domingo, 30 de diciembre de 2007

Sanctus Januarius

Nietzsche en 1882

«Tú, que con lanza de fuego,
rompes el hielo de mi alma,
para que efervescente corra al mar,
a la más alta de sus esperanzas,
cada vez más clara, cada vez más sana;
libre en el deber más lleno de amor,
por eso ensalza los milagros que haces tú,
¡el más bello de los eneros!»

Enero Santo. Así tituló Nietzsche el cuarto libro de La gaya ciencia, debido al estado de gracia que experimentó en ese mes del año 1882. Los problemas de salud que le atormentaban desde hacía años desaparecieron, y en una excitación sin precedentes, pudo escribir sin ninguna clase de molestia. En su peregrinar por Europa en busca de las condiciones idóneas para su salud (era hipersensible a los cambios de clima, y continuamente se tenía que estar trasladando en busca de un tiempo templado y claro), había recalado en Génova, y allí se encontró con un enero apacible. Despejado, sereno, ese clima no pudo sentarle mejor, y se nota en lo que escribió durante ese tiempo, una prosa inflamada, apasionada, ágil, sugerente y rica en imágenes poéticas y pensamientos.

Pero la calma no sólo sigue a la tormenta, sino que también la precede, y la tormenta llegó en abril, en forma de mujer. A partir de entonces pasaron unos meses de ilusión, sufrimiento y desesperación. Y así, desesperado, llegó el filósofo al siguiente enero, el de 1883. En eĺ, lejos de la tranquilidad de un año antes, pero preñado de dolor, engendró su más bella criatura, la obra por la que más se le ha conocido: Así habló Zaratustra. También fue en Italia, en la tranquila localidad de Rapallo, y también en un enero apacible e inhabitualmente sereno, lo cual volvió a repercutir en una cierta salud y facilidad creativa.

Y es que el mes de enero en el mediterráneo es de una serenidad pasmosa. Tal vez los días más tranquilos del año estén en enero. Los más fríos también. En Mallorca hablamos de "ses calmes des gener" (las calmas de enero). El cielo es de un claro azul, y hay dias enteros sin ninguna nube. El mar está liso (de una planície increíble), y ni siquiera la mínima ondulación lo perturba. Apenas hay viento, y la gente, tímidamente, empieza a acercarse a la costa a pasear, anticipando la primavera que llegará en un par de meses.

Además, enero es el mes dedicado al dios Jano, el de las dos caras. Y en Nápoles, ciudad que Nietzsche conocía de unos años antes, se venera precisamente al Sanctus Januarius (San Gennaro), mártir andrógino, con características masculinas y femeninas (según la tradición, padecía pérdidas periódicas de sangre), que no parece ser sino una versión de ese dios pagano con dos rostros, capaz de mirar hacia atrás y hacia adelante desde el mismo punto. Y para quien esté un poco puesto en Nietzsche, esto nos lleva a un famoso pasaje del Zaratustra, donde se nos muestra el ahora como el punto en el que se encuentran el pasado y el futuro, el lugar en el que convergen. Todos somos jánicos, en nosotros se unen la flecha del pasado y la del futuro. Y todo (no es poco) lo que hemos de hacer es recogerlas y hacerlas nuestras.

Amor fati: esta es la enseñanza que le aportó a Nietzsche su enero santo. "Quiero aprender cada día a considerar como belleza lo que de necesario tienen las cosas; así seré de los que embellecen las cosas. Amor fati: sea este en adelante mi amor. No quiero hacer la guerra a la fealdad. No quiero acusar, ni siquiera a los acusadores. Sea mi única negación apartar la mirada. Y sobretodo, para ver lo grande, quiero en cualesquiera circunstancias no ser por esta vez más que afirmador"

viernes, 28 de diciembre de 2007

San Herodes


Los Santos Inocentes. Hoy se conmemora la matanza de niños perpetrada por Herodes al enterarse de que había nacido el Mesías. La historia, al menos, nos dice eso. Es el día de las inocentadas, encaminadas a mostrarnos que somos unos animales más bien confiados y dispuestos a tragarnos cualquier cosa.

Pero centrémonos en Herodes, que, y esto es un dato poco conocido es el patrón no oficial de todos los que trabajamos con niños. Algunas veces, cuando alguno se pone rebelde, se le invoca. Y también, algunas veces, nuestras plegarias son escuchadas...

jueves, 27 de diciembre de 2007

Tengo una pregunta para usted



Todo en esta vida es ambivalente, y puede tener efectos negativos o positivos. Además, parece que cuanto mejor es lo que se puede alcanzar, mayores son los riesgos. A pesar de todo, hay que arriesgar.

En las próximas elecciones generales otorgaré mi voto al candidato que responda afirmativamente a la siguiente pregunta: "¿Esta usted dispuesto a abandonar a su esposa?". Lo digo porque un presidente encoñado tal vez sea lo que necesitamos en estos momentos. Sobretodo si creemos a los entendidos, que dicen que el amor dura cuatro años...

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Heráclito el oscuro. Fragmentos.


1. Aunque esta razón existe siempre, los hombres se tornan incapaces de comprenderla, tanto antes de oírla como una vez que la han oído. En efecto, aun cuando todo sucede según esta razón, parecen inexpertos al experimentar con palabras y acciones tales como las que yo describo, cuando distingo cada una según la naturaleza y muestro cómo es; pero a los demás hombres les pasan inadvertidas cuantas cosas hacen despiertos, del mismo modo que les pasan inadvertidas cuantas hacen mientras duermen.

2. Por lo cual es necesario seguir a lo común; pero aunque la razón es común, la mayoría viven como si tuvieran una inteligencia particular.

5. En vano se purifican manchándose con sangre, como si alguien, tras sumergirse en el fango, con fango se limpiara: parecería haber enloquecido, si alguno de los hombres advirtiera de qué modo obra. Y hacen sus plegarias a ídolos, tal como si alguien se pusiera a conversar con casas, sin saber qué pueden ser dioses ni héroes.

7. Si todas las cosas se convirtieran en humo, las narices discernirían.

8. Todo sucede según discordia.

10. Acoplamientos: cosas íntegras y no íntegras, convergente divergente, consonante disonante; de todas las cosas una y una de todas las cosas.

12. Sobre quienes se bañan en los mismos ríos afluyen aguas distintas y otras distintas.

17. La mayoría no comprende cosas tales como aquellas con que se encuentran, ni las conocen aunque se las hayan enseñado, sino que creen haberlas entendido por sí mismos.

18. Si no se espera lo inesperado, no se lo hallará, dado lo inhallable y difícil de acceder que es.

21. Muerte es cuantas cosas vemos al despertar, sueño cuantas vemos al dormir.

25. Muertes más grandes obtienen suertes más grandes.

29. Los mejores escogen una cosa en lugar de todas: gloria perpetua en lugar de cosas mortales; pero la mayoría es saciada como el ganado.

30. Este mundo, el mismo para todos, ninguno de los dioses ni de los hombres lo ha hecho, sino que existió siempre, existe y existirá en tanto fuego siempre-vivo, encendiéndose con medida y con medida apagándose.

32. Uno, lo único sabio, quiere y no quiere ser llamado con el nombre de Zeus.

33. Es ley, también, obedecer la voluntad de lo Uno.

34. Incapaces de comprender tras escuchar, se asemejan a sordos; de ellos da testimonio el proverbio: aunque estén presentes, están ausentes.

40. Mucha erudición no enseña comprensión; si no, se la habría enseñado a Hesíodo y a Pitágoras y, a su turno, tanto a Jenófanes como a Hecateo.

41. Una sola cosa es lo sabio: conocer la Inteligencia que guía todas las cosas a través de todas.

44. El pueblo debe combatir más por la ley que por los muros de su ciudad.

45. Los límites del alma no los hallarás andando, cualquiera sea el camino que recorras; tan profundo es su fundamento.

47. No hagamos conjeturas al azar acerca de las cosas supremas.

49. Uno solo es para mí como miles, si es el mejor.

50. Cuando se escucha, no a mí, sino a la Razón, es sabio convenir en que todas las cosas son una.

51. No entienden cómo, al divergir, se converge consigo mismo: armonía propia del tender en direcciones opuestas, como la del arco y de la lira.

52. El tiempo es un niño que juega, buscando dificultar los movimientos del otro: reinado de un niño.

53. Guerra es padre de todos, rey de todos: a unos ha acreditado como dioses, a otros como hombres; a unos ha hecho esclavos, a otros libres.

54. La armonía invisible vale más que la visible.

57. Maestro de muchos es Hesíodo: consideran que sabe muchas cosas éste, quien no conoció el día y la noche, ya que son una sola cosa.

60. El camino hacia arriba y hacia abajo es uno y el mismo.

61. El mar es el agua más pura y más contaminada: para los peces es potable y saludable; para los hombres, impotable y mortífera.

62. Inmortales mortales, mortales inmortales, viviendo la muerte de aquéllos, muriendo la vida de éstos.

73. No se debe hacer ni decir como los que duermen.

75. Los que duermen son hacedores y colaboradores de lo que sucede en el mundo.

80. Es necesario saber que la guerra es común, y la justicia discordia, y que todo sucede según discordia y necesidad.

85. Difícil es combatir con el corazón: pues lo que desea se compra al precio de la vida.

86. La mayoría de las cosas divinas escapan al conocimiento por falta de fe.

88. Como una misma cosa está en nosotros lo viviente y lo muerto, así como lo despierto y lo dormido, lo joven y lo viejo; pues éstos, al cambiar, son aquéllos, y aquéllos, al cambiar, son éstos.

89. Para los despiertos hay un mundo único y común, mientras que cada uno de los que duermen se vuelve hacia uno particular.

93. El Señor, cuyo oráculo está en Delfos, no dice ni oculta, sino indica por medio de signos.

95. La ignorancia es mejor disimularla.

102. Para el dios todas las cosas son bellas y justas, mientras los hombres han supuesto que unas son injustas y otras justas.

104. ¿Qué es lo que comprenden o se proponen? ¿Hacen caso a los aedos del pueblo y toman como maestro a la masa, ignorando que muchos son los malos, pocos los buenos?

107. Malos testigos son para los hombres los ojos y los oídos cuando se tienen almas bárbaras.

108. De cuantos he escuchado discursos, ninguno llega hasta el punto de comprender que lo sabio es distinto de todas las cosas.

111. La enfermedad hace a la salud agradable y buena; el hambre, a la saciedad; la fatiga, al reposo.

112. El comprender es la suprema perfección, y la verdadera sabiduría hablar y obrar según la naturaleza, estando atentos.

119. El carácter es para el hombre su demonio.

123. A la naturaleza le place ocultarse.

martes, 25 de diciembre de 2007

El cant de sa Sibil.la





Lo jorn del Judici
parrà qui haurà fet servici.
Jesucrist, Rei universal,
home i ver Déu eternal,
del cel vindrà per a jutjar
i a cada u lo just darà.
Gran foc del cel davallarà;
mars, fonts i rius, tot cremarà.
Daran los peixos horribles crits
perdent los seus naturals delits.
Ans del Judici l'Anticrist vindrà
i a tot lo món turment darà,
i se farà com Déu servir,
i qui no el crega farà morir.
Lo seu regnat serà molt breu;
en aquell temps sots poder seu
moriran màrtirs tots a un lloc
aquells dos sants, Elies i Enoc.
Lo sol perdrà sa claredat
mostrant-se fosc i entelat,
la lluna no darà claror
i tot lo món serà tristor.
Als mals dirà molt agrament:
—Anau, maleïts, en el turment!
anau-vos-ne en el foc etern
amb vòstron príncep de l'infern!
Als bons dirà:—Fills meus, veniu!
benaventurats posseïu
el regne que us he aparellat
des que lo món va esser creat!
Oh humil Verge! Vós qui heu parit
Jesús Infant aquesta nit,
a vòstron Fill vullau pregar
que de l'infern vulla'ns lliurar!
Lo jorn del Judici
parrà qui haurà fet servici.

Ecos de anoche III

Por primera vez en casi dos años de blog, voy a colgar dos entradas el mismo día. La ocasión, el empacho y la resaca lo merecen. Ahí van varios momentos estelares de la noche:





Y si nos ponen esta, hubiera sido la locura:

lunes, 24 de diciembre de 2007

On the road again...


Los venidos a la isla de fuera son una fuente inagotable de datos sobre Mallorca. Sus observaciones hacen que uno se de cuenta de cosas que de otro modo no llamarían lo más mínimo la atención de los aborígenes. Una de estas cosas, que me han comentado en muchas ocasiones, es lo mal que se conduce por aquí. Uno de los detalles más llamativos es la costumbre (no se me ocurre otra palabra para decirlo) de no usar los intermitentes. Efectivamente, es raro ver un intermitente puesto. Bueno, sólo se ponen cuando no se han de poner (cuando no queda más remedio que ir hacia un lado). O eso, o se te tiran diez minutos circulando con el intermitente puesto, que no sabes bien lo que van a hacer. Lo más curioso es que se acaba desarrollando la capacidad de anticipar los movimientos que los otros coches van a hacer, aunque no siempre se acierta.

La cuestión es que, ciertamente, se circula muy mal en esta isla. Y si a esto le añadimos que se trata de una de las regiones del mundo con mayor densidad de vehículos (tocamos a casi un coche por habitnte, y nos acercamos peligrosamente al millón de habitantes), no es difícil imaginar cómo es conducir por nuestras carreteras.

Lo curioso es que estos que tanto se quejan de lo mal que se conduce aquí algo deben de poner de su parte, porque si no, con la de veces que he oído eso de "qué mal que se conduce", la cosa debería funcionar un poco mejor. Vamos, digo yo...

domingo, 23 de diciembre de 2007

Al fondo, la meta.


Siempre he tenido la intuición de que voy a morir joven. Ir cumpliendo días debería alegrarme, puesto que significa ser cada vez menos joven. Pero al mismo tiempo implica que el final se acerca. Y estos achaques que vengo sufriendo de un tiempo a esta parte no auguran nada bueno. ¿O si?.

sábado, 22 de diciembre de 2007

Muddy Waters & Rolling Stones. Mannish Boy.

Quienes me conocen saben que me gusta mucho el blues. Y que Muddy Waters es uno de mis bluesmen favoritos. Y que Mannish Boy una de sus canciones que más me gusta. Y también que soy más de los Beatles que de los Stones. Pero bueno, este video es grande:

viernes, 21 de diciembre de 2007

La bolsa o la vida


"Quien por inclinación o apetito sustrae algo a sus amigos, como pueda ser la novia, se comporta de modo muy envilecido, pues igual que ha apetecido a la novia del amigo, también pudiera sentir inclinación hacia su bolsa"

Immanuel Kant
Lecciones de ética

He aquí un impagable fragmento del filósofo que pergeñó lo del imperativo categórico. Sí, eso de “Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin, y nunca sólo como un medio”, pero que aquí parece poner el medio -la bolsa- por encima de la persona -la novia. Y lo peor es que parece desconocoer que a veces duele mucho más lo de la novia que lo de la bolsa.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Escasez


Con el tiempo, tiendo a adoptar una visión más radical e intransigente sobre la filosofía y los filósofos. Así, he llegado a pensar que la mayoría de las generaciones son estériles filosóficamente. Quiero decir, la filosofía no es una labor de grupo. Sólo hay filósofos, y sólo surge uno muy de tanto en tanto. Uno o dos por siglo a lo sumo. El resto, comentaristas (más o menos brillantes y sugerentes, ciertamente) y paja.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Granada


En el ágora, la gente nos otorga una personalidad, una imagen, un Yo. En buena parte, nuestro Yo coincide con el que se nos adjudica. Pero conviene dejar una plaza fuerte frente a los demás, un reducto, algo que quede no-tocado (que, en sentido estricto, no sería más Yo, puesto que el Yo es más los demás que yo). El problema es cuando nos acabamos creyendo ese Yo alieno, adoptando siempre la forma que la sociedad nos otorga. Entonces nos perdemos, nos alienamos y estamos a merced. Puede que el individualismo tenga mucho de esto. Cuando nos abandonamos, creyendo afirmarnos, nos situamos al borde de la desaparición.

martes, 18 de diciembre de 2007

Forasters


Una de las cosas que más llama la atención al que viene a Mallorca de fuera es la categorización social que ostentamos. Como en todas partes, hay clases altas y bajas, medias y outsiders. Pero nosotros tenemos una división más, la de los mallorquines y la de los forasters. En general se aplica este término a todo aquel individuo venido de la península, y en general se ha venido usando de modo despectivo (incluso hay un genérico, es forasterum, que viene a ser algo así como un sinónimo de la chusma). Sucede que el carácter isleño es cerrado y ve con desconfianza a todo el venido de fuera. Todo pueblo, para mejor blindar su identidad, se diferencia, en general poniéndose por encima de los vecinos, y el caso de ls islas, al ser geográficamente cerradas, facilita más este cierre psicológico frente a las otras poblaciones. Si a esto le añadimos una historia plagada de invasiones, conquistas, razzias y reconquistas, se comprende mejor esta tendencia a mirar mal a todo el venido de fuera.

El tema de los forasters se agudiza (desconozco si existía antes) a lo largo del siglo XX, sobretodo después del llamado boom turístico, acaecido a partir de los años 50. Para poder atender a la masiva llegada de turistas, la isla (igual que toda la costa mediterránea) recibió una oleada de inmigración masiva venida sobretodo de las regiones más empobrecidas del país (el sur, hablando en términos generales). Como eran pobres y necesitaban el trabajo, vinieron con lo puesto y no tenían mucho que aportar más que su trabajo. Así, se generó una imagen sobre ellos que era básicamente la de gente con poca cultura, pobre y potencialmente conflictiva. Por eso, el mallorquín, de entrada, no se mezcalaba mucho con ellos, y la mala consideración empezó a cundir. A pesar de ello, la oleada fue tan grande (si hablamos en sentido estricto, no ha terminado nunca, y a ella se han añadido nuevas oleadas migratorias, esta vez desde el extranjero) que poco a poco fue calando, transformando la isla con su trabajo y con sus maneras de ser.

En esta tesitura, que empezaran a surgir parejas mixtas mallorquín/a-foraster/a era cuestión de tiempo. Y surgieron. Vaya si surgieron. Y esto permitió que la situación se normalizara, a pesar de lo cual, hoy en día se sigue usando el término foraster, no en un tono tan in sultante como antes, pero sí con cierta intención ofensiva (uno, que es un poco cabroncete, cuando alguien le toca las narices más de la cuenta, en seguida provoca las iras de los demás con la cosa de la forastería). Incluso hay quien pretende aún una cierta pureza de sangre, sacando árboles genealógicos para justificar ciertos derechos sobre los impuros (a servidor, por seguir hablando de mí mismo, que es fruto de uno de esos matrimonios mixtos, una vez le retiraron la palabra por ser "mig foraster").

El tema de los forasters da para mucho, y ellos mismos lo esgrimen a veces para adoptar posturas victimistas (sobretodo cuando están ante alguien mallorquín) o para generar conversación. Pero no se puede negar que es una de las peculiaridades que tiene esta peculiar tierra. Otro día soltaré la parrafada sobre otra clase de especímenes muy característica de Mallorca y del resto de las islas (que por cierto, no sé si se da esto de los forasters en las otras Baleares, en las Canarias sí que pasa algo parecido): los picadors.

PD: tengo la sensación de que he escrito mucho para decir más bien nada.

domingo, 16 de diciembre de 2007

Gourmet


Por etimología, la palabra sabio esta relacionada con el gusto, con el paladar. El sapiens, el que sabe, es aquél que sabe discernir y separar unas cosas de otras, que, en definitva, es capaz de distinguir los más variados matices en lo que le rodea. Nuestra civilización, tan apegada a lo visual, tuvo que acudir al gusto para denominar a los que se supone que son sus más altos ejemplares. Y esto no deja de ser otra más de las anomalías que nos alimentan. Tanto, que incluso muchos de esos sabios se han dejado llevar por esa ansia visual y colorista, quedándose en la distancia del mirar y el ver. Y, si algo nos debe enseñar la etimología expuesta, es que lo propio de la sabiduría es la proximidad y el contacto íntimo, que sólo se logra con el gusto. Se puede contraargumentar que el tacto también implica esa proximidad. Pero no, porque el degustar forma parte del proceso de ingestión y digestión, que, creo yo, es algo de vital importancia para el que aspire a sabio. Quiero decir, que por mucho que se sepa, si uno no se lo hace suyo (lo in-corpora, lo hace cuerpo), es un trabajo inútil.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Noche hospitalaria


Un hospital de noche puede llegar a ser de lo más lóbrego. Largos pasillos sumidos en la semioscuridad. Salas de espera, despachos y quirófanos, de día tan llenos de actividad, por la noche están vacíos y aprecen extraños. Es difícil encontrarse con alguien a según que horas, y cualquier cruce con otra persona adquiere una tonalidad irreal. Si por la mañana nadie repararía en la presencia propia, ahora es inevitable mirar a los ojos, no sin cierto temor, sobretodo si el sujeto en cuestión no va con un uniforme reconocible.

Las pisadas se ven acompañadas por su eco, que resuena en todas partes. Los sonidos llegan hasta zonas insospechadas, pudiendo llegarse a oír las risas de un grupo de enfermeras que, a la vuelta de dos esquinas del pasillo, apuran uno de los múltiples cafés que han de tomar para mantener el tipo toda la velada. Algunos médicos circulan, con cara de zombi, para ir a atender a algún enfermo que haya empeorado o que haya sufrido alguna incidencia.

Y, aunque no se crea, no se puede evitar pensar en todas esas historias que se cuentan sobre los hospitles, de apariciones y sucesos extraños. Porque la noche es traidora, y las certezas que a la luz del sol nos parecen inconmovibles, ahora, con unos pocos fluorescentes en marcha y el ominoso silencio, se tambalean de forma peligrosa. Chorradas, eso es lo que uno piensa. Pero al mismo tiempo se acelera el paso para llegar al destino lo más rápido posible. Por si acaso. No vaya a ser que sea verdad lo que aquella vez me contó una compañera... Tal vez por eso la gente se lo piense un poco antes de darse una vuelta por el hospital de noche.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Siempre presente


Hay una clase de tristeza que empapa, que no provoca el llanto, que está siempre presente, como una especie de telón de fondo para la vida. Incluso en los momentos alegres se la puede sentir ahí.

martes, 11 de diciembre de 2007

¿Desperdicio?


En cierta ocasión me preguntaron sobre los besos que más me habían marcado. Mi respuesta fue automática:

"Los que no he dado"

Se me tomó a broma.

lunes, 10 de diciembre de 2007

To er mundo é güeno


No sé qué pasa pero desde hace unos días la gente con la que me encuentro está muy amable. Todo son sonrisas y palabras agradables. ¿Será el "espíritu navideño"? ¿O es que buscan algo? ¿Puede que sea yo, que estoy mucho más positivo y veo reflejado en los demás lo que transmito? En cualquier caso, espero que la cosa dure, porque la verdad, se está bien así.

domingo, 9 de diciembre de 2007

La noche que Dylan se volvió eléctrico

Hoy, un pedazo de historia de la música contemporánea: la noche que Dylan se electrizó, provocando un tremendo escándalo. Fue un domingo, 25 de Julio de 1966, en el festival Folk de Newport, en el que Dylan llevaba unas cuantas ediciones triunfando y saliendo por la puerta grande. Se trataba de un festival que reunía a las máximas figuras del folk, y allí Dylan fue coronado como el sucesor de Woody Guthrie y Pete Seeger con sus mal llamadas canciones protesta. Actuaba él sólo con su guitarra y su armónica. No necesitaba nada más. Pero llegó 1966 y este fue uno de los momentos cumbre de su actuación. El punto en el que sale con una banda y cambia su guitarra acústica por una eléctrica. Visto desde hoy en día puede parecer una tontería. Pero se armó bien gorda entre los puristas del folk, que veían en él a un auténtico dios. Se le abucheó, pitó, insultó, y tuvieron que contener a Pete Seeger, que hacha en mano, amenazaba con cortar todos los cables para que no sonaran esos sonidos infernales. A partir de entonces, el escándalo se extendió a todas las actuaciones que hizo en los siguientes meses, donde lo más suave que se le decía era Judas.
El Folk perdió a su máxima estrella, pero la música salió ganando, y posiblemente estemos ante el momento más trascendental de la historia de la música popular del siglo XX (tal vez sólo la primera actuación de los Beatles en los EEUU pueda estar a su altura). No en vano los expertos han considerado esta canción como la mejor de todo el siglo (aunque él, muy con los pies en la tierra, no quiera prestar atención a estas cosas)



Con las prisas no he dicho qué canción es, pero no creo que necesite demasiada presentación. Like a rolling stone.

Y como me siento generoso, ahí dejo otra perla dylaniana, de su último álbum (Modern Times, 2006): When the deal goes down, con actriz de moda incluida.

sábado, 8 de diciembre de 2007

John Lennon. God.

Con el tiempo, uno va dejando de lado sus mitos, va despojándose de todo aquello en lo que ha creído, tal vez sólo para abrazar nuevos credos. Yo ya no creo en él, pero cuando llega el 8 de diciembre, no puedo evitar dedicarle algún recuerdo.


jueves, 6 de diciembre de 2007

La Gaya Ciencia


125.- El loco.

¿No habéis oído hablar de ese loco que encendió un farol en pleno día y corrió al mercado gritando sin cesar: "¡Busco a Dios!, ¡Busco a Dios!". Como precisamente estaban allí reunidos muchos que no creían en dios, sus gritos provocaron enormes risotadas. ¿Es que se te ha perdido?, decía uno. ¿Se ha perdido como un niño pequeño?, decía otro. ¿O se ha escondido? ¿Tiene miedo de nosotros? ¿Se habrá embarcado? ¿Habrá emigrado? - así gritaban y reían alborozadamente. El loco saltó en medio de ellos y los traspasó con su mirada. "¿Qué a dónde se ha ido Dios? -exclamó-, os lo voy a decir.
Lo hemos matado: ¡vosotros y yo! Todos somos su asesino. Pero ¿cómo hemos podido hacerlo? ¿Cómo hemos podido bebernos el mar? ¿Quién nos prestó la esponja para borrar el horizonte? ¿Qué hicimos cuando desencadenamos la tierra de su sol? ¿Hacia dónde caminará ahora? ¿Hacia dónde iremos nosotros? ¿Lejos de todos los soles? ¿No nos caemos continuamente? ¿Hacia delante, hacia atrás, hacia los lados, hacia todas partes? ¿Acaso hay todavía un arriba y un abajo? ¿No erramos como a través de una nada infinita? ¿No nos roza el soplo del espacio vació? ¿No hace más frío? ¿No viene de contiuno la noche y cada vez más noche? ¿No tenemos que encender faroles a mediodía? ¿No oímos todavía el ruido de los sepultureros que entierran a Dios? ¿No nos llega todavía ningún olor de la putrefacción divina? ¡También los dioses se pudren! ¡Dios ha muerto! ¡Y nosotros lo hemos matado! ¿Cómo podremos consolarnos, asesinos entre los asesinos? Lo más sagrado y poderoso que poseía hasta ahora el mundo se ha desangrado bajo nuestros cuchillos. ¿Quién nos lavará esa sangre? ¿Con qué agua podremos purificarnos? ¿Qué ritos expiatorios, qué juegos sagrados tendremos que inventar? ¿No es la grandeza de este acto demasiado grande para nosotros? ¿No tendremos que volvernos nosotros mismos dioses para parecer dignos de ella? Nunca hubo un acto tan grande y quien nazca después de nosotros formará parte, por mor de ese acto, de una historia más elevada que todas las historias que hubo nunca hasta ahora". Aquí, el loco se calló y volvió a mirar a su auditorio: también ellos callaban y lo miraban perplejos. Finalmente, arrojó su farol al suelo, de tal modo que se rompió en pedazos y se apagó. "Vengo demasiado pronto -dijo entonces-, todavía no ha llegado mi tiempo. Este enorme suceso todavía está en camino y no ha llegado hasta los oídos de los hombres. El rayo y el trueno necesitan tiempo, la luz de los astros necesita tiempo, los actos necesitan tiempo, incluso después de realizados, a fin de ser vistos y oídos. Este acto está todavía más lejos de ellos que las más lejanas estrellas y, sin embargo son ellos los que lo han cometido."Todavía se cuenta que el loco entró aquel mismo día en varias iglesias y entonó en ellas su Requiem aeternan deo. Una vez conducido al exterior e interpelado contestó siempre esta única frase: "¿Pues, qué son ahora ya estas iglesias, más que las tumbas y panteones de Dios?".


341.- El peso más grande.

¿Qué ocurriría si, un día o una noche un demonio se deslizara furtivamente en la más solitaria de tus soledades y te dijese: "Esta vida, como tú ahora la vives y la has vivido, deberás vivirla aún otra vez e innumerables veces, y no habrá en ella nunca nada nuevo, sino que cada dolor y ada placer, y cada pensamiento y cada suspiro, y cada cosa indeciblemente pequeña y grande de tu vida deberá retornar a ti, y todas en la misma secuencia y sucesión -y así también esta araña y esta luz de luna entre las ramas y así también este instante y yo mismo. ¡La eterna clepsidra de la existencia se invierte siempre de nuevo y tú con ella, granito del polvo!"? ¿No te arrojarías al suelo, rechinando los dientes y maldiciendo al demonio que te ha hablado de esta forma? ¿O quizás has vivido una vez un instante infinito, en que tu respuesta habría sido la siguiente: "Tu eres un dios y jamás oí nada más divino"? Si ese pensamiento se apoderase de ti, te haría experimentar, tal como eres ahora, una transformación y tal vez te trituraría; ¡la pregunta sobre cualquier cosa: "Quieres esto otra vez e innumerables veces más?" pesaría sobre tu obrar como el peso más grande! O también, ¿cuánto deberías amarte a ti mismo y a la vida para no desear ya otra cosa que esta última, eterna sanción, este sello?.

Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844-1900)
La Gaya Ciencia

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Esos malditos bajitos

En mi cada vez más dilatada experiencia con niños, poco a poco me he ido convenciendo de que estas pequeñas criaturas son unos auténticos cabrones. Manipuladores y chantajistas, se aprovechan de los sentimientos tiernos y protectores que en los adultos generan para hacer lo que les da la gana. Es más, esos sentimientos pueden ser entendidos como una estrategia evolutiva para no matarlos a las primeras de cambio y generar en nosotros una ceguera ante sus actuaciones diabólicas. Porque, al fin y al cabo (y muy a menudo por desgracia), son el futuro.

Cada vez lo tengo más claro: si Satanás ha de aparecérseme alguna vez, lo hará en forma de niño. Quién sabe, tal vez alguna vez ya me lo haya cruzado. Y hasta a lo mejor le he salvado la vida...

domingo, 2 de diciembre de 2007

El recubrimiento


Se suele señalar el vestido como un medio de abrigo, una mera arma para soportar las frías temperatras. No negaré que algo de eso haya, pero supongo que hay algo más en el hecho de que nuestros ancestros decidieran cubrir sus cuerpos con pieles. A bote pronto, sin ninguna clase de datos a favor (ni en contra), sin revisiones bibliográficas (tal vez a nadie se le hayan ocurrido estas cosas), me atrevería a proponer la idea de que el vestido surgió de forma paralela a la mentira, al ocultamiento de regiones mentales, al disimulo y la discreción. Con él nos quedábamos con algo sólo para nosotros y los nuestros, algo que no queríamos enseñar a los demás. Y algo que mostrábamos e intentábamos disimular con los ropajes que nos visten. Y esto debió surgir también al mismo tiempo que las primeras sociedades más o menos complejas, esas que iban un poco más allá del mero clan simiesco. No hace falta decir que con todo ello aparece también la moralidad, porque hacía falta regular lo que se muestra y lo que se debe mantener en un segundo plano, los mínimos de sinceridad necesarios para el sostenimiento de una sociedad de individuos fingidores-enmascarados-disfrazados.

Tomando esto, podemos dar un paso más allá e interpretar la progresiva tendencia a irnos despojando de ropas e ir enseñando cada vez más partes de nuestra piel como un reflejo de la tendencia a ocultar de cada vez menos (tal vez porque haya menos complejidad y más simpleza, es decir, mucho menos que ocultar) de nosotros mismos. Y si, como barrunto, la sociedad empezó con el ocultamiento, tal vez el desocultamiento marque el final. O un nuevo comienzo, quién sabe.

sábado, 1 de diciembre de 2007

La ciencia moderna


Conociendo un poco el mundo de las ciencias (soy de ciencias puras, aunque con el tiempo me haya pasado a las letras), uno se da cuenta de que no es oro todo lo que reluce. Que no hay tanta objetividad y desinterés como nos venden, que los científicos no son esas gentes volcadas en su trabajo y que sólo viven para sus estudios, que no es inocente lo que se investiga (la ciencia en sí no lo es, no todo viene dado), que no se busca conocer y explicar la realidad (sino sólo la parte del mundo conveniente en cada momento), y que, los encargados de ponerla en práctica (al menos en lo que tengo más cerca, el mundo sanitario), no se mueven tanto por certezas y datos objetivos como por corazonadas e intuiciones (y a menudo auténticos golpes de suerte e inspiración, eso cuando no tienen ni puñetera idea y sacan todo el arsenal de pruebas pretendidamente objetivas, en un dar palos de ciego que, ciertamente, algún resultado da).

Y si no, una prueba, hoy es el día internacional contra el SIDA (no sé si se llama exactamente así, pero no importa) y, casualidades de la vida, se publica ayer esta noticia, que, si no fuera porque los científicos no se mueven por intereses materiales y viven consagrados a su búsqueda, me haría pensar en que han esperado a este día para que los medios se hagan eco del asunto y así multiplicar sus ventas (y que los patrocinadores recuperen la inversión, claro está, corregida y aumentada).

Lo peor es que ellos mismos se creen toda la pléyade de leyendas tejidas en torno a su actividad. Claro, se les (nos) entrena para ello en las universidades. Y uno tiene la sensación de que vivimos con unos esquemas que ya no son adecuados a nuestra época, que arrastramos, en esto y en muchas otras cosas, unos parámetros que se han movido y que ya no valen. Si no fuera porque seguimos creyendo en ellos (pero ya sólo creyendo).

jueves, 29 de noviembre de 2007

The Beatles. Helter Skelter.



Esta canción inspiró sus tremendos crímenes a Charles Manson, y hay una versión no publicada (que se está intentando publicar) que dura 27 minutos, constituyendo la greabación más larga que los cuatro de Liverpool hicieron.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Encerrona


Al llegar a trabajar aquél día todo eran sonrisas, alegría y parabienes. Estuve contento toda la jornada. Ingenuo de mí, debería haber supuesto que estaban afilando sus cuchillos, felices por la que me estaban preparando.

martes, 27 de noviembre de 2007

Kiliedro


Me complazco (un poco de autobombo nunca viene mal) que a partir de este momento puedo contarme entre la nómina de colaboradores de la revista electrónica Kiliedro, donde en cada entrega destriparé algunos aspectos interesantes de diversos personajes históricos. No quiero que se trate de simples y tópicas biografías tipo "vida y milagros", sino que me gustaría centrarme en ciertos puntos, algunos conocidos y otros no tanto, de las personalidades que escoja para cada número.

Para empezar he escogido a Lou Andreas Salmé, sobre la que ya había trabajado algunas cosas y ya había escrito algo en este blog. Lo que he querido destacar es su faceta de "mujer fatal", destructora y atrayente a partes iguales para todos aquellos que la conocían. Pero no voy a adelantar nada aquí. Mejor pasen y lean, mi sección (biodiapositivas, se llama) y todas las demás, por supuesto, que son altamente recomendables (pinchen en el enlce).

Kiliedro

lunes, 26 de noviembre de 2007

domingo, 25 de noviembre de 2007

Perdido y encontrado

Por segunda vez en poco tiempo, me voy a perder un concierto de Kroke, grupo de música Klezmer que de cada vez me gusta más (su último trabajo, Seventh Trip, es más que interesante). Es una lástima, pero, si han venido dos veces por aquí en más o menos un año, esperemos que vuelvan otra vez. Ya dicen que no hay dos sin tres (aunque creo que habían actuado alguna vez antes). Prometo no desaprovechar otra oportunidad. Mientras tanto me conformaré con verlos en vídeos como este:

Kroke - Time - Live at Urkult Festival Sweden 2004



Por otra parte, y siguiendo con la cosa de los conciertos, me acabo de enterar de que se está negociando un concierto de Springsteen en Palma para el verano próximo, y que la cosa está relativamente avanzada. Cruzaremos los dedos, porque este sí que no me lo pienso perder.

viernes, 23 de noviembre de 2007

Desprecio


-¿Ya te vas? Yo que quería pasar un rato contigo...

Así me abordó una rubia de bote cuando salía de aquel antro en el que no me gustó ni el ambiente ni la música. Como yo ya estaba más fuera que dentro, con la cabeza puesta en mi cama, que me esperaba en casa, respondí que sí, que ya me iba. Ella insistió en su empeño, que a dónde me iba. Que a casa, le dije yo.

-Pues es una pena.
-Sí, estoy cansado.

Ahí la dejé, plantada, sin que supiera muy bien qué decir. Se notaba que no estaba acostumbrada a que un tío la rechazara de aquella manera, sin siquiera darle un poco de cancha. Su cara reflejaba sorpresa y cierta decepción. Pero es que yo, por la noche, cansado y con algo de alcohol en el cuerpo, me vuelvo negativo e imprevisible, y no estoy para muchos cuentos. Si además tengo en mente ya la retirada, no hay nada que me haga volver atrás.

La cuestión es que la rechacé, y ella se sorprendió. Perdí un polvo (o no, porque a lo mejor era una simple petarda calientapollas, de esas que tanto abundan), pero la satisfacción que me dio ver aquella expresión lo compensaba, y todavía la recuerdo. No me acuerdo ni de su cara ni de su cuerpo (apenas fueron unos segundos), pero sí del estupor que reflejaba aquel rostro. Seguro que, para consolarse, debió pensar que era maricón, y que a los cinco minutos ya había engatusado a algún idiota para que le diera lo que yo no le había dado, y que ya no se acuerda de aquel gilipollas que no quiso pasar un rato con ella. Mejor.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Caída


Me dolió verla con ese gilipollas. Seguro que no la quería igual que yo, pero eso ella no lo sabía. Lo más curioso de todo es que por encima del estupor, el escalofrío y la decepción, crecía un inmenso alivio.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

martes, 20 de noviembre de 2007

Hijos de la loba


En el mito sobre la fundación de Roma por parte de Rómulo y Remo, hay un par de cosas que llaman la atención. La primera de ellas es el hecho de que los dos gemelos fueran arrojados al Tíber en una cesta para que murieran ahogados. Por supuesto, sobrevivieron y tenían reservado un gran destino. Por otra parte, resulta que al final, uno de los dos hermanos mata al otro en un rapto de celos y envidia. Es llamativo el paralelismo con las historias hebreas de Moisés y de Caín y Abel, tan lejanas al Lacio varios siglos anterior al Imperio y al cristianismo. Tal vez el parecido tenga que ver con que los relatos narran cuestiones que en última instancia tienen que ver con la naturaleza humana más profunda, sobretodo en el caso de los hermanos que se matan. La otra historia, la de la cesta, resulta más difícil de explicar, ya que aunque la tendencia a quitar de en medio a los infantes incómodos (al fin y al cabo, los bebés, por su fragilidad, son muy fáciles de retirar de la circulación) esté en todas partes, la idea de la cesta y el río ya es más complicada de hilvanar (salvo que tengamos en cuenta que se trataba de pueblos, el egipcio y el romano, muy ligados a sus ríos).

Más allá de estas coincidencias y reflexiones, hay otro asunto curioso. Se trata del hecho de que los dos fundadores de la ciudad fueran amamantados por una loba. Historias de este tipo abundan en diversas culturas, pero a nadie debe escapar que el animal es precisamente una loba, y lo que ellas representan. Que, sobretodo de una mujer, digan que es una loba no es algo muy elegante ni cariñoso. Todo lo contrario. Y para los romanos era aún peor, puesto que no hay que olvidar que llamaban lupanar a los prostíbulos, literalmente "nidos de lobas". ¿Qué querían expresar los antiguos romanos al vincularse a la loba? ¿Ligarse a un origen femenino bestial y turbio?. En cualquier caso, no debemos olvidar que nuestra tradición gusta de entroncarse con la gloria de Roma, con lo cual nosotros también seríamos hijos de la loba.

lunes, 19 de noviembre de 2007

En la agenda

Me la apunto:



Por lo pronto, la banda sonora es impresionante, versiones de Dylan a cargo de Eddie Veder, Richie Havens, Calexico, Yo la tengo, Sonic Youth, Anthony and the Johnsons, Charlotte Gainsbourg...

domingo, 18 de noviembre de 2007

Lecturas kantianas


Siempre tuve la sensación de que el auténtico Kant, el que más le interesaba a él se esconde fuera de la Crítica de la Razón Pura, que ésta no es más que una propedéutica para sus auténticos intereses, un mero (pero importantísimo y necesario) preparar el terreno. Por decirlo de forma rápida y suave, tengo la impresión de que la obra mentada está sobrevalorada, mientras que las otras dos críticas (sobretodo la del Juicio), están ingfravaloradas, cuando a lo mejor debería ser al revés. La cuestión se acentúa si tenemos en cuenta que cuando se trata de enseñar a Kant la labor se centra casi exclusivamente en la primera crítica, dejando a las otras dos (y al resto de la obra kantiana) en un plano secundario. Tal vez la cosa se deba a la complejidad conceptual y la aridez en su lectura, que provocan admiración y repulsión a partes iguales, así como el sentimiento de encontrarse ante algo grande por difícilmente comprensible (cuando no directamente incomprensible). La Crítica de la Razón Práctica y la Crítica del Juicio son más asequibles, al menos por ser más breves. Y no digamos ya las otras obras que dejó el de Königsberg, que han quedado ensombrecidas por la granmdiosidad de la primera crítica, que exige ingentes cantidades de tiempo y de neuronas para ser desentrañada (y ni siquiera sí). El caso es que desde que tengo conocimientos sobre Kant, me parece que todo el pensamiento kantiano corre a desembocar en el mar de las segundas críticas, y mis lecturas de él y sobre él me lo van confirmando.

Hace unos meses cayeron en mis manos, gracias a un amigo que por una mudanza se tenía que deshacer de libros, la Fundamentación de la metafísica de las costumbres y las Lecciones de ética (que, en realidad, son dos textos complementarios y que he hecho bien de leer uno detrás del otro). Tardé un tiempo en decidirme a atacarlos, sobretodo tras el trauma de la Crítica de la Razón Pura y algunos fragmentos de las otras críticas (que tuve que leer por obligación y en un contexto que dejaba bastante que desear). Pero me puse a ello. Y debo decir, para mi asombro, que me gusta, que me parece muy interesante y que incluso lo estoy disfrutando. No pensaba que llegaría a decirlo, pero sí, estoy disfrutando con Kant. Pero con un Kant muy distinto al que me enseñaron y que aprendí. Mucho más fácil de leer y más comprensible, más sencillo, e incluso más entusiasmado con lo que está escribiendo. Más a la mano, y que hace que cambie muchas cosas de las que pensaba sobre él.

Puede que incluso me anime y me lancé a una relectura de la Crítica de la Razón Pura. Aunque con todo lo que tengo que leer será difícil. Pero la verdad es que el viejo Immanuel se ha ganado un hueco y tal vez se lo haga.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Dualismos II


Santana. Soul sacrifice (Woodstock 1969).

Siguiendo con lo del dualismo: hay días en los que desearía ser tan sólo un espíritu vagando por las regiones etéreas. No tener este cuerpo maltrecho, ni esta cabeza dolorida, ni estómago ardiente... A veces incluso sería preferible no ser nada.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Dualismos


Somos muy modernos y muy estupendos y tenemos las cosas muy claras. Muy "maduros" y "adultos". Sí. Pero seguimos queriendo separar lo corporal de lo sentimental, creyendo que podremos mantener el cuerpo y los sentimientos apartados. En nuestra radicalidad y claridad, seguimos igual de confusos que siempre.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Crossroads


Los cruces de caminos tienen un aura especial. Son lugares de confusión, en los que, si no se tiene bien claro dónde se va, es fácil tomar la ruta equivocada. Puede parecer un poco exagerado en estos tiempos de GPS, pero debemos remontarnos a la antigüedad para comprender lo que era un cruce de caminos. Incluso ahora, cuando vamos por la carretera y no conocemos el camino, llegar a un cruce (uno de esos mal o nulamente señalizados) supone un cierto quebradero de cabeza. ¿Habremos tomado la dirección correcta? ¿Nos habremos perdido aún más? Esta condición confusa ha hecho de las encrucijadas sitios especiales y misteriosos. Porque no se sabe qué es lo que nos hace decidirnos por una de las direcciones que se nos ponen delante. Y porque en otros tiempos, tomar el mal camino podía significar adentrarse en tierras peligrosas, o incluso el mismo cruce podía ser el sitio en el que se nos pudiera tender una emboscada. Por esto es por lo que las encrucijadas son a menudo sitios inquietantes. Y tal vez sea por esto por lo que las leyendas se tejen en torno a estos lugares que están al mismo tiempo en todas y en ninguna parte. En la antigüedad eran sitios de cultos paganos, y con el cristianismo se convirtieron en sitios malignos, en lugares en los que se podía aparecer el diablo y tentarnos. Por eso se protegían con cruces. Hay regiones, como Galicia, en las que abundan estas cruces protectoras que servían para tranquilizar a los viajeros y evitar encuentros indeseables.

Porque además de las físicas, están las encrucijadas vitales, esos momentos en los que hay que tomar una decisión importantes y no se sabe bien hacia donde tirar. En estos momentos es fácil que aparezca alguien y nos tiente a escoger la ruta equivocada (si es que hay alguna que lo sea). Entonces es cuando necesitamos toda la ayuda benefactora que nos podamos agenciar, y encomendarnos a todos los dioses para elegir el buen camino.

En torno a los cruces hay muchas leyendas, como la también gallega de la santa compaña. Pero también estan los pactos con el diablo, que muy a menudo, como el de Robert Johnson (algún día hablaré con más extensión de él), se dan en las encrucijadas, y nos han aportados grandes creaciones, aunque a los protagonistas en cuestión no les haya acabado de salir bien la jugada.

martes, 13 de noviembre de 2007

Hotel dulce hotel


Cuando estoy en un hotel, o cuando he estado en la cama de un hospital, no he podido evitar en conjeturar en torno a las historias que ese lugar ha vivido. Amantes furtivos, maridos expulsados, planes de suicidio, desarraigos varios, angustia, cansancio, enfermedad, muerte... Todo esto y mucho más cabe en una pequeña estancia. Y yo no puedo evitar pensar en ello. Así me cuesta menos conciliar el sueño.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Childe Roland a la torre oscura llegó

Childe Roland to the Dark Tower came, Thomas Moran (1859)

I
Mi primer pensamiento fue que mentía en cada palabra,
Aquel viejo lisiado, con mirada maliciosa
Observando con recelo el efecto de su mentira
En la mía, y la boca apenas capaz de disimular
El júbilo, que fruncía y perfilaba
Su comisura, por así haber atrapado otra víctima.

II
¿Para qué si no estaría él dispuesto con su cayado?
¿Para qué, salvo para acechar con sus mentiras, para enredar
A todo viajero que lo hallase allí apostado
Y preguntase el camino? Conjeturé qué risa cadavérica
Estallaría, qué muleta escribiría mi epitafio
Como pasatiempo en la polvorienta calzada,

III
Si por su consejo yo virase
Hacia aquella ominosa región en la que, como todos saben,
Se esconde la Torre Oscura. Aun así, aceptándolo,
Me desvié hacia donde él señalaba: no por orgullo
Ni por esperanza reavivados en el final señalado,
Sino por la alegría de que existiese algún final.

IV
Porque, a pesar de mi vagabundeo por todo el mundo,
A pesar de mi búsqueda que se alargaba a través de los años, mi esperanza
Menguaba en un fantasma no preparado para poder
Con ese turbulento regocijo que brindaría el éxito,
-Apenas podía intentar reprimir ahora el salto
Que dio mi corazón, al hallar un fallo en su aptitud.

V
Al igual que un hombre enfermo que se aproxima a su muerte
Parece efectivamente muerto, y comienzan las sensaciones y terminan
Las lágrimas y recibe la despedida de cada amigo,
Y oye a uno proponer a otro marchar, para respirar
Mas libremente en el exterior, ("puesto que todo terminó," dijo él,
"Y ningún lamento puede compensar la desgracia")

VI
Mientras algunos discuten si cerca de las otras tumbas
Habrá espacio suficiente para esto, y qué momento del día
Es el mejor para llevarse el cadáver
Poniendo cuidado en los estandartes, pañuelos y bordones:
Y el hombre aún lo oye todo, y solamente anhela
No deshonrar tan tierno amor y permanecer.

VII
Así, he sufrido tanto en esta búsqueda,
He oído el fracaso tan a menudo profetizado, he sido incluido
Tantas veces en "El Grupo"- a saber,
Los caballeros que a la busca de la Torre Oscura encaminaron
Sus pasos- que el sólo fallar como ellos parecía un triunfo,
Y toda la duda ahora era- ¿sería digno?

VIII
Así, en silenciosa desesperación, me alejé de él,
De aquel odioso lisiado, fuera de su camino,
Hacia el sendero que él señalaba. Todo el día
Había sido monótono a lo sumo, y turbio
Se volvía hacia el final, y aún soltó una lúgubre
Mirada roja y obscena para ver al llano atrapar al caminante distraído.

IX
¡Por la marca! Apenas me hube
Internado en el llano, tras un paso o dos,
Al detenerme para echar una última mirada atrás
Hacia el camino seguro, éste había desaparecido; gris llanura por todas partes:
Nada salvo planicie hasta el confín del horizonte.
Debía seguir; no había nada más que hacer.

X
Así que, continué. Creo que nunca antes vi
Tan yerma e innoble naturaleza; nada prosperaba:
Por flores- se podía esperar una arboleda de cedros!
Pero la gramínea, el tártago podía, de acuerdo con su ley,
Propagar su especie, sin nada que temer,
Pensarías que una carda habría sido un valioso tesoro.

XI
¡No! Penuria, pereza y mueca,
De alguna extraña forma, eran parte de la tierra.
"Mira o cierra tus ojos," dijo la Naturaleza de mala gana,
"Nada instruye, mi caso no tiene remedio;
Es el fuego del Juicio Final quien debe sanar este lugar,
Calcinar sus suelos y liberar a mis prisioneros."

XII
Si algún rasgado tallo de cardo se elevara
Sobre sus compañeros, le cortaban la cabeza, los torcidos
Sentían celos sino. ¿Qué hizo esos agujeros y rasgaduras
En las ásperas hojas de césped del embarcadero, golpeadas como para impedir
¿Toda esperanza de verdor? Existe alguna bestia que debe andar
Destrozando sus vidas, con bestiales intentos.

XIII
En cuanto a la hierba, crecía tan exigua como el cabello
En la lepra; delgadas hojas secas se erguían en el lodo,
Que por debajo parecía amasado con sangre.
Un yerto caballo ciego, con cada hueso visible,
Permanecía estupefacto sobre cómo llegó allí,
Expulsado de su previo servicio en la caballeriza del diablo

XIV
¿Vivo? Por lo que a mí concierne él podría estar muerto,
Con aquella roja delgadez y el cuello hundido por el esfuerzo
Y los ojos cerrados bajo la enmohecida crin;
Raramente tal monstruosidad iba de la mano con semejante tristeza;
Nunca vi una bestia a la que odiase tanto;
Debía ser perversa para merecer tanto dolor.

XV
Cerré mis ojos y los volví hacia mi corazón.
Como un hombre pide vino antes de luchar,
Pedí un sorbo de anteriores y más felices escenas
Esperando así poder cumplir bien mi cometido
Piensa primero, pelea después- el arte del soldado:
Un paladeo del tiempo pasado lo pone todo en orden.

XVI
¡Eso no! Imaginé el enrojecido rostro de Cuthbert
Bajo el adorno de sus dorados rizos,
Querido amigo, hasta que casi pude sentirlo rodear
Su brazo con el mío para llevarme hacia el lugar,
Como él solía hacerlo. ¡Ay! ¡La desgracia de una noche!
Se apagó el nuevo fuego de mi corazón y lo dejó frío

XVII
Luego a Giles, el espíritu del honor- ahí se yergue él,
Leal como hace diez años recién armado caballero
A lo que cualquier hombre honrado se atreviera (dijo él) él se atrevió.
Bien -pero la escena cambia - ¡Puga! ¿Qué manos patibularias
Clavarían un pergamino sobre su pecho? Sus propias manos
Lo leyeron. ¡Pobre traidor, escupió y maldijo!

XVIII
Es preferible este presente que un pasado así;
¡De vuelta hacia mi oscuro sendero otra vez!
Ningún sonido, nada se ve hasta donde alcanza la vista.
¿Enviará la noche una lechuza o un murciélago?
Pregunté, cuando algo en la lóbrega llanura
Vino a interrumpir mis pensamientos y cambiar su curso.

XIX
Un repentino arroyo se atravesó en mi camino,
Tan inesperado como la aparición de una serpiente.
Corriente tumultuosa discordante con las tinieblas;
Ésta, tal como espumeaba, bien podría haber sido un baño
Para la ardiente pezuña de un demonio- al contemplar la ira
De su negro remolino salpicado de escamas y espuma.

XX
¡Tan insignificante, y aún así tan malévolo! A todo lo largo,
Los bajos y esmirriados alisos se arrodillaban ante él,
Los empapados sauces se arrojaban a sí mismos de cabeza en un arranque
De muda desesperación; un suicidio en masa:
El río que les había hecho tanto mal,
Lo que quiera que ello fuese, se iba rodando, sin dejarse disuadir.

XXI
El cual, mientras vadeaba, - ¡Cielo Santo, cómo temí
Poner mi pie sobre la mejilla de un hombre muerto
A cada paso, o sentir la lanza que introduje buscando
Agujeros, enredada en su cabello o su barba!
- Pudo haber sido una rata de agua lo que ensarté
Pero, ¡Ugh! Sonó como el chillido de un bebé.

XXII
Me sentí alegre al llegar a la otra orilla.
Ahora en pos de una tierra mejor. ¡Vano Presagio!
¿Quiénes eran los contendientes, qué guerra libraban,
Cuyo salvaje pisoteo hollaría así el húmedo
Terreno y lo convertiría en una charca? Sapos en un aljibe envenenado,
O gatos salvajes en una jaula de hierro candente.

XXIII
Así debió haberse visto la batalla en aquel claro talado.
¿Qué los acorraló allí, con toda la planicie a su disposición?
No había huellas que condujeran hacia aquellos hórridos maullidos,
Nada salvo eso. Loco brebaje elaborado para que
Sus cerebros piensen, sin duda, como los de los galeotes que el Turco
Enfrenta para divertirse, Cristianos contra Judíos.

XXIV
¡Y más que eso - un estadio más adelante- por qué, ahí!
¿Para qué maléfico uso serviría ese mecanismo, esa rueda,
O freno, no rueda- esa trilla lista para devanar
Cuerpos de hombres como si fuesen seda? Con todo el aspecto
De la herramienta de Tophet, abandonada inadvertidamente en la tierra,
O traída para afilar sus enmohecidos dientes de acero.

XXV
Luego vino un tramo de tierra llena de tocones, otrora un bosque,
Después una ciénaga, o así parecía, y entonces sólo tierra
Desesperada y abandonada (al igual que un tonto halla regocijo,
Hace una cosa y luego la estropea, hasta que su ánimo
¡Cambia y entonces se marcha!) durante un cuarto de acre-
Lodo, arcilla y grava, arena y sombría desolación negra.

XXVI
Ora inflamadas erupciones, de colores vivos y horrendos,
Ora terrenos donde la aridez del suelo
Se volvía moho o una sustancia como forúnculos;
Y apareció un roble paralítico, con una hendidura en él
Como una boca angustiada que resquebraja su corteza
Boqueando a la muerte, y muriendo mientras se repliega.

XXVII
¡Y tan lejos como siempre del final!
Nada en la distancia salvo la noche, nada
¡Hacia dónde dirigir mis pasos! Mientras lo pensaba,
Un gran pájaro negro, el íntimo amigo de Apollyon,
Pasó volando, sin batir sus amplias alas de pluma de dragón
Que rozaron mi gorro- quizá era la guía que yo buscaba.

XXVIII
Pues, mirando hacia arriba, de alguna manera me di cuenta,
A pesar del ocaso, de que la llanura había cedido su lugar
En derredor a las montañas- por honrar con semejante nombre
A los feos y apenas cerros y montículos que tapaban la vista.
Cómo de tal modo me habían sorprendido, - acláralo, ¡Tú!
Cómo salir de ellos no estaba muy claro.

XXIX
Sin embargo, una parte de mí pareció descubrir algún truco
malévolo que me aconteció, Dios sabe cuándo-
En alguna pesadilla tal vez. Aquí terminaba, entonces,
Seguir por ese camino. Cuando, en el preciso momento
De darme por vencido una vez más, escuché un chasquido
¡Como el de una trampa al cerrarse- te hallas en la guarida!

XXX
Como en una llamarada comprendí todo súbitamente,
¡Éste era el lugar! Esas dos colinas a la derecha,
Agazapadas como dos toros con las astas trabadas en pelea;
Mientras a la izquierda, una alta y trasquilada montaña… So tonto,
Viejo senil, dormitando justo ahora¡
Tras pasar una vida adiestrándote para verla!

XXXI
¿Qué se asentaba en el medio sino la Torre misma?
La redondeada torreta achaparrada, ciega como el corazón del loco,
Construida en piedra parda, sin parangón
En el mundo entero. El burlón elfo de la tempestad
Señala con el dedo al marinero, de este modo, el ser invisible
Le ataca, solamente cuando el navío zarpa

XXXII
¿No ves? ¿Acaso por la noche?- por qué, el día¡Regresó para eso! Antes de irse,
El moribundo ocaso ardió en una fisura;
Las colinas, como gigantes en cacería, yacen
Con la barbilla en mano, para ver la caza acorralada-
"¡Ahora apuñala, y termina con la criatura- hasta el mango!"

XXXIII
¿No escuchas? ¡Si hay ruido por todas partes! El tañido
creciente de una campana. Escuchaba
Los nombres de todos los aventureros desaparecidos, mis pares-
Cómo tal era fuerte, y cual valeroso,
Y el otro afortunado, sin embargo, cada uno de ellos de tiempos pasados
¡Perdidos, Perdidos! En un momento tocaba a muerto por años de tristeza

XXXIV
Ahí se encontraban, alineados a lo largo de las faldas de las colinas, reunidos
Para verme por última vez, un marco viviente
¡Para un cuadro más! En un lienzo en llamas
Les vi y les reconocí a todos. Y sin embargo,
Impávido, llevé a mis labios el cuerno,
Y toqué. "El noble Roland ha llegado a la Torre Oscura".

Robert Browning (1855)

sábado, 10 de noviembre de 2007

Vivencias valencianas

Eran casi las 2 de la tarde...

Valencia, es una ciudad de contrastes. Es un tópico, porque supongo que todas las ciudades grandes (800000 habitantes en el municipio y más de millón y medio en el área metropolitana) lo son, ya que en ellas se acumula de todo. Pero es que lo que más me llamó la atención de Valencia fue eso, un contraste enorme y sorprendente entre unas zonas y otras de la ciudad. La convivencia entre lo grandioso y lo miserable es muy estrecha. Al lado de centros gubernamentales se podía encontrar uno con un edificio semiruinoso, o un solar abandonado desde hace años. Todo esto junto la espectacularidad (un tanto pretenciosa, todo hay que decirlo), de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, que da la impresión que ha hecho olvidar a las autoridades que hay otra ciudad, la de la gente, que en algunas partes daba la impresión de estar a punto de derrumbarse. También llamó mi atención la sencillez y simpatía de sus gentes que comparada con lo faraónico de lo que emprenden sus gobernantes y la imagen que proyectan al exterior, es más que sorprendente.

Pero tal vez lo que más me chocó fue el tráfico. Una ciudad que es grande (la tercera de España), tiene un tráfico muy fluido, escaso incluso. Acostumbrado a lo infernal de la circulación palmesana (y mallorquina), que es una de las regiones del mundo con mayor densidad de vehículos, la fluidez y calma de Valencia ha sido todo un hallazgo, y la constatación de algo que he discutido largamente con mucha gente y que casi todo el mundo por aquí cree imposible: que se puede vivir con menos coches. También llamativo es el uso de la bicicleta como medio de transporte, y no como un mero instrumento deportivo (que es como lo usamos aquí).

El aspecto relacional me ha parecido también distinto. La gente es más abierta (la naturaleza cerrada en sí misma de las islas parece producir personalidades también cerradas), y se relaciona con mayor desparpajo, sin tantos complejos. Las mujeres, en general muy bellas, te miran al pasar, haciendo no difícil que tú les respondas con otra mirada o un acercamiento más claro, y no como aquí, que muy a menudo generan cierto rechazo o ponen barreras entre ellas y los demás. Lo que allí es naturalidad y espontáneo, aquí es señal de descaro (o de una belleza física espectacular).

En este pequeño apunte de sensaciones valencianas, quiero destacar una cosa, la comida. Aunque como en todas partes hay bueno y malo, la sensación es que he comido bien y en abundancia. En algunas ocasiones (como la cena del lunes o la comida del miércoles), exquisita, y compensa con mucho otras comidas más flojas. Y si a alguien le interesa, no comí paella (bueno, sí, pero en el aeropuerto de Palma, mientras esperaba para irme).

sábado, 3 de noviembre de 2007

Decepción


En mi (cada vez más lejana) infancia, solía hacerme una idea de cómo iba a ser mi vida de mayor. Proyectaba ilusiones, me trazaba una línea, soñaba despierto. Supongo que todo el mundo lo hace. Como todos los seres humanos cambiamos de continuo, sobretodo en los primeros años de la vida, esos proyectos iban cambiando de forma. Pero en ellos había algunas cosas que se mantenían constantes. Eran, por decirlo de algún modo, mis mayores ilusiones. No he cumplido ninguna. Es más, ahora mismo me alegro de no haber llevado a cabo algunas. Pero hay otras que no he sabido cómo, y lo siento. Mucho. Y me siento fracasado, o al menos desvinculado de aquel pequeño que se soñaba mayor, porque poco es lo que me une a él (tan sólo el hecho de que los demás me sigan reconociendo y llamando por el mismo nombre). Quisiera serle fiel a ese niño, no defraudarlo, pero me temo que el daño ya está hecho. Y es mucho. Muchísimo. Tal vez la única forma es no siguiendo con la farsa. Tal vez cometer una locura sea la solución.

jueves, 1 de noviembre de 2007

miércoles, 31 de octubre de 2007

De importación


No estoy en contra de que se celebren fiestas ajenas a nosotros. Vivimos en sociedades complejas en las que hay gente de todas partes e influencias varias. Ningún problema en que se recuerde que hoy es tal o cual día importante para algunas comunidades. Siempre y cuando no generen conflicto, claro está. O que lo que viene de fuera no anule y borre lo de dentro (aunque tampoco lo tengo claro, han desaparecido tantas manifestaciones culturales y tradicionales que no creo que pase nada por una más). A todo esto es significativo que los niños de hoy en día crean que mañana es fiesta porque hoy es eso que hemos visto en tantas películas que los niños se disfrazan de monstruos y piden caramelos. Eso, que es parecido a lo del aguinaldo navideño, y que se basa en el culto céltico a los muertos (que nosotros practicamos en estos días). Me consta que es así, que lo creen de veras. Hace no tantos años, no sabíamos cuando era eso de halloween. Me acuerdo que cuando era niño (veinte años no es nada) ni siquiera sabíamos cuándo era eso. Y ahora resulta que todos los santos se ha transformado y ya no es lo que era. Como todo lo demás, se ha convertido en una excusa más para puentear, viajar, o hacer fiestas, que es lo que parece que a la gente le gusta. Paralelamente, las patologías psiquiátricas siguen su escalada. Será divertido ver cómo están las cosas dentro do otros veinte años. A saber qué fiestas celebraremos entonces. Yo, mientras tanto, intentaré hacer un hueco para ir a visitar el cementerio.

Entretanto, hoy es San Quintín, y, aunque la batalla no se produjo hoy, este nombre siempre me evoca el Escorial.

martes, 30 de octubre de 2007

Mis batallitas de la mili


Hoy me he levantado con una extraña nostalgia. Me ha dado por recordar hechos y personajes de la mili. Debo de hacerme mayor, porque esto de las batallitas de la mili es cosa de viejos. Las novatadas, los compañeros, los dos arrestos que tuve que padecer, el cabrón del sargento Berga, la jura de bandera (uno de mis mayores secretos es lo que estaba pensando en el momento de jurar bandera, y que nadie insista, que sólo bajo tortura lo diré), ... Todo lo que en aquél momento me disgustó (el hecho mismo de tener que cumplir el servicio militar), ahora se ha teñido con una capa más agradable, entrañable incluso. Han empezado a venir nombres y rostros a mi mente. Y he descubierto, con sorpresa, que no conservo ninguna de aquellas amistades. Ninguno de los que íbamos a las verbenas de uniforme (así se ligaba más, no os podéis hacer a la idea del efecto que el uniforme tiene sobre las féminas) y que tantas tropelías cometimos ha seguido en contacto conmigo. Ni yo con ellos. Y es extraño, porque conservo amigos de todas las demás etapas de mi vida. Hoy les he echado un poco de menos. A todos, a los buenos y a los malos. Porque en la vida hay bueno y malo, y todo es necesario. Y me he sorprendido asegurándome de que me encantaría volver a hacer la mili. Sí, otra vez. Si no fuera porque hace años que pasó a mejor vida... Y creo que ya estoy mayor para ingresar en el ejército como profesional (además de más cascado, otro día hablaré de mi extenso y creciente historial médico)

lunes, 29 de octubre de 2007

Traidor


El día que murió prometí que aprovecharía más los momentos, que no me acobardaría tanto, que la vida son dos días y hay que comerse menos el tarro. Pero qué le vamos a hacer, he vuelto a traicionarme. A mi y a los míos. Tal vez es porque vivir es un continuo acto de traición, el hecho más inmoral.

domingo, 28 de octubre de 2007

Desde el control


Los sonidos de la agonía se podían escuchar desde el control de enfermería. La noche iba a ser larga. El hombre llevaba dos días muriéndose, y la cosa tenía tiempo de prolongarse al menos hasta el amanecer. Elisa no tenía claro si incluso más. La gente tiende a morir al alba, pero no es una ley matemática, y con lo que estaba tardando aquel pobre hombre en morir, no pondría su mano en el fuego por una hora concreta. A veces apostaba con sus compañeras la hora en que los pacientes agonizantes iban a morir. Ella se equivocaba pocas veces. Los años de experiencia en la unidad de oncología le habían hecho desarrollar un fino olfato para la muerte. Excepto para casos así de erráticos. Aquel hombre debería haber muerto hacía días, pero siguió uno de esos extraños patrones de milagrosas recuperaciones que lo único que presagiaban era un final muy próximo. En una de esas mejorías le pidió que por favor no lo dejara marchar. Se lo dijo apretando su muñeca con fuerza, con una voz inusitada por lo enérgico. Se trataba de una orden. Y ella sabía que no podía cumplirla, porque tarde o temprano la muerte se conbraría a su víctima, por mucho que ella hiciera. Se encontraba en un punto en el que lo único, que no era poco, que se podía hacer por él era que muriera de la forma más cómoda posible. Pero no se podía evitar el desenlace. Por eso Elisa se sentía un poco descorazonada. No por no poder satisfacer al paciente, sino porque la forma en que se lo había dicho le asustó. Sentía un cierto temor hacia ese hombre. Ella y todo el personal de la unidad. Siempre se había mostrado huraño, malhumorado e hiriente. Cuando estuvo mejor y podía pasear, le gustaba asustar a las enfermeras y a los otros pacientes.

"Está loco", decían los médicos y su supervisora cuando se quejaban de su comportamiento, como si eso lo dulcificara. Pero a Elisa eso le inquietaba más. A saber lo que podría haber llegado a hacer. Una vez lo pillaron dormido con un cigarrillo casi consumido en la mano y la sábana llena de cenizas. Para colmo llevaba oxígeno. Podría haber provocado una desgracia. Nadie allí le quería. Nadie llegó a desarrollar ninguna clase de afectividad con él, como a veces sucedía con otros pacientes. Al contrario, el único sentimiento que generaba era la aversión mezclada con un vago temor. Incluso hubo algunas auxiliares que caminaban mas rápido al pasar por delante de su habitación. No tocaba al timbre, gritaba desde su cama lo que quería. Y había que ir rápido, porque podía montar el número.

Nadie le visitaba, nunca se supo de familiares o amigos. También era una incógnita de dónde sacaba las revistas y cigarros que a veces tenía. Sospechaban que los robaba a los otros pacientes. La cuestión es que ahora se estaba muriendo de verdad, y nadie quería llevar al paciente. Nadie quería estar allí cuando muriera. Porque er desagradable hasta para morir. Los estertores provocados por el acúmulo de secreciones en la garganta eran escandalosos, y se oían desde fuera. Les hubiera gustado trasladarlo al extremo distal del pasillo, pero estaba la unidad llena y era difícil hacer esos malabarismos administrativos (además, no había tiempo). Además, les daba cosa pasear al moribundo y que todos por allí vieran la escena. La cuestión es que ahora todos los que iban al control a pedir algo, o que simplemente iban arriba y abajo por el pasillo, tenían que pasar y oír al anciano morir. Y encima no sabían cuanto tiempo podía durar. Porque el hombre se aferraba a la vida. La orden tajante que le dio a Elisa era una señal de que no queróia morir. Y la experiencia le enseñaba que cuando alguien no deseaba morir, tardaba mucho más que aquellos que habían aceptado su destino. Era algo raro y difícil de explicar, pero así era.

La noche iba a ser larga. Ella tampoco quería que se le muriera a ella, no deseaba tener que amortajarlo. Y le daba cosa entrar sola a ponerle la morfina que llevaba pautada a modo de sedación. Al mismo tiempo deseaba que, cuando al cabo de dos días volviera al trabajo, aquel homnbre tan desagradable no estuviera. Pero no estaba segura de que así fuera. Y eso la desasosegaba.

sábado, 27 de octubre de 2007

Porqué


Muchas veces me pregunta la gente sobre mi afición filosófica. Y no sé muy bien qué contestar. Porque a decir verdad, no pienso ganarme la vida con la filosofía. Es más, pretender ganarse la vida con la filosofía ya me parece estar cometiendo una traición. Simplemente, me parece que el impulso filosófico originario va en otra dirección, no es tanto un empleo, una profesión o una carrera como una actitud, un modo de vida. Dicho de forma sencilla, no se es filósofo del mismo modo que se es panadero (y que no se entienda en ello un desprecio). Es algo que se lleva, como el carácter. Se es filósofo mucho antes de tener conocimientos filosóficos.

Hubo un tiempo en el que sí que me hubiera gustado poder "vivir de la filosofía". Pero me he dado cuenta de que no, de que lo que a mi me mueve es otra cosa, es un prurito, un escozor interno que me lleva a cuestionar, a examinar y preguntar. Y esas preguntas me llevan a buscar respuestas, que al mismo tiempo engendran nuevas preguntas. La pregunta, y, por tanto la incertidumbre del no saber muy bien a qué atenerme es lo que me ha llevado a buscar en la filosofía (en la actitud filosófica) respuestas y asideros (efímeros todos). Si me interesa lo académico (frecuento conferencias, algunos profesores universitarios, sin olvidar que me hallo metido en la locura de estar haciendo el doctorado en filosofía) es por lo que me puede aportar de nuevas sugerencias, autores, ideas, pensamientos... que me ayuden a seguir flotando en esta miseria. Porque sinceramente, así como soy, no sé qué haría sin mis lecturas y mi filosofía. La profesión no me llena (eso que dicen por ahí sobre "sentirse realizado", ¿de verdad hay alguien que se sienta así?). De hecho, no me llena nada. La filosofía tampoco, pero al menos me ha permitido conocer esta peculiar (o no) circunstancia mía. Y eso ya es mucho, sobretodo teniendo en cuenta que todo lo demás tiende a hacerme mirar para otro lado.

martes, 23 de octubre de 2007

Tom Jones y Jools holland. Saint James infirmary.

Cuando no estoy inspirado, o no tengo tiempo, o ganas para volcar aquí mis paranoias y creaciones, pongo música, para mantener el ritmo (ahora decreciente, no sé por cuánto tiempo) de posteo. La música es una parte muy importante de mi vida. Me ha acompañado en bueno y en malos momentos, y siempre ando detrás de nuevos descubrimientos musicales y con canciones y melodías en mi mente. Y en las últimas semanas estoy escuchando mucha música americana, tradicional. Canciones que tienen más de un siglo de vida y que han surgido de las capas populares, de granjas y campos de cultivo, de suburbios y carreteras. El otro día puse The house of the rising sun, y hoy toca otra de esas canciones que hablan de marginación y miseria, de borrachos y gentes con vidas desgraciadas y abismosas. Se trata de Saint James infirmary, tonada que trata sobre un hombre que va al hospital a ver a su chica, se la encuentra muerta y luego se va a ahogar su pena en alcohol. También ha sido versionada en muchas ocasiones, pero hoy pongo una que, sin ser la mejor, ni la más conocida (las hay de Cab Calloway, Louis Armstrong, o Billie Holliday, por poner sólo unos ejemplos), sí que tiene fuerza. Se trata de la que realizaron el poderoso Tom Jones y Jools Holland en directo en el programa televisivo del segundo (un programa que ya podríamos tener por aquí, impresionante).