jueves, 8 de enero de 2009

Karma hospitalario


Para I.D.R., reina de la peritofundina, musa del hemofiltro.

En mi cada vez más larga experiencia profesional , he podido observar (es algo intuitivo, desde luego nada científico) cómo hay gentes que, de un modo u otro, afectan a la dinámica de la unidad. Algunas lo hacen a peor, y acostumbran a tener malas guardias, repletas de complicaciones (tontas o no), ingresos y líos. Otras, en cambio, son como balsámicos, y si están de turno, incluso los pacientes a su cargo mejoran. Es como si con nosotros cargáramos con un aura o energía que transmitimos a los pacientes y a todos los demás, haciendo que todo a nuestro alrededor se vea influido por ella. Como si el enfermo captara la serenidad o el nerviosismo que nos provoca, y actuara en concordancia, poniéndose mejor o peor. Por supuesto, habría enfermos más sensibles que otros, con lo cual se abre cierto abanico de posibilidades y una variablidad como la que se ve en la práctica (donde hay días y pacientes más tranquilos que otros).

A bote pronto parece una tontería, pero es curioso cómo las movidas les ocurren siempre, con insistencia pasmosa, a la mismas personas, que acarrean cierta fama de gafes (incluso hacen gala de ello, como cuando me dicen, literalmente, "mis noches siempre son malas"). Tal vez sea cuestión de pericia y buen hacer, pero no deja de extrañarme cómo también acaban afectando estas gentes a los que con ellas trabajan, promoviendo un ambiente mejor o peor (y, claro está, la fama les acaba precedediendo, con lo cual puede haber también algo de sugestión colectiva).

En cualquier caso, sea por lo que sea, algunos son tachados de gafes, y sus guardias y turnos son temidos, mientras que con otros, a pesar de estar los pacientes muy graves, la cosa va como una seda. Por algo será.


8 comentarios:

PENSADORA dijo...

Sé bien que no cree usted en estas cosas, pero ya le digo yo que existen flujos de energía no visible que afectan ¡y de que manera!.

Las personas transmitimos incluso sin darnos cuenta, nuestro estado de ánimo, nuestra manera de ser, nuestras energías (buenas o malas) a los demás.

Yo lo noto, en el trabajo, las amistades... en todo!. Las cosas cambian mucho a mi alrededor en dependencia del punto de vista desde el que las miro....

Ains! que me pongo esotérica... jejeje!

El Pez Martillo dijo...

Ojo, que yo no he dicho que no crea en estas cosas. Sólo he puesto de manifiesto que los efectos se dan. Las causas, son más discutibles, pero que al entrar en un sitio, algunas veces notas si hay buen o mal ambiente es un hecho (y sin tener que ver si hay malas caras o no), por poner un ejemplo.

Tona dijo...

Desde mi expriencia profesional opino que estás hablando de cosas diferentes.
No vamos a discutir ahora lo que ha comentado Pensadora con la que coincido plenamenteya le digo yo que existen flujos de energía no visible que afectan ¡y de que manera!.

Las personas transmitimos incluso sin darnos cuenta, nuestro estado de ánimo, nuestra manera de ser, nuestras energías (buenas o malas) a los demás
y su importancia decisiva en nuestro trabajo como enfermer@s. Otra cosa son las rachas de aumento de la demanda asistencial, urgencias y complicaciones que a veces se producen en nuestro trabajo al igual que pasa en otros establecimientos que ofrecen servicios a la población y si te toca te toca, puro azar.
Por último está claro que hay personas que afrontan todo lo anterior con serenidad, control y hacen fácil lo que en principio parecia difícil y otras personas que siempre parecen insatisfechas con lo que hacen,porque lo están. A todos los anteriores añadiría los que calladitos son puros espectadores y van siempre a la suya.
En todo caso esto refleja la necesidad de una gestión de los recursos humanos más actualizada
con los tiempos que corren, creo que ésta es una asignatura pendiente.(seguimos funcionando con una mentalidad de mitad del siglo XX [mentalidad ATS]y ya han pasado unos cuantos inviernos).No llevamos cofia enganchada al pelo,pero sí que la llevamos en la cabeza, nada ha cambiado.

ELECTRA dijo...

estoy totalmente deacuerdo contigo, transmitimos y en consecuencia, recibimos, a veces sin querer y otras queriendo.
sl2

El Pez Martillo dijo...

Tona, no estoy hablando de dos cosas distintas, porque son tan ndistintas que no se pueden confundir.

Hace unos años viví con una compañera un caso exagerado de lo que comento. No es por ponerme medallas, pero tengo cierta fama de antigafe, y mis turnos suelen ser tranquilos (unos mejores y otros peore, y naturalmente los hay de locura). Al repartirnos los pacientes con esta compañera, invariablemente, cogiera los que cogiera, iba de culo (y no era cosa de que se organizara mal, sino que se le complicaban, se paraban, tenían que hacerles pruebas urgentes...), mientras que los míos iban como la seda y tenía que echarle una mano a la pobre.

Creo que esto va más allá de la gestión de recursos humanos (que, por otro lado, no estaría mal que se mejorara).

Electra, pues si estamos de acuerdo, no hay mucho más que decir.

Saludos.

Tona dijo...

Me temo que hay ciertas variables que producen un sego en lo que comentas.
Yo he tenido de todo, días con turnos de calma total(en los que me leía una novela por noche)y otros de locura.Creo que esto es lo que sucede habitualmente con tod@s.Sólo es cuestión del tiempo de exposición.

Tona dijo...

donde dice sego lease sesgo

El Pez Martillo dijo...

Hasta que no lo has dicho, no me he dado cuenta de que ponía sego, jajaj.

Claro que hay días mejores y peores, y que parte se debe al azar. Pero no sé, algo debe de haber para que yo, que no creo en estas cosas, lo barrunte desde hace tiempo y hasta esté casi convencido. Pero ya digo, es solo una intuición.