lunes, 19 de febrero de 2007

Mis músicas favoritas IX. Pink Floyd, The Wall

Comfortably Numb, una de las piezas destacadas

De nuevo nos hallamos ante una trayectoria, la de Pink Floyd, en la que hay muchos momentos destacables. Pero si me dan a elegir, me quedo con la ópera rock The Wall, de 1979. En ella se nos cuenta la vida de Pink, un cantante de rock, y su descenso vital hacia la locura.

La historia empieza cuando Pink es niño y pierde a su padre en la Segunda Guerra Mundial, tras lo cual la madre lo sobreprotege de forma excesiva. También en la niñez, Pink se ha de enfrentar a un sistema educativo que intenta ridiculizar y reprimir la sensibilidad poética que manifiesta. Al hacerse mayor, la vida del protagonista se va embarcando en el típico mundo de sexo, drogas y rock and roll, viéndose arrastrado a varios fracasos sentimentales que le van minando. Todas estas circunstancias se van acumulando, constituyendo ladrillos con los que poco a poco va construyéndose un muro con el que aislarse del exterior. A medida que avanza la obra, nos encontramos con un Pink más obsesivo y aislado, metido en su mundo y sin querer saber nada de lo que pasa más allá de su piel. En el climax final, al borde de la muerte por una sobredosis, la locura se presdenta en forma de dictador fascistoide que quiere dominarlo a él y a todo su mundo. El momento último lo constituye un juicio en el que se decide entre la locura o la cordura, entre derribar el muro o mantenerlo en pie (la decisión es clara, hay que destruir el muro).

Musicalmente, la obra tiene varios momentos brillantes, destacando la parte primera, donde se nos narra la infancia del protagonista (aquí está el archiconocido Another brick in the wall II, tal vez la pieza más famosa de la obra), y la del final, con el delirio dictatorial y el juicio. Hacia la mitad hay una parte tal vez un poco más floja, en la que las músicas deprimentes y poco construidas pretenden meternos en la atormentada mente de Pink.

En 1982, Alan Parker llevó la obra al cine, interpretada por Bob Geldoff en el papel de Pink, y que ampliaba en algunos temas la obra original, dándole algo más de complejidad y profundidad al personaje. Destacan en la película las animaciones que realizó Gerald Scarfe, que constituyen un hito en la historia de la animación. La película tiene un final inquietante que el disco no tuvo, y es que al final, tras la demolición del muro, vemos a varios niños jugando con los cascotes, cogiéndolos y apiñándolos, dando a entender que el muro no se ha acabado del todo, que los ladrillos siguen ahí y que alguien podrá hacerse su muro con ellos.

Es preciso señalar que se puede ver en esta obra una referencia a la situación política del momento, con el muro de Berlín aislando a una parte del mundo de la otra, dejándola en manos de dictaduras irracionales que se negaban a cualquier clase de apertura. Esta posibilidad es apoyada por el hecho de que Roger Waters organizó en 1990 una representación gigantesca de la obra en Berlín, para celebrar la caída del Muro.

En fin, que recomiendo tanto la audición del disco como el visionado de la película (casi mejor esto último, ya que se podrá entender mucho mejor la historia). A mi me impactó cuando la vi hará unos diez años y ya la he visto unas cuantas veces (y las que me quedan).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo soy pinkfloydómano de pro, desde que era un chinorri... me chiflan todos sus discos, que deben ser los que más he escuchado durante mi vida. Pero no es este The Wall mi favorito. A Waters se le fue la mano y la ambición en este proyecto, me parece. En los anteriores discos, las aportaciones compositivas del resto del grupo les daban más variedad y profundidad, creo yo. Los temas en los que interviene Gilmour (Comfortably numb, justamente) me parecen los mejores... esa guitarra astral no puede despreciarse. En fin, opiniones. No me hagas mucho caso.

Eso sí, coincido con lo de la película. La vi entera por primera vez hace ya unos años, con unos amigos y amigas, fumando porros como locos... te imaginarás el recuerdo que tengo. Uf.

El Pez Martillo dijo...

A Pink Floyd siempre se les ha acusado de cierta grandilocuencia y megalomania. Puede que algo de eso haya, pero eso no impide que hayan firmado grandes momentos de la música contemporánea.

Otros trabajos muy buenos de la banda son Dark side of the moon y Wish you were here, dos grandes clásicos.

Anónimo dijo...

Ya, a Pink Floyd se les ha acusado de eso y más, pero yo me refería, en este caso concreto, a Roger Waters y sólo a él, que para eso fue el responsable casi-único de The Wall. Y de The final cut, que es posiblemente el LP más malo que firmó la banda en su formación más longeva. Aunque a mí también me guste, claro. Incondicionalidad y tal.