domingo, 6 de mayo de 2007

Frente a la Academia


Últimamente ando un poco mosqueado con la academia. En realidad hace ya mucho tiempo. Pero en los últimos meses más. Por sus contenidos, por sus métodos, y por sus formas. Tanta cita, tanta nota pie de página, tanto comentario del comentario. Capas y capas de textos que poco a poco nos alejan del suelo, dejándonos en una región endogámica. Y claro, ya sabemos lo que ocurre con la endogamia, que surgen los engendros y los tarados. La universidad está llena de ellos. Hace más de diez años que me muevo en el mundo universitario, y he conocido a muchos profesores y gente del mundillo académico. Y qué queréis que os diga, los que se salvan pueden contarse con los dedos de una mano. Y éstos están en los márgenes, en el limbo de los que saben que la cosa no va mucho con ellos, aunque estén metidos hasta arriba en el ajo.

Se dedican a rumiar, a buscar relaciones, a amplificar el más mínimo detalle, olvidando que tras él hay un todo. En algunas disciplinas científicas tal vez sea útil. Pero en lo que se ha dado en llamar letras no acaba de ser un poco gracioso. Pero es que la dinámica del mundo académico es esa. hay que publicar, sacar resultados, rendir cuentas. Así se pueden hacer balances a fin de curso y de este modo asignar recursos en función de la actividad desarrollada por cada departamento. Como digo, en ciencia está muy bien, pero a los que nos dedicamos a leer y a pensar, resulta ridículo que se nos anden pidiendo cuentas. Pero es el mundo en que nos encontramos. Y muchos parecen estar contentos así. Y se dan a la tarea de la regurgitación, del eterno retorno de lo mismo, de la molienda, olvidando por el camino que tal vez su labor sea otra (si es que quieren seguir llamándose como se llaman).

Algunos preguntarán que cómo es que sigo metido allí dentro si tanto los critico. Y creo que la respuesta es sencilla. No me gusta lo que se hace allí, pero es necesario. Hago un uso instrumental. La molienda me enseña cosas. Para eso están. Y yo hago mi propio digestión. Intento regurgitar lo mínimo, y digerir lo máximo que pueda, es decir, integrarlo en mi persona. Porque si no es para eso, no concibo para qué se puede hacer lo que hago. Y me parece que hoy se me ha repetido algo de lo que engullido últimamente.

4 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

Hola Brad.

Ya le dije ayer que no me sentía en la línea de lo que quería usted decir hoy en su blog, y al leer su entrada me reafirmo: no lo suscribo. No comparto esa idea tan romántica que tiene usted de las carreras de letras, eso de que no se nos pueden 'pedir cuentas'. ¡Por supuesto que sí! ¿O es que nos postulamos en el mismo plan intocable que los petardos del cine español? Si alguien pretende ser filósofo al margen de los cauces académicos puede hacerlo perfectamente, nadie se lo impide, y medios tiene. Pero si uno entra en la Academia y pretende mantenerse hay cosas con las que hay que cumplir. Simple vínculo entre derechos y deberes. Otra cosa son las mandangas que se cuecen en el interior de los departamentos, y el nuestro, por desgracia, no es una excepción, aunque todo eso no tiene nada que ver con el contenido de lo que se imparte, aprende o investiga. Herr doktor aboga por el 'servilismo del pedir cuentas' aunque no por el 'servilismo de lamer culos', que es el más practicado también en nuestro departamento. Bueno, al menos usted y yo, en este caso, tenemos la conciencia tranquila, también porque nos movemos en los márgenes.

saludos

El Pez Martillo dijo...

Yorch

Que haya cosas que cumplir no implica ciega adhesión. Todos hacemos muchas cosas que no nos gustaría. Claro que hay que rendir cuentas, hay que evaluar el trabajo de algún modo. Pero mi crítica iba a que se siguen los mismos criterios que, por ejemplo, evaluar la biología. No me pongo en plan intocable, pero sí que abogo por la marginalidad de la filosofía (etimológicamente, que nos tengan en los márgenes, que no nos presten mucha atención).

Usted sabe bien que mi vínculo a la Academia es muy tenue, y desde luego no pretendo quedarme en ella. Mi relación es instrumental, voy para escuchar y asimilar cosas (además de por esas sesiones de bar) no por lameculismos. Conocemos algunos casos de gentes que están entrando a saco en la Academia (venga a publicar artículos, a hacerse colaboradores de según que profesores, a desplazar a otros...). Sencillamente, no aspiro a eso. Para lo que me interesa, la filosofía no es eso. Soy consciente de que sólo es una universidad, y que allí hay profesores, y que su trabajo es ése. Muchas veces la confusión la generan ellos, haciéndose pasar por lo que no son.

Y por cierto, como dije en la entrada, en ella he hecho lo que he criticado, he tomado algunas ideas que no son mías, parafraseando a algunos de los grandes. Eso sí, haciendo mías sus palabras, sin notas a pie de página.

Johannes A. von Horrach dijo...

Que quede claro para quienes no nos conocen que Brad Pitto y Yorch Cluni funcionamos (o eso intentamos) al margen de la Academia. Si respondemos ante alguien, esos son el Gran Profeta (es decir, el Rabino Satánico) o el mismo Altísimo de la Pampa (the Big Tiger). Perdónanos, Abba, que no sabemos lo que hacemos. ¡¡Aaaaaleluyaaaaaa, aaaaleeeeeeelu....

El Pez Martillo dijo...

Ya se lo he dicho esta tarde. Está usted enfermo. Pero aún así, AMEN.