nuestro y en lo que los médicos poco tienen que decir (de hecho, no tienen demasiada idea sobre esto y no les interesa mucho). Claro que algunos de los productos que se usan están dentro del grupo de los medicamentos y por lo tanto están sujetos a la prescripción. Pero de ahí a pedir que podamos prescribir hay un buen salto.

En fin, resumiendo y para que quede claro: zapatero a tus zapatos.

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