domingo, 31 de diciembre de 2006

Nocheviejas

Lo que más echo de menos de cuando las navidades eran distintas: los especiales de nochevieja de Martes y Trece. Para combatiur el mono, ahí dejo un par de momentos estelares.



Con esto se convirtieron en estrellas, y todavía, 21 años adespués, se recuerda en España el famoso sketch de Encanna y las empanadillas. Y lo peor es que aunque nos lo sabemos de memoria, aún nos reímos.



Otro de sus grandes momentos

sábado, 30 de diciembre de 2006

Un libro, un disco, una película.

Hoy vamos de tópicos. El final del año es un buen momento para echar la vista atrás y ver con cierta perspectiva lo que han sido estos últimos 365 días. Y cómo mi vida no le interesa a nadie más que a mi mismo (y a veces ni siquiera a mi), dejo aquí, a modo de recomendación, un libro, un disco y una película de este año que se nos va (no precisamente de este año, pero sí que he visto, leído o descubierto este año).

Como libro, me quedo con mi lectura de ahora mismo, la Ilíada (gran novedad editorial, todo un descubrimiento, esta tal Homero). Ando rumiando una entrada sobre él, así que no diré mucho más. Respecto a los libros que sí se han publicado este año, a destacar el cuarto volumen (primero en salir de las imprentas) de los fragmentos póstumos de Nietzsche (también hablé de él, y aunque no pueda interesar a mucha gente, es todo un acontecimiento editorial en castellano). Por último, un libro que no he leído, pero que tengo ahí en la lista de espera, que indirectamente ha suscitado muchos debates en los comentarios y en otros blogs: Sexual Personae de Camille Paglia (si algún día lo llego a leer, y me apetece mucho, ya hablaré sobre él).

La película que más ha llamado mi atención este año ha sido The Libertine, que narra la vida del libertino inglés John Wilmot, segundo conde de Rochester. Muy buena ambientación e impresionante interpretación de Johnny Depp. Se trata de un retrato de la vida cortesana de la inglaterra de la restauración (siglo XVII), con sus miserias y sus licencias. Si os gusta todo lo relacionado con el barroco y con el movimiento de los libertinos, no debéis perderosla (aunque a ratos es un poco lenta y sobria).



El disco que propongo es uno de los descubrimientos que más han asombrado a la crítica. Se trata de Gulag Orkestar, de Beirut, un joven neoyorkino de tan solo 19 años que él solito, tras un viaje de esos de mochilero por la Europa del Este, se ha currado un disco lleno de sonidos balcánicos, con aires tradicionales y de vanguardia al mismo tiempo. Al menos resultan muy curiosos.

viernes, 29 de diciembre de 2006

Furia patroclea


Al otro lado, éste saltó de los caballos a tierra
con la pica en la izquierda, mientras con la otra
asía
una piedra brillante, aristada, cuyo contorno tapaba su mano.
La tiró con los pies asentados en el suelo, y no quedó corta

ni fue vano el tiro, sino que acertó al auriga de Héctor,

a Cebríones, hijo bastardo del ínclito Príamo, encargado

de las riendas del carro, con la aguda roca entre las cejas.
La piedra le machacó las dos cejas, y ni siquiera la detuvo
el hueso, y sus ojos cayeron al suelo en el polvo

ante sus propios pies. Como el acróbata que se zambulle,
se desplomó de la elaborada caja y su ánimo abandondó los huesos.

Burlándote exclamaste, oh Patroclo, conductor de caballos:
"¡Oh! ¡Qué agilidad! ¡Con qué facilidad da volteretas!
Si alguna vez este hombre estuviera en el mar, rico en peces,

buscando ostras, saciaría a muchos con sus saltos desde la nave,
aunque hubiera mar de fondo, a juzgar por la facilidad
con la que ahora en la llanura da la voltereta desde el carro.

Verdad es que también los troyanos tienen buenos acróbatas".


Homero. Ilíada, canto XVI.

jueves, 28 de diciembre de 2006

Altibajos


Hay días en los que se está bien, en los que el mundo tiene sentido y todo parece ir sobre ruedas. Pero luego, de pronto, y sin ningún motivo aparente, todo se viene abajo y el mundo cae. Digo si n ningún motivo aparente, pero tampoco sé si es así. A veces pienso que nos buscamos los motivos y las preocupaciones. Nos comemos demasiado el coco en busca de problemas en lugar de ir haciendo. Lo mejor es dejar que pasen las cosas, no esperar nada, y sobretodo, no tener nada preparado. Porque no estamos solos en el mundo (aunque a veces lo parezca) y hay otras personas y otras cosas, que pueden interferir en nuestras intenciones y deseos, fastidiando ese momento esperado, esa respuesta pensada o esa situación frozada que en nuestra imaginación era tan buena (tan peliculera, cabría decir). Momentos que, claro está, nunca llegan ni nunca llegarán (no al menos como uno se los imaginaba).

No conviene cerrar nada, hemos de estar abiertos. La vida es apertura, y todo intento de cierro esconde siniestras intenciones. Sí, es cierto, y sin embargo...

martes, 26 de diciembre de 2006

Rivalidades


El ser humano es un animal competitivo. Tiende a superarse a sí mismo y a destacar sobre los demás. Es lo que nos ha hecho crecer y evolucionar. La competición se da a nivel interno (entre los individuos de la especie) y externo (con el medio exterior). La competitividad, que en su justa medida es un estímulo, puede llegar a convertirse en dañina si sobrepasa ciertos límites. Y es que no hay que confundir la competencia con la rivalidad, y mucho menos con la guerra abierta. Algunos lo confunden.

Entre las diferencias que hay entre hombres y mujeres, una de las que he podido observar (y esto es fruto de la experiencia personal, desconozco si hay estudios al respecto) es la que se refiere a la rivalidad. Los hombres, fruto de la teststerona, son más violentos, acuden antes a la violencia como medio para resolver sus conflictos (eliminar rivales, enfrentarse a los problemas, forzar soluciones...). Este recurrir a la violencia permite alcanzar un status quo más o menos claro. Algo distinto ocurre con las mujeres. Por su constitución física y hormonal (más pequeña y menos testosterónica), el recurso a la violencia es menos habitual, y cuando lo es se dirige principalmente a otras mujeres o a seres más frágiles. Esto las ha llevado a enfrentarse a los hombres, y por extensión a los demás de forma más sibilina y taimada. No es casualidad que el envenenamiento sea una forma habitual de asesinato entre las mujeres. Es el prototipo de lo femenino: silencioso, más o menos a largo plazo, paciente (la paciencia es algo femenino, puesto que han de incubar a nuestros retoños durante nueve meses), engañoso, en la sombra..., pero efectivo, tremendamente efectivo. Y es que las mujeres acaban consiguiendo lo que se proponen, y pocas veces se sabe que se habían propuesto algo, y mucho menos qué se habían propuesto, al menos hasta que lo consiguen. Esto las ha hecho más inteligentes, pero también más peligrosas.

En el terreno de las relaciones interpersonales, y fruto de ello, resulta que las mujeres se relacionan entre ellas de un modo frío, agónico desde el principio. La actitud de entrada es la de desconfianza, de examen. Ven rivales en toda nueva mujer que llega a un grupo (como es un lugar de trabajo). Y nunca se sabe hasta qué punto te están metiendo en sus juegos de engaño o están siendo sinceras. En un puesto de trabajo donde la mayoría de trabajadores son trabajadoras se pueden ver estas actitudes con demasiada claridad. A menudo saltan chispas sin saber muy bién el porqué. Y cuando la tormenta estalla, la cosa suele ser tremenda. Lo gracioso es que estas broncas con el tiempo se convierten en grandes amistades que luego se vuelven a romper por otra pelea. En mi trabajo todavía no he visto una discusión entre dos hombres, y sí unas cuantas entre varias de mis compañeras.

Me dicen algunas de ellas que se encuentran más a gusto trabajando con hombres (¿será por alguna cuestión biológica inconfesable?), que sabemos separar mejor el trabajo de las cuestiones personales y ponernos a la labor sin tener en cuenta otros factores. Me dicen que ellas están siempre en guardia, esperando algún ataque por algún lado. Y claro, así saltan por cualquier tontería.

No sé porqué esto es así (o me parece así). Tal vez por la naturaleza estática de la mujer, que le permite ser atalaya, o por la evolución de la especie (la inversión de la mujer en la cría es mucho mayor que la del hombre, por lo cual necesitó estrategias para asegurarse la fidelidad del macho, facilitando así su colaboración y el reparto de tareas, descargando así algo de inversión en un macho, alejándolo así de otras hembras-rivales), pero en mi vida cotidiana veo esta clase de actitudes. Lo cual no quita para que también haya visto grandes amistades entre mujeres.

domingo, 24 de diciembre de 2006

Superposiciones


La imagen que tenemos de la historia es la de una sucesión de épocas, civilizaciones y manifestaciones culturales. Como en casi todo, hemos hecho que las categorías que de forma inevitable tenemos que usar para manejarnos con los fenómenos pasen por encima suya, dejandolos atrás y convirtiéndose ellas mismas en fenómeno. Así, la imagen que tenemos del acontecer histórico es la de períodos más o menos distintos que se han ido siguiendo unos a otros. Incluso se han puesto fechas concretas para el cambio. Ayer estábamos en la Edad Media y hoy en la Moderna. Es evidente que las cosas son mucho más complejas, y no hay un cambio tan drástico. Es más, la conciencia del cambio suele sobrevenir más tarde de que éste se haya producido, con el paradójico resultado de que los protagonistas del trascendental cambio en ningún momento se plantaeron estar desarrollando ese cambio. Eso ocurre al menos hasta la Ilustración, la Revolución Francesa y todo lo que ha venido después, cuando hemos sido esclavos de las categorías y hemos intentado cambiar el mundo a cada oportunidad que se nos presentaba (con el consabido resultado de que poco hemos cambiado o si lo hemos hecho, ha sido a peor). Para cambiar de verdad (?), no hemos de ser conscientes (en la medida en que podamos cambiar, claro está).

No hay cortes, y cada momento remite a los anteriores. El único corte es el de la distancia temporal, el del salto del presente al pasado, que hace que la relación del pasado con nosotros sea muy distinta (la relación es más bien del presente con el pasado). En cualquier caso, el desarrollo histórico de los acontecimiento es un continuo (aunque desde la atalaya del presente nos importe poco la continuidad, ya que todo mirar atrás es una conexión entre dos puntos distantes). En cada manifestación cultural podemos rastrear sedimentos de épocas remotas, sólo hay que saber mirar. Y cosas que creemos genuinamente actuales o propias de una cultura determinada, al final resulta que enraizan en otras manifestaciones mucho más antiguas o en el poso cultural de la región.

Algo así ocurre con las fiestas que estamos celebrando estos días. Algo en principio tan cristiano como celebrar el nacimiento del Mesías (un hecho que se supone concreto, que se dio en un aquí y un ahora), resulta que tiene toda una historia que va mucho más allá del momento del natalicio de un niño. La fecha coincide más o menos con el solsticio de invierno, el momento del año en que la luz del sol nos alumbra menos, cuando la noche es más larga. A partir de estos días, el sol va ganando terreno. Este hecho astronómico siempre ha sido celebrado y se desarrollaban en estos días festivales para agradecer y festejar la llegada de más luz, promesa de tiempos más cálidos y beneficiosos para los campos. Cada cultura, cada época, lo ha celebrado de algún modo. Y no es que se trate de que el cristianismo haya usado la estrategia sibilina de adaptarse a lo que ya había para imponerse. No lo creo así. Sencillamente pienso que desde el neolítico la humanidad ha vivido asociada al cultivo, a las labores del campo. Y hay días que son muy importantes para los ciclos del campo. En la concepción mágica-animista de esos pueblos neolíticos debía ser necesario aplacar, invocar, festejar las fuerzas que ellos consideraban vitales para todo lo que les importaba. Así tenemos que la lluvia, el sol, la luna y otros fenómenos naturales sean tan importantes en las religiones, en las antiguas y en las modernas. Desde aquel momento, las religiones y hechos culturales que se han ido sucediendo se han superpuesto. La sensibilidad de cada época se ha decantado por unas u otras manifestaciones (ayudados, como no, por un algo de imposición, eso siempre está ahí). La Navidad es el modo cristiano de celebrar el solsticio de invierno, propia de una civilización y unas formas ya más alejadas del campo y que ha ido evolucionando según la sensibilidad de cada momento. Hoy en día, en nuestra sociedad huérfana de dioses, dominada por la omnipotente y omnipresente figura del dinero y todo lo que él trae (ganancias, comercio, comsumo), la forma de celebrar estas fechas es a ritmo de consumo, de gasto exagerado, lejos ya de aquellas saturnales romanas y, aunque aún de forma tenue pero creciente, del nacimiento de un niño-Dios.

En la vieja Europa, la superposición no se ve tan clara. Son demasiados siglos de cierta uniformidad en la que ya nos hemos olvidado de lo que había antes y todo, incluso los restos del paganismo han sido integrados dentro de la visión cristiana (la Inquisición hizo una labor impagable de asimilación, con sus persecuciones de brujas y herejes). Pero en sudamérica la cuestión es mucho más clara. Allí la religión cristiana llegó junto a los conquistadores hace apenas cinco siglos. Y a pesar de la innegable ayuda de las armas, no tuvo más remedio que aliarse con todas las manifestaciones que había antes de ella. Y es muy llamativo cómo se ha combinado la fe cristiana con las formas precolombinas.

Tal vez la fiesta más genuinamente cristiana, la que sí que es originariamente cristiana, sea la Semana Santa. Y ni siquiera, porque coincide con la Pascua judía y de ella toma algunos rasgos. Pero el hecho en sí sí que me parece más o menos genuino (o al menos, históricamente identificable). Aunque, ahora que lo pienso, hay otros dioses y figuras antiguas que mueren y resucitan (en nuestro ámbito, y a bote pronto vienen a mi memoria Pitágoras y Dionisos), así que tampoco está la cosa tan clara. Ni siquiera los santos, que son figuras históricas, personas de carne y hueso de los cuales tenemos más o menos constancia, se libran de la superposición. Tienen más o menos méritos para serlo, y en sus festividades se celebran y recuerdan hechos biográficos. Pero muy a menudo vemos que las fechas elegidas para ese recuerdo no son nada inocentes. ¿O acaso es casualidad que San Juan Bautista, el último profeta, que anunció la llegada inminente del Mesías, el que lo bautizó a orillas del Jordán, se celebre exactamente medio año antes de su llegada, coincidiendo con otro hecho astronómico, el solsticio de Verano?.

Felices Saturnales.

sábado, 23 de diciembre de 2006

Para la libertad


Se ha tendido a ver en la libertad un valor positivo, un hecho que nos enriquece y que nos hace humanos. Ciertamente, nos creemos libres, y creemos también que esa libertad es lo que nos constituye como lo que somos. Este es el suelo del que han partido casi todos los desarrollos conceptuales en torno a la cuestión de la libertad (San Agustín, Hobbes, Locke, Stuart Mill, los ilustrados franceses, y todos los que han venido después, la lista es enorme). Incluso es la base de nuestro pensamiento político. Así, se habla de libertad negativa (muy física, centrada en los resultados, podemos actuar libremente siempre y cuando no tengamos obstáculos para la acción) y la positiva (cuyo punto de mira estaría más en el origen de las acciones, en una supuesta voluntad libre que se define por tal o cual acción o pensamiento). Las dos me parecen insuficientes. En cualquier caso, no son incompatibles, y lo más apropiado tal vez sea hacer una síntesis, porque en todo acto hay un componente interno (el acto de voluntad o la combinación de impulsos por el cual nos decidimos a hacer tal o cual cosa) y otro externo (el acto en sí), una combinación de elementos positivos y negativos.

Pero yo quería poner sobre la mesa otra forma de entender la libertad, mucho menos clara y más siniestra. Se trata de aquella que la ve como un impulso, como una mera tendencia del ser humano (y no sólo de él). ¿Un impulso hacia qué?. Yo diría (y no soy el único) que hacia el dominio. De este modo, la libertad sería lo que nos lleva a superar las barreras que el medio (físico y cultural) con vistas a ponerlas a los demás. El camino para no tolerar ni aceptar ninguna imposición externa es el de imponer yo las mías, impidiendo así que otras libertades frenen mi(s) impulso(s). Así, resultaría que la opresión sería el sometimiento (voluntario o no) a una libertad más fuerte que la mía, que se ha sabido dotar de mejores medios que la mía.

Desde esta perspectiva, se comprende bien la formación de gobiernos, el establecimiento de medidas represoras y el comportamiento de algunos dictadores y gentes con poder del mundo entero (que muy a menudo es arbitrario, es decir, libre, en exceso). También se entiende el oroigen de la cultura y la misma evolución natural. El mundo es un cúmulo de impulsos (en última instancia, todo impulso es libertad, hasta el punto de que podríamos sinonimizar los dos término), y en su lucha por la imposición y el dominio han ido generando todo lo que vemos, hasta, de momento, llegar a nosotros y todos nuestros inventos (cultura, religiones, arte, tecnología, leyes...).

Bakunin decía que yo no podría ser libre hasta que todo el mundo no sea libre. Yo digo que no seré libre (como estado, no como impulso, no como en-camino-hacia) hasta que haya dominado a todo el mundo.

viernes, 22 de diciembre de 2006

Instinto paterno


Llevo una temporada con una idea (obsesión) en la cabeza. La expresé el otro día en tópica conversación de bar a mi amigo Horrach. Estoy muy paterno últimamente. Quiero decir, con el instinto paterno subido. En los últimos tiempos me llevo muy bien con los niños (malpensados del mundo entero, borrad esas segundas intenciones que estais suponiendo). Hasta me gustan y todo. A pesar de que pueden llegar a ser insoportables, muy a menudo son encantadores. No sé si será porque de un tiempo a esta parte me veo rodeado de infantes (trabajo con niños y amigos y familiares se han lanzado con fruición a la labor reproductora) o si es más bien el reloj biológico que se ha despertdo en mí. No sé, pero tengo más paciencia con ellos y hasta consigo disfrutar y entretenerlos con cierto éxito. A lo mejor es que el mundo adulto me tiene agobiado y me refugio en esa supuesta inocencia (?) infantil. A menudo nos figuramos a nuestras criaturas como seres simples e ingenuos, pero nos sorprenden de forma continua. El hecho de tener poco a sus espaldas (pocos recuerdos, poco mundo y poca formación) hace que sean mucho más espontáneos e impredecibles. En cambio, a un adulto, con saber unas pocas variables es posible predecir su comportamiento. Luego nos inventamos el consuelo de la libertad para no sucumbir al peso de todo lo que arrastramos en la pendiente d ela vida.

Pero más allá de estas consideraciones, y partiendo de lo que he dicho al principio, se me ocurre una pregunta: ¿existe el instinto paterno? ¿O es sólo una construcción, un engaño con el que conseguir la satisfacción de otros instintos que nuestra sociedad acepta con muchas más reticencias? (a pesar de la supuesta "apertura" en la que vivimos).

jueves, 21 de diciembre de 2006

Desesperación


Vaya horror de ciudad. Esto se ha puesto imposible. Casi una hora para recorrer unos 7 kilómetros en autobús. Dos horas para atravesar la ciudad. Lloviendo. Coches atravesados en los cruces, impidiendo que otros accedan a él. Agresividad (mientras suena algún villancico en la radio). Intermitentes no puestos. Obras por todas partes (no-sé-cuántos aparcamientos, metro, carreteras y pavimentos en mejoras, edificios). Centros comerciales abarrotados de gente atolondrada mirando a todas partes y a ninguna. Todos volcados en la inautenticidad. Una locura. Antes (y hablo de no hace más de dos años) esto no era así. ¿Qué nos ha pasado?. Y lo malo es que seguro que va a ir a peor en el futuro, por eso que dicen del progreso.

Me vuelvo a mi caparazón.

martes, 19 de diciembre de 2006

A quién pueda interesarle

Ahí está, empuñando el látigo

Monto un circo y me crecen los enanos.

Resulta que desde hace un año y medio tengo otro blog. Empecé poniendo en él algunas reflexiones de carácter denso, sobre tmas abstractos y complejos. La verdad es que me pasé. Escribía poco, una o dos veces al mes. Pero un buen día la/s Musa/s me iluminaron y se me ocurrió hacerlo un poco más literario. Se me ocurrió la idea de escribir historias sobre algún personaje, metafóricas y con un cierto sentido oculto. En lugar de hablar sobre el tiempo, contar una historia que permitiera reflexionar sobre el tiempo. Pensé que estaría bien que el protagonista fuera femenino (a pesar de las evidentes dificultades de que un hombre escriba en clñave femenina). La cuestion era ahora qué nombre ponerle. Quería un nombre con historia, con un cierto doble sentido. Algún personaje bíblico. De entrada pensé en la mujer de Lot, la que se convirtió en estatua de sal al volverse a mirar la destrucción de Sodoma (¿o era Gomorra?, da igual). Investigué un poco, pero no logré encontrar el nombre de esta mujer (como de costumbre, las mujeres están semiocultas en la historia), hasta donde llegué, no lo encontré en la Biblia. Pronto llegué al nombre más adecuado. Salomé. Sí, la que pidió la cabeza de Juan Bautista. Así conseguía reflejar a una mujer poderosa y capaz de hacer perder la cabeza a los hombres (a uno literalmente, a su marido metafóricamente). Además, llamándola Salomé, mataba otro pájaro del mismo tiro, porque así hacía referencia a otro personaje, a Lou Andreas-Salomé, de la que ya hablé en otra entrada, y que es una de las mujeres que me parecen más interesantes de la historia. Ahora lo tengo un poco parado, porque la/s Musa/s me ha/n abandonado, pero yo sigo invocándolas y ofreciéndoles sacrificios para que vuelvan.

En realidad hay algo más. La historia de Lou Salomé hace referencia a mi filósofo de cabecera, Nietzsche (ya sé que llevo unas cuantas entradas hablando de él), que al parecer tuvo una extraña historia con ella (mezcla de amor, amistad y admiración mutua, con confusiones varias y petición de matrimonio de por medio). Como se ve, el personaje, sólo con el nombre ya tiene mucho trasfondo. Pero aún hay más. Resulta que yo tengo mi Lou Salomé particular, que no sólo no se conforma con no acceder a mis peticiones de matrimonio, sino que además me dice que con mi blog estoy suplantando su personalidad.

No estoy suplantando tu personalidad, te estoy haciendo un homenaje. Deberías estar contenta de que, en parte, me sirvas de inspiración y haya reflejado algo de ti en mi personaje. Cuántas darían lo que fuera por convertirse en un personaje literario. Y tú vas y me dices que te suplanto. Yo esperaba que cayeras a mis pies, y me lo pagas así. Nunca debería de haberle puesto ese nombre a mi querido personaje (aunque en algunos momentos se lo he hecho pasar fatal y casi la he matado, psicoanalízame, le tengo mucho cariño). Debería de haber hecho lo que la vieja bruja aconsejó al Zaratustra del pobre Federico, amargado y dolido por culpa de otra Salomé, tener el látigo a mano, y no dejar que sea ella la que me fustigue. Porca miseria.

--Carta de Friedrich Nietzsche a Paul Rée y Lou Salomé, 20 de diciembre de 1882:

"No se inquieten demasiado por los arrebatos de mis delirios de grandeza o de mi vanidad herida: y si por casualidad yo mismo alguna vez hubiera de quitarme la vida por dichos afectos, tampoco entonces habría demasiado por lo que llorar. ¡Que les importa a ustedes, quiero decir a usted y a Lou, mis fantasías! Consideren muy mucho entre ustedes que al fin y al cabo soy ya un medio-inquilino de un manicomio, enfermo de la cabeza, a quien la soledad ha desconcertado completamente. Por esto he llegado a la comprensible razón de mi situación, después de haber tomado por desesperación una increíble dosis de opio: en vez de haber perdido la razón parece que finalmente me viene. Por lo demás he estado enfermo durante semanas: y si les digo que durante 20 días el tiempo aquí ha sido como en Orta, mi estado les parecerá más comprensible. Pido a Lou que me perdone todo -prometo- sólo intentar hacer lo mismo: quizá tenga la ocasión de perdonarle también algo a ella."

--Carta a Malwida von Meysenburg, 20 de Mayo de 1887:

"La Srta. Salomé me ha comunicado asimismo su compromiso matrimonial. Le deseo sinceramente éxito y felicidad. Hay que evitar este tipo de personas, a las que falta todo sentido del respeto. Nadie sabe decirme quien es el Dr. Andreas."

PD: No es sa millor forma de collir es fuet (látigo), però: ¿hi ha alguna forma de que me perdonis? Demana, tens barra lliure.

lunes, 18 de diciembre de 2006

Póstumo


Siempre me ha llamado mucho la atención lo póstumo. Se habla de trabajos o fragmentos póstumos. Y da la impresión de que el autor en cuestión los hizo después de morir. Ninguna obra es póstuma. Lo que es póstumo es la publicación, la salida al público. Algunas veces se trata de obras que desde el primer momento estaban ideadas para salir a la escena pública, pero que se vieron interrumpidas por la muerte de su creador (me viene a la memoria la película Eyes Wide Shut de Kubrick). Pero en muchas otras ocasiones son trabajos previos, apuntes, obras marginales o de juventus, y que, por la importancia adquirida por su autor, se convierten en interesantes para el estudio de su obra. No todo lo que escribimos lo hacemos con la intención de publicarlo (hay quien ha dicho que se escribe más para uno mismo que para los demás). Y muy a menudo esto que escribimos sin saber que será sometido al tribunal de la alteridad es lo más auténtico, el lugar donde aparecn con más claridad nuestros pensamientos más profundos y personales. Por eso nos interesan tanto los trabajos publicados de forma póstuma. A veces se retoman proyectos abandonados, abortos intelectuales que otro culmina y da forma definitiva. En estos casos se transforma la idea original y el trabajo resultante no es nunca el que el genuino autor quiso. Además, según en que manos caiga, lo póstumo puede ser manipulado y acabar como lo que en ningún momento se quiso .

Lo más honesto es sacar lo póstumo tal cual se escribió, aunque no tenga ninguna forma. Puestos a manipular, que manipule cada uno según su voluntad, no que nos venga la manipulación dada de antemano.

Uno de los casos más conocidos y sangrantes que conozco acerca de el tratamiento que se ha hecho de lo póstumo es el de la obra de Nietzsche. Más allá de su obra publicada en vida, ya de por sí amplia, hay un montón de cuadernos en los que él iba tomando notas y esbozando ideas y futuras publicaciones. A su muerte (en 1889 la mental y en 1900 la biológica), su hermana Elisabeth se encargó de gestionar su legado. Y lo hizo de forma nefasta. Destruyó cartas, eliminó fragmentos, los reordenó, e incluso los alteró. Todo ello con vistas a reforzar sus puntos de vista, que unos años antes le valieron el dejarse de hablar con su hermano (el "antisemita" Nietzsche le retiró el habla por haberse casado con un líder antisemita). La hermana publicó las obras según su criterio, no teniendo muy en cuenta lo que él pudiera haber opinado. La culminación de todo llegó cuando Elisabeth entró en contacto con Hitler y los suyos, consiguiendo incluso una visita del Führer al archivo Nietzsche en Weimar.

Poco a poco fue saliendo a la luz la tramna establecida por la hermana, y otros autores vinieron que empezaron a reelaborar la obra póstuma del alemán. Los fragmentos póstumos fueron recopilados y publicados tal cual él los escribió, y la correspondencia (toda la que queda también). En estos momentos se sigue trabajando en ello, el proyecto es sacar algo así como una transcripción fotográfica, con idéntica estructura a los cuadernos originales. Incluso se están editando los libros de otros autores que él tenía en su biblioteca personal. Pero lo más importante y que nos tiene entusiasmados a los que nos interesamos por estos asuntos y por Nietzsche en particular es la inmensa labor que se está haciendo de traducir al castellano los fragmentos póstumos y la correspondencia . Algunos volúmenes ya están en la calle (el primero de la correspondencia, y el cuarto de los póstumos), y en los próximos meses-años irán saliendo los que quedan. Por fin podemos tener los hispanos una visión mucho más global y completa del pensamiento de este autor fundamental para la historia del pensamiento (y no sólo) contemporáneo. Pero aún no es suficiente. ¿Para cuándo unas "Obras completas"? (eso sí que es una labos inmensa, en alemán creo que son unos treinta y pico volúmenes).

domingo, 17 de diciembre de 2006

Taxonomía

Locos en el manicomio. Francisco de Goya

Edgar Morin definió al homo sapiens sapiens como homo sapiens demens. Yo iría un poco más allá, proponiendo como nueva denominación la de homo demens sapiens. Y ni siquiera eso. ¿Qué tal un homo demens demens?.

sábado, 16 de diciembre de 2006

Hablilla


El gran (¿filósofo?, él no se consideraba tal) alemán Martin Heidegger utilizó el término "hablilla" para referirse a todas esas frases hechas, tópicos, lugares comunes, clichés... que utilizamos en nuestra cotidianeidad, muchas veces sin darnos cuenta, y que provienen de un espacio difícil de definir, pero que en ningún caso es nuestro. Es decir, que son expresiones que reflejan pensamientos que no son nuestros, que ya han sido pensados o expuestos y que nos limitamos a repetir, a enunciar, muy a menudo sin saber muy bien qué decimos y sin prestar atención a lo ajustado de lo dicho a la verdad o la justicia.

La hablilla sería algo inherente al ser humano (no voy a entrar en consideraciones en torno al Dasein heideggeriano, sólo tomo sus palabras como hablilla), que no podemos evitar puesto que viene en nosotros. Todos acudimos al hablilla en una u otra ocasión. Pero de ahí a que todo se convierta en hablilla hay un abismo. Y me parece que la hablilla se apodera de cada vez más ámbitos de nuestra vida. Y, prestando un poco de atención, se descubren numerosísimos clichés en lo que se habla.

Por poner un ejemplo acaecido ayer, que es lo que me ha movido a escribir hoy. Acudí a una conferencia de un ciclo que se está impartiendo sobre el papel de las mujeres en la antigüedad grecolatina. El tema de la conferencia de ayer era el de las mujeres en la tragedia, centrándose en Electra y Antígona. Muy bien. El conferenciante estuivo ameno y muy acertado en algunos de sus comentarios. El problema vino en el turno de preguntas. Allí se expresó la hablilla.

"Entiendo que en la antigüedad se tuviera a las mujeres de ese modo, pero lo que no entiendo es que en pleno siglo XIX, alguien como Nietzsche pudiera decir que a las mujeres había que manejarlas con el látigo". Topicazo no del todo cierto, retroalimentado por una idea de progreso que asimila el avance de las ciencias con el progreso de las ideas y los derechos, como si una cosa fuera con la otra, todo muy decimonónico. Menos mal que el conferenciante, Carlos García Gual, señaló que el voto femenino no se había otorgado en muchos países avanzados hasta bien entrado el siglo XX.

Luego vino la pregunta que, visto lo visto, me estaba temiendo. "¿Se puede comparar la situación de la mujer en esa época con la del mundo árabe actual?". Esperaba que alguien saltara con la "violencia de género", pero por suerte el organizador, Francesc Casadesús, dijo que se había acabdo el tiempo. Suerte, porque ya me había puesto muy nervioso.

En otra conferencia del ciclo, el que se sentó a mi lado, ante algunas de las cosas que se dijeron, me susurró al oído que qué machista estaba siendo el que hablaba. Yo le dije que sólo estaba haciendo un retrato de lo que se esperaba de una mujer en los tiempos homéricos. Qure no había opción a condenar o a intentar edulcorar. Otra cosa es lo que hagamos con el presente, pero el pasado está ahí, y precisamente señalar cómo fueron las cosas, sobretodo con las víctimas (y no hay duda de que la mujer ha sido víctima muchas veces, ojo al tópico que acabo de colar), es el propósito redentor que Walter Benjamin adjudicó al estudio de la historia desde el presente.

Tal vez se pueda equiparar la hablilla a eso de lo políticamente correcto. Pero es que no se puede esperar otra cosa de los tiempos que corren. Tiempos de masas, de homogeneización global, de nivelación. Tiempos tópicos.

viernes, 15 de diciembre de 2006

Quimi Portet. Rius de Babylon

Hoy me siento friki y surrealista. Por eso he pensado que na da mejor para ilustrar mejor el día que poner aquí una versión bizarra de una no menos bizarra canción, a cargo de un artista muy surreal. Se trata del gran e infravalorado Quimi Portet (en contraste con su ex-compañero de El último de la fila, el sobrevalorado Manolo García), también conocido como el Astro Intercomarcal, el-guapo-de-el-último-de-la-fila, o sencillamente, el Otro. La canción es la conocidísima Rivers of Babylon de los bizarrísimos Boney-M, pero convenientemente traducida al catalán y con subtítulos en vasco. Para redondear la dosis de frikismo, no hay que perder de vista la coreografía tai-chi.

miércoles, 13 de diciembre de 2006

Sam Brown. Horse to the water

El locutor de radiofórmula que todos llevamos dentro da un paso al frente. ¿Porqué me gusta tanto esta canción?¿Porque, sencillamente, es buena?¿Por el chorro de voz que se gasta la señorita Brown?¿Por ser una de las últimas canciones que compuso George Harrison antes de morir?¿Por ser del concierto de homenaje que le hicieron?¿Por estar allí Clapton y otras figuras?¿O por razones más irracionales e inconfesables? Preguntas, preguntas y más preguntas. Y lo peor es que a la mayoría no tengo respuesta. ¿Será porque en cuestión de gustos cualquier clase de racionalización es inútil?

martes, 12 de diciembre de 2006

La mirada del abismo


En la mirada femenina descubro el abismo entre el Yo y la alteridad. Siempre se dirige a los otros. Nunca a mi.

lunes, 11 de diciembre de 2006

Mojo


Muddy Waters. Got my mojo workin'.

Contra lo que pueda parecer a simple vista, no voy a hablar de la rica salsa canaria. El mojo al que me referiré es algo diferente. Se trata del mojo americano, que es un tipo de amuleto llevado allá por los africanos en la época de la esclavitud. Es una bolsita en la que se introducen objetos que se supone que tiene alguna clase de poder (tales como pelos, uñas, alguna moneda, o una oración escrita en un papel, por citar sólo unos cuantos). El cierre de la bolsa es muy importante, ya que debe ser anundada de un modo determinado. Finalmente, la bolsa de mojo se "activa" rociándola con alguna clase de líquido (perfume, algún aceite, o incluso unas gotas de orín). Una vez hecho todo esto, ya se puede disfrutar del mojo y sus efectos.

Como se ve, la influencia africana es enorme y se puede asimilar a las prácticas del vudú, tan comunes en las islas del Caribe y en el sur de los Estados Unidos (principalmente en el delta del Mississippi).

El efecto del mojo es básicamente protector. Es un amuleto que protege del mal (tanto en general como de los males de ojo que nos puedan haber aplicado) y que trae la suerte en los asuntos monetarios y amorosos del que la porta. Así, podemos entender que alguien lleve una de estas bolsas al casino o a una cita, por poner un par de ejemplos.

Los esclavos, entre quienes era popular el uso de estas bolsas, las integraron en su cultura popular, haciéndolas protagonistas de sus canciones e historias. De este modo, tenemos que en el siglo XX son numerosas las referencias al mojo en la música que hicieron los descendientes de los esclavos en el sur de los EEUU, el blues. Son innumerables los temas en los que aparece el término. A finales de los 50 y en los 60, el público blanco empezó a interesarse por el blues y la música negra, haciendo sus propias versiones y adoptando su vocabulario. De este modo el mojo pasó a convertirse en un sinónimo de la líbido y del atractivo sexual (en un giro de rosca restrictivo de lo que en sus orígenes era el mojo). Así tenemos que Jim Morrison se refería a su mojo en alguna de sus canciones, y que, en un ejemplo reciente, a Austin Powers le roben el mojo en la segunda de sus películas.

¿Y porqué escribo hoy esto? No sé, entre otras cosas porque no tenía nada mejor que poner, y porque en mi gusto por el blues, me he encontrado en muchas ocasiones con eso del mojo. Y porque hay días en los que uno se nota, "con el mojo subido". Y porque hay otros días en los que me haría falta una de esas bolsitas. Y porque sí.

domingo, 10 de diciembre de 2006

Funeral

Yo quiero un funeral como este. Triste, es evidente, se les nota a todos. Pero tampoco pueden evitar el reírse. Sólo podían hacerlo los Monty Phyton.



Traducción del discurso de John Cleese (tomada de la conjura de los necios):

Graham Chapman, coautor del Sketch de “El Loro Muerto”, ya no existe. Ha dejado de ser, ha pasado a mejor vida, descansa en paz, la ha palmado, se ha ido al más allá, mordido el polvo, la ha diñado, ha exhalado su último aliento, y ha ido a encontrarse con el Gran Jefe del Entretenimiento Ligero en los cielos.
Y supongo que todos pensamos lo triste que es que un hombre de tal talento, tal capacidad y amabilidad, de tal inteligencia, se haya desvanecido tan de repente a la edad de tan sólo cuarenta y ocho años, antes de que pudiese alcanzar muchas de las cosas de las que era capaz, y antes de que se hubiese divertido lo suficiente.
Bueno, creo que debería decir: “Chorradas. Que tenga buen viaje, el cabrón aprovechado este. Espero que se fría”.
Y la razón por la que pienso que debería decir esto es que el núnca me perdonaría si no lo hiciese, si dejase pasar esta maravillosa oportunidad de tomaros el pelo en su honor. Lo tenía todo salvo el buen gusto constante. Pude oirle ayer por la noche, mientras escribía estas palabras, susurrándome al oido:
“Vale, Cleese, estás muy orgulloso de ser la primera persona que dijo “mierda” en la televisión británica. Si este acto es para mí, para empezar, quiero que seas la primera persona que diga “Joder!” en un funeral británico.

sábado, 9 de diciembre de 2006

Multitudes


¿De dónde puñetas sale toda la gente en estas fechas?¿Dónde están el resto del año?¿Los sacan de algún sitio?¿Son extras traidos de fuera por los comercios para animar las calles?¿Los tienen en un almacén encerrados cuando pasa Reyes?¿O los genera Matrix?
Estoy confuso.

viernes, 8 de diciembre de 2006

Locomotora


No todo es como parecía. Y cosas que antes tuve muy claras, ahora se emborronan. Tanto que ya no sé si debo caminar.

No sé si ja ha passat es teu temps. Deixaré que es temps passi i vorem que passa.

He hecho mal poniendo a Jacques Brel.

jueves, 7 de diciembre de 2006

The divine comedy. Our mutual friend.

Soy consciente del cariz que está tomando esto. Así que para rebajar un poco el tono que le estamos poniendo yo y algunos de mis comentaristas (qué bien suena eso), hoy toca algo más bucólico y con menos densidad. Dejo aquí una excelente interpretación en directo en la BBC de este grupo muy poco conocido por estos lares (y por aquellos también), pero que es capaz de grandes momentos de lirismo, tanto por sus melodías (con cierto aire crooner, clásico y retro) como por sus arreglos (el presente video es una muestra de ello). Bueno, me dejo de pedanteces y dejo paso al artista.


miércoles, 6 de diciembre de 2006

Leng T’ché

En el lenguaje coloquial se ha consolidado la expresión "tortura china". En esta época nuestra de lo políticamente correcto y la "multiculturalidad" puede parecer un prejuicio racista o eurocentrista (que consideraría a todo el que no es como nosotros como un bárbaro, pasando por alto gulags, campos de exterminio varios, inquisiciones y demás barbarie europea). Pero al parecer los chinos se han caracterizado por sus torturas elaboradas y crueles, pensadas para alargar el sufrimiento del torturado, recreándose en su dolor.

Hace poco descubrí una de esas torturas, el llamado Leng T’ché o tortura de los cien pedazos. El procedimiento es simple: ir cortando al reo en pedazos, llegando al número de cien. Todo ello en vivo, por supuesto. Por lo visto al torturado se le administraba opio ara alargar el sufrimiento (paradójicamente, el opio es un calmante del dolor, pero precisamente por ello evita que se caiga en el shock doloroso antes de morir y perder así la consciencia). Mi acceso a este tipo de prácticas vino dado por mis últimas lecturas, en las que me he adentrado en los terrenos que conectan el erotismo y la muerte (estoy metido en una especie de trabajo al respecto). En uno de los libros (en concreto Las lágrimas de Eros, de Georges Bataille), había unas fotos del suploicio comentado. Estas fotos son de una garn crudeza (a pesar de ser en blanco y negro). En ellas aparece un ajusticiado en el momento de ser sometido al Leng T’ché. Se trata de Fou Tchou Li, asesino del príncipe Ao Jan Ouan, en 1905. Según las leyes chinas del momento, su pena debería haber consistido en la hoguera. Pero las autoridades consideraron este castigo como excesivamente cruel e inhumano y decidieron, como medida de gracia, rebajarlo al descuartizamiento en vivo (curiosa argumentación, que lejos de indignarnos o sorprendernos debería estimularnos a investigar otras formas de considerar la humanidad y la crueldad). Y quiso el azar que por allí anduvieran unos soldados franceses que fotografiaron la tortura. Gracias a ellos hemos podido conocer estas prácticas en nuestros días.

Lo más llamativo de las fotos es la cara del ajusticiado. No parece reflejar el dolor ni la tensión del momento. Al contrario, se le ve sereno, extático, como si la cosa no fuera con él. Incluso como si estuviera gozando. Muy posiblemente sea un efecto del opio, pero la verdad es que resulta muy inquietante. Esas caras parecen fuera de contexto. Y mueven a la reflexión (para el propio Bataille resultaron casi el motor de algunos de sus escritos).

Y en fin, poca cosa más. El objetivo de esta entrada era el de poner esas fotos y mover algo en el interior de quien quiera mirarlas y pensar sobre ellas, todo lo de arriba es contextualización para lo que a partir de ahora viene, y que es la verdadera entrada (la calidad no es demasiado buena, pero es lo mejor que he podido encontrar). Espero que os resulten provechosas.




Más fotos aquí

martes, 5 de diciembre de 2006

Guión


Me gustaría tener un guionista para poder decir siempre las frases idóneas en los momentos justos. Como en el cine. No me gusta quedarme sin palabras.

lunes, 4 de diciembre de 2006

Ganado


Nos traen. Nos llevan. Póngase a la cola. Y nos ponemos. Pacientemente. En la siguiente ventanilla, por favor. Y vamos. Seguimos las flechas. Sin rechistar. Nos convocan. Vamos. Nos desconvocan. No vamos. Cuanta más multitud, mejor. La unanimidad es un valor (leí una vez que en los antiguos tribunales judíos las decisiones que se tomaban por unanimidad eran descartadas, por resultar sospechosas). Algunos dirán que es lo más organizado. Pero, ¿quién dijo que teníamos que estar tan oprganizados?. Alguien con vocación de pastor. Entre los dirigentes de nuestras sociedades abundan los títulos que apuntan al pastoreo (la propia dirigente, líder, caudillo, lehendakari, führer, duce, pastor...). Y todos los demás ahí, exhibiendo nuestros rostros ovinos con sonrisa estúpida. Cada vez más filas, más orden, más seguir las señales y las órdenes. Para comprar la comida. Para ir de viaje. Para solicitar ayudas. Para enviar un paquete. Para sacar dinero en el banco. Para que nos vean en urgencias. Líneas, colores, protocolos, dibujos. Hoy me he sentido oveja. ¿Alguna objeción?. Tenga este impreso, rellénelo, por triplicado, pase por la siguiente ventanilla y espere a la cola, la que está delimitada por un cordel rojo. Gracias.

sábado, 2 de diciembre de 2006

Euritmia


Buscamos de forma constante afinación. El buen ritmo. Si no nos adaptamos nosotros al mundo, entonces adaptamos el mundo a nosotros. Ahí está el origen del trabajo. Somos entes desgarrados, y de un modo u otro nos damos cuenta del abismo. Por eso desplegamos innumerables estrategias para la afinación. Me atrevería a decir que en vano.