sábado, 9 de agosto de 2008

El fuego de Prometeo


Siguiendo con las cosas olímpicas, voy a relatar la historia de Prometeo. Todos hemos oído alguna referencia sobre ella, aunque conviene refrescarla.

Prometeo fue un Titán (los Titanes eran algo así como una generación de dioses anterior a la de los dioses del Olimpo, que los derrocaron del trono de la divinidad), y se le recuerda por haber robado el fuego a los dioses y haberlo entregado a los hombres. En realidad, lo que Prometeo hizo fue inventar el sacrificio, al provocar la cólera de Zeus tras engañarlo al ofrecerle un buey modificado. Se cuenta que Prometeo mató un buey y colocó en una parte la piel, las vísceras y la carne y las ocultó en el vientre. En otra parte puso los huesos y los recubrió de apetitosa grasa. Acto seguido, hizo elegir a Zeus la parte que prefiriera, escogiendo la que aparecía más grasienta y jugosa, encontrándose con los huesos. El cabreo divino fue colosal (no hay que olvidar que Zeus es famoso por ser más bien colérico). Este es el origen de que los hombres sacrifiquen animales y se queden con la carne y luego quemen los huesos, según los griegos.

Pero las cosas no podían terminar así, y Zeus tomó represalias, privando a los hombres del fuego (Prometeo siempre estaba a favor de los mortales, y se le consideraba su gran aliado), lo que porovocó que el Titań decidiara subir al Olimpo y robarl el fuego y devolverlo a los hombres, permitiendo así la civilización y el progreso. Zeus tampoco estuvo contento con esto, y castigó a los humanos con todas las desgracias con la participación de Pandora. A Prometeo lo encadenó en el Cáucaso, siendo más tarde liberado por Heracles (pero eso es otra historia).

El fuego que Prometeo nos trajo a los humanos es el símbolo de la fuerza que podemos llegar adquirir, es el elemento primario ligado al inicio de la humanidad, que, desde el momento en que dominó la llama no ha parado de avanzar. Sería, por decirlo de algún modo, el primer invento de la humanidad, la primera intervención sobre el medio. Pero al mismo tiempo, es el símbolo del desafío a los dioses, la señal de alerta que les podemos mandar. Un "sí, vosotros sois inmortales y todopoderosos y todo lo que queráis, pero nosotros tenemos esto que os pertenece, y sabemos usarlo".

¿Y todo esto que tiene que ver con los Juegos? Pues muy sencillo, la famosa antorcha representa el fuego de Prometeo. Los antiguos ya colocaban una llama en el estadio de Olimpia mientras duraban las competiciones, y desde 1928 los modernos también lo hacemos. Y no deja de ser curioso que, aunque los Juegos se celebraban para mayor gloria de Zaus, se colocara en un lugar preferente el elemento robado, como diciéndole "cuidado que aquí estamos nosotros, con vuestro fuego, y llegando cada vez más alto, corriendo más rápido y siendo más fuertes", postulando nuestra candidatura a suceder a los dioses (para los griegos habían habido distintas generaciones de dioses, todas desplazadas por la que venía después, y no es descabellado pensar que, tras los dioses olímpicos, los humanos éramos los siguientes).

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