viernes, 19 de noviembre de 2010

Mosaicos

Nuestra época es fragmentaria, aunque se dé aires de globalidad y completitud. En realidad todas lo son. Lo que las distingue es la forma en que los fragmentos generan una imagen. Y temo que nosotros no compongamos nada identificable, nada hermoso, nada digno. Aunque bueno, para poder ver esa imagen hay que tomar distancia, y eso es lo que nos falta aún con respecto a nuestro tiempo. Lo que a todo tiempo le falta. Pero que tiene respecto a casi todos los demás. De ahí la nota pesimista, el "cualqueir tiempo pasado fue mejor", que viene de no ver nada en el presente de lo que sí se ve en el pasado. Esta misma distancia cierra las épocas pretéritas, son algo ya hecho, terminado, y lo que ha sido culminado siempre tendrá mayor aura y prestigio que lo abierto. 

Pero nosotros somos lo abierto, somos la apertura, hecho que motiva la continua insatisfacción, la infinita movilidad de los presentes, y el ansia de la paz de los pretéritos. Paz que no se logrará hasta que no demos el paso al pasado. Pero entonces ya no estaremos allí. Entonces habrá una imagen. Que sea bella u horrible, no dependerá de nosotros. ¿Porqué preocuperse, entonces? Porque somos lo abierto. Y lo abierto anhela el cierre. El fragmento desea y solicita que haya una totalidad de la que forme parte. La tesela, un mosaico que le dé sentido.

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