lunes, 17 de marzo de 2008

El salt de la bella dona.


Espoleado por Pensadora, paso a relatar una vieja leyenda mallorquina:

Hace casi un año escribí sobre el santuario de Lluc, lugar sagrado y centro de peregrinaje para los mallorquines enclavado en el corazón de la Serra de Tramuntana. En aquella región se acumulan numerosos relatos de hechos extraordinarios y milagrosos atribuidos a la Virgen de Lluc (incluso la modernidad, que se las da de racional y huye de lo religioso, ha vertido en ella avistamientos OVNI y extraños sucesos). Uno de estos milagros, tal vez el más conocido por los isleños, es el que se refiere al llamado "salt de la bella dona". Quien suba con un mallorquín a Lluc tendrá que oir la historia al pasar por el lugar conocido por ese nombre. Se llega a él más o menos a medio camino de la subida al santuario, y cabe decir que, por lo inesperado, es espectacular. Tras una parte muy sinuosa de la carretera, se entra en una parte más llana y con menos curvas. La vista se pierde entre los árboles, que la rodean. De pronto, la cinta de asfalto se encaja entre las rocas, escoltada por dos peñascos que la cubren de sombras. Sólo son unos metros, y después viene el salt. El camino, que como ya digo venía en meido del bosque, se abre de pronto y sin aviso a un barranco de algunos cientos de metros. La carretera está literalmente colgada en el acantilado, y la vista es impresionante y sobrecogedora (y vertiginosa también). Pues bien, ahí sucedió el milagro.

No se sabe cuando, habitó en el llano mallorquín una mujer espléndida, hermosa como ninguna. Como no podía ser de otro modo, su marido sucumbió a los celos que le provocaba el hecho de que su mujer fuera el centro de las atenciones de todo el mundo (y sobretodo de los hombres, claro), y planeó una forma de deshacerse de ella. Hay una versión de la leyenda que cuenta que ella se entendía con un labriego, y que ese fue el motivo de la actuación del marido. Eso es lo de menos, los hechos principales no cambian en nada. Por lo visto, la mujer era muy beata, y él la convenció para ir a visitar a la Virgen a Lluc, a lo que ella accedió gustosa. En la subida, al llegar al barranco, él la animó a arrimarse al mirador para admirar las vistas, momento que él aprovechó para empujarla al vacío. Ufano por haberse librado por fin de la causante de sus tribulaciones, emprendió el camino de regreso. Pero empezó a sentir remordimientos por la barabaridad que había acabado de cometer. Así que decidió terminar la subida al monasterio y pedir perdón a la Virgen. Su arrepentimiento iba en aumento a medida que avanzaba en el camino, y llegó al monasterio en medio de un tremendo sufrimiento espiritual e implorando perdón de forma desesperada. Al llegar, se quedó helado, porque encontró a su esposa arrodillada rezando frente a la imagen de la Virgen. Cuando logró reponerse del lógico susto, le preguntó cómo había logrado sobrevivir. Y ella le respondió que eso se lo tenía que reponder a la Virgen. Como colofón a la historia, cabe señalar que las dos mujeres, tanto la esposa como la Virgen, le perdonaron, y los dos volvieron a su casa y fueron felices, sin ninguna clase de celos.

Más o menos esta es la historia, al menos la más piadosa y popularmente aceptada. Pero existe otra versión, más pagana. La variación es que la mujer, como ya he apuntado, tenía un amante, que resultaba ser la encarnación de una deidad, y que fue el que, trasformado en bestia alada, recogió a la mujer en su caída, para depositarla en el monasterio, donde ella pudo ir a rezar.

Hasta aquí la lección de hoy de cultura popular mallorquina. Otro día, si me animo, cuento otra leyenda, de signo más oscuro y maligno, pero también unida a la montaña: la historia del Comte Mal.

7 comentarios:

PENSADORA dijo...

Muchísimas gracias!
Un detallazo por su parte.
Por descontado que mola más la versión pagana.
Habrá que darse una vuelta por la zona, que igual ya he estado y no me acuerdo.
Bueno, semana corta... a disfrutar!

El Pez Martillo dijo...

Muchísimas de nadas!
Ha sido un placer satisfacer su curiosidad y contar a la gente la historia.

¿Semana corta? que yo sepa dura siete días como todas las demás (y yo tengo que ir a currar igualmente, la enfermedad no entiende de festivos...).

Saludos.

Stones dijo...

Me ha gustado el post...

PENSADORA dijo...

Jejeje! para mí sí que es corta, los coches sí que pueden esperar aunque también enfermen.

El Pez Martillo dijo...

Me alegro de que te haya gustado, Stones.

Pensadora, lo bnueno de currar en festivos es que te los pagan, jejej. Y moverse por la ciudad es mucho más sencillo cuando no hay nadie circulando.

Saludos a las dos, y que pasen una buena Semana Santa.

Anónimo dijo...

Estoy recorriendo la ruta hacia Lluc desde Puerto Rico (Caribe) con la ayuda del internet. Gracias por relatar la leyenda para los que no hemos tenido la dicha de visitar la tierra de nuestros abuelos.

El Pez Martillo dijo...

Gracias anónimo a ti por visitar este rinconcito de Internet y por dejar el comentario. Y encantado de poder levar un trocito de la isla a cualquier parte del mundo, y más si es para gente con algún lazo con ella.

Un saludo.