miércoles, 30 de septiembre de 2009

Presidentes en confianza

Lo de nuestros presidentes con sus homónimos norteamericanos es de traca. Cuando se sienten cercanos a ellos (ideológicamente, estratégicamente y/o humanamente), cometen tonterías. El anterior le plantó los pies en la mesa a Bush:
El de ahora le planta sus hijas al que vino después:


En ambos casos, la misma actitud deslumbrada ante el personaje más poderoso del mundo, el creerse los reyes del mambo porque se cuenta con su aprobación. El pavoneo y la chulería. Porque nosotros lo valemos.

Auguro para la próxima visita del presidente de los EE.UU. a España en primavera salvas de reverencias ministeriales, como ya ocurrió en otra ocasión. Y él los jaleará y les dará palmaditas en la espalda, como quien da pescados a los delfines para que sigan deleitándole con sus cabriolas.

Lo he dicho ya algunas veces, pero no me cansaré de repetirlo: nos merecemos todo lo que nos pase. Y probablemente sea poco comparado con lo que realmente tendría que caernos.

martes, 29 de septiembre de 2009

Nombrar los nombres


¿A nadie más le ha llamado la atención el esmero que ponen los presentadores de telediarios en pronunciar nombres extranjeros (algunos parecen alemanes al decir Gürtel), y lo mal que dicen los nombres en las otras lenguas españolas que no dominan? No debe ser tan difícil encontrar a alguien que te diga cómo se pronuncia cualquier palabra, que seguro que en la redacción hay gente de todas partes.

Se trata de un síntoma más de la miseria del país, que pierde el culo con los extranjeros (si vienen de países con más prestigio y aura, claro), pero que da de lado a todo lo suyo. Eso sí, luego con cuatro frases patrioteras y cuatro ondeantes banderas creemos estar defendiendo y queriendo a España más que nadie. Y sí, puede que sí. Pero obras son amores, y no buenas razones.

lunes, 28 de septiembre de 2009

A vueltas con la discriminación positiva


Poniendo el acento en lo de "positivo" que pueda tener, creen que nos hacen olvidar que no se trata de una discriminación. Llama la atención que los que con más ahínco la defienden sean los mismos que se llenan la boca de justicia y libertad y demás "altos valores". En el fondo, es otra maniobra más para discriminar, pero con la conciencia tranquila ("porque, coño, lo hacemos por la justicia y por el bien de todos").

"Es que así se reparan las injusticias cometidas durante siglos", dicen. Como si esto fuera una cuestión de balances y de suma 0. Que no nos carguen a nosotros ni a los futuros con los pecados cometidos por los antepasados. ¿Hay que ajustar cuentas con el pasado? ¿No basta con tenerlo presente para no repetir esas injusticias?.

Y aún más, ¿hasta cuándo hay que mantener dicha discriminación? ¿Cuándo se habrá saldado la cuenta?.

Lo dicho, toda una pirueta para hacer lo mismo de siempre y creer sin autocrítica y autocomplacientemente que se está en la senda correcta, que somos los agentes del Bien.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Políticos de segunda generación


Tras más de treinta años de democracia formal, empiezan a aparecer por aquí y por allá los políticos de segunda generación, es decir, los hijos de los políticos que entran en política. Por suerte, no todos los hijos lo hacen (como no todos los hijos de médicos se hacen médicos), pero con los que hay ya tenemos suficiente. El haber conocido desde pequeños de qué va todo ese tinglado les otorga cierta ventaja frente a los novatos, y a poco que tengan un interés real por la cosa pública, meten la cabeza con más facilidad. Como la familia es lo que importa, el apellido otorga cierta aura, sobre todo si el/la progenitor/a ocupa algún cargo de importancia dentro de la nomenklatura, y llegan normalmente más lejos que sus padres (en todo). De momento sólo asoman la cabeza, pero llegará el día en que haya más y que ocupen altos cargos, o que lleguen sus hijos y nietos.
En resumen, que con esto de la deriva dinástica de la democracia (otros países nos llevan ventaja, pensemos en los Kennedy, los Clinton, o los Bush...), uno se espera lo peor (aunque eventualmente algo bueno pueda caer).

jueves, 24 de septiembre de 2009

El nuevo orden


En uno de esos arranques que a veces nos dan, me he puesto a reorganizar mi biblioteca. Nunca ha tenido un orden, ni de autores ni temático. Simplemente, a medida que he ido comprando libros los he ido colocando en los huecos que tenía en los estantes. Como no tengo muchos (un par de cientos a lo sumo, ya que no tengo tanto espacio) siempre he sabido en todo momento dónde tenía el libro que me interesaba. Pero ahora que con la tesis estoy consultando muchos volúmenes, he creído necesario, más que nada por ahorrarme esfuerzos, colocar todos los libros de filosofía cerca de mi mesa de trabajo, para tenerlos a mano casi sin tener que levantarme.

No he seguido ningún criterio más allá de los estéticos y utilitarios, es decir, los he colocado por orden de tamaño y procurando distribuir el peso. De este modo, me ha quedado una organización un tanto extraña, en la que se entremezclan autores de lo más variopinto (con predominio de temática nietzscheana y metafísica). Lo más llamativo del batiburrillo es ver a Platón junto a Nietzsche (La gaya ciencia junto a una edición conjunta del Fedón y el Fedro). Extraña combinación, teniendo en cuenta toda la bilis que el alemán echó sobre los textos del griego. Pero en el fondo una feliz conjunción, porque siempre he tenido la intuición de que a pesar de lo del "platonismo invertido" y demás lindezas, en Nietzsche latía un gran platónico.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Fronteras de tiempo


Ya tenía alguna señal, una ligera intuición, pero en los últimos meses he tomado plena conciencia de ello: me cuesta mucho entenderme con los veinteañeros (sobre todo con los de la primera mitad, la que va de los 20 a los 25). No es que tengamos gustos y aficiones distintas (a decir verdad, no coincido ni con la mayoría de coetáneos), es que ni siquiera congenio con ellos. Ni ellos conmigo. De algún modo, he transpasado una frontera, un barrera que no sé en qué consiste, pero que me hace verlos como ajenos, como seres extraños con los que, a lo sumo, podré tener alguna con fluencia esporádica.

martes, 22 de septiembre de 2009

Al principio de la amistad


Detesto a la gente que se da con excesiva facilidad. Esos que desde el primer momento ya parece que son tus mejores amigos. Nos privan de uno de los grandes pilares sobre los que se eleva la amistad y las relaciones humanas: el ir descubriendo nuevos matices y aristas, el sentir que cada día con esa persona puede otorgarnos algún nuevo don, el saber que es posible que no tengamos fondo, que podemos dar (y que pueden dar) a manos llenas sin vaciarnos. Quien todo lo da de entrada, es muy probable que no tenga nada más que ofrecer, y por lo tanto aboquen la amistad a la fugacidad (la cual, si bien también es amistad, deja siempre un poso notable de indiferencia).

lunes, 21 de septiembre de 2009

Riesgos


Cuando un artista está muy pendiente del mensaje que pretende emitir, o del compromiso que quiere pregonar, corre el riesgo de olvidarse del arte (sea cual sea).

viernes, 18 de septiembre de 2009

El verano de los Soprano


En junio empecé con los Soprano. En Septiembre he terminado con ellos. 86 episodios, seis temporadas y media comprimidas en tres meses. Ha sido un idilio veraniego intenso. Y como ocurre con estas historias, el final es confuso y decepcionante, con el amargo regusto del "lo que pudo ser". En cualquier caso, el verano del 2009 será para mí el verano de los Soprano. Me tendré que buscar algo para el otoño. ¿Alguna sugerencia?

jueves, 17 de septiembre de 2009

Prensa y deportes

Uno que se baja el sueldo, otro que abre una tienda, y el primo de alguien. ¿Y el deporte?

A veces las ganas de provocar me pueden. El otro día, se me ocurrió, ante alguien que sólo lee prensa deportiva, atacar a la susodicha:

-La prensa deportiva es de lo peor que hay.
-¿Peor que la del corazón?
-Sí, peor. Más vergonzosa y rastrera.

Ahí quedó la cosa. Supongo que porque le pareció tan absurdo lo que decía que no merecía ninguna respuesta. Pero si nos ponemos a comparar, la cosa no es tan absurda. Unos sacan sus revistas llenas de rumores, desmentidos, datos (algunos falsos), sensacionalismos y demás fuegos de artificio una vez a la semana. Los otros todos los días (con periódicos estrictamente deportivos y con secciones en los diarios generalistas). Es cierto que la cosa se compensa en televisión, donde la prensa rosa acapara horas y horas de programación (pero no tiene ningún canal temático, todavía, como sí tiene el deporte). Están abonados al forofismo hooliganiano y al sesgo, porque claro, se dirigen a un público sesgado en exceso (en muchos cassos pesa más el color deportivo que el político, ante el cual somos más laxos), buscando, supongo, generar polémicas e información para vender más periódicos y tener más audiencia. ¿Que un entrenador hace un mal gesto en una rueda de prensa?(a lo mejor porque le ha dado un tirón en la pierna): hay mar de fondo en el equipo, y se auguran despidos y remodelaciones. Y mientras tanto, el partido ha quedado olvidado.

Tal vez esto se deba a l más que mediocre nivel de la prensa general española en una pendiente cada vez más pronunciada hacia abajo. Porque cuando hay tanto medio, es lógico que junto a algunos buenos (ahora no me viene ningún nombre a la cabeza) se cuelen muchos mediocres, que a la larga irán mediocrizando a la totalidad. Hasta el punto de que, off the record, algun os periodistas reconocen abiertamente estar avergonzados de serlo. Pero hay que ganarse el pan...

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Egon Schiele (1890-1918)

Nunca he sido muy de la pintura. Las artes plásticas no me llaman la atención. Debe de haber algo genético o biográfico en ello (siempre aprobé muy justo en plástica, y soy incapaz de dibujar nada concreto). Pero, claro está, uno tiene sus pintores preferidos. El que más, o al menos uno de los que más poderosamente llama mi atención, es Egon Schiele. No sabría decir porqué. Tal vez por no ser un "primera fila", o por sus descarnados retratos, que dejan entrever algo más que los cuerpos (a pesar de que algunos de sus retratos son marcadamente erótico-obscenos) y los movimientos. Lo más curioso de todo son las manos, el protagonismo que adquieren, las extrañas poses que adoptan, como si intentaran asir algo extraño, informe, escurridizo. O como si, en un enrevesado lenguaje de signos, quisieran emitir un mensaje imposible.


Schiele, que por cierto murió a causa de la gripe de 1918, tres días después de su mujer (que, para redondear la tragedia, estaba embarazada).

martes, 15 de septiembre de 2009

Kiliedro: Enriqueta Martí


Cuando los niños se portan mal se les amenaza con el hombre del saco. En apariencia, se trata de una figura imaginaria con la cual corregir el comportamiento de nuestros infantes metiéndoles miedo. De este modo, poco a poco, hacemos que interioricen el temor y la previsión de las consecuencias de los propios actos, estableciendo resortes psicológicos que nos serán de mucha utilidad en el futuro. Pero se trata tan sólo de una apariencia, porque la historia nos habla de varios hombres del saco. Obviamente, no se dedicaban a perseguir a los niños traviesos, sino que se trataba por norma general de mendigos y gentes humildes que raptaban criaturas, a menudo por encargo, con el fin de extraerles la sangre y los untos con el fin de elaborar ungüentos y bebedizos de supuestas propiedades curativas.

España cuenta con varios hombres del saco (o sacamantecas, como eran conocidos popularmente), que vivieron una edad dorada en el siglo XIX e inicios del XX. Todos ellos tienen un aura siniestra e historias rocambolescas sobre las que se podría escribir mucho. Sin embargo, por extremo , el personaje que pretendemos evocar es una mujer, una auténtica hechicera y psicópata que sembró el terror en la Barcelona de principios del siglo XX (cometió innumerables crímenes y el sólo hecho de ser una mujer ya le otorga una luz especial, por ser menos frecuentes las féminas en la nómina de los asesinos).

Prosigue aquí

lunes, 14 de septiembre de 2009

Lecturas breves


Uno de los problemas que trae esto de las nuevas tecnologías es la tendencia al texto corto. Nos malacostumbramos a leer a todas horas escritos breves (desde sms hasta entradas en blogs, la mayoría de las cuales no son muy largas, como el mío demuestra). Y claro, luego, cuando tienes ante tí un texto largo sin interrupciones (subapartados, capítulillos o, simplemente, cortes), de unas cuantas páginas, se siente una especie extraña de vértigo. Y hay que hacer un esfuerzo que antes no era necesario para ponerse a ello.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Al vacío


Hay que ir con cuidado con el vacío, absorbe lo que alrededor suyo hay. Por eso nos atrae, aunque es tan voraz que nunca dejará de serlo.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Jóvenes, aunque sobradamente perturbados


A raíz de la acumulación de sucesos protagonizados por gente joven, me he encontrado por ahí con varias citas de la época griega (algunas fálsamente atribuidas a Sócrates) en las que ya se expresa eso tan oído de "la juventud se pierde". Y sí, es algo muy viejo, porque los jóvenes, de una manera u otra han de marcar su territorio, distinguirse de sus mayores, haciendo que éstos se extrañen de sus conductas y gustos, olvidando a menudo lo que ellos fueron. Es ley de vida.

Pero esto, que es bien cierto, se utiliza como para disculpar sus desmanes, como un "dejadles hacer, total, siempre ha sido así". Cuando, en realidad, la enseñanza que se debería extraer es la de que de aquellos jóvenes salieron grandes personajes, y nosotros deberíamos intentar sembrar en las nuevas generaciones la semilla que germine en personajes de aquella talla, aumentando la presión sobre ellos, tutelándolos.

Aunque, pensándolo bien, los personajes siempre serán unos pocos, que sabrán emerger de entre la masa, como han hecho las grandes personalidades a lo largo de la historia. El enorme problema de nuestro tiempo es que la masa es voraz y odia todo lo que sobresale por encima de ella. La masa ya no es ovina, no sigue a pastores, o vive feliz pastando como si éstos no existieran, sino que se ha convertido en manada de lobos. No buscan un guía, sino un líder que les facilite más sangre, más carne que despedazar.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Insumergibles


No entiendo porqué para hablar de algo hay que hacerlo de forma totalmente positiva, sin señalar tachas. ¿Es que acaso hay cosas perfectas?. Estamos llegando a un extremo en el cual, si se apunta algún rasgo que pueda ser tomado como negativo (a lo mejor ni siquiera está dicho con esa intención, pero ya se sabe, basta con que alguien así se lo tome), ya se interpreta como un discurso contrario a, o incluso incitador del odio o "crispador". Como resultado, frases autocomplacientes y sin atisbo de crítica (auto o hetero), todo muy aséptico y bienintencionado. Porque todo va bien y vivimos en el mejor de los mundos posibles. Y si hay algún problema, tenemos dedo índice para señalar a algún culpable, no pasa nada.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

El centro


Si a una mujer le dices que te gusta otra, lo más probable es que te suelte un "¡¿Esa te gusta?!", subrayado con una mueca y tono de desdén. Y es que, aunque no tengan ningún interés en tí y ni se planteen que entre vosotros pueda pasar nada, parece que les ofende la idea de no ser ellas tu centro de atención (o que sea otra la que lo sea).

martes, 8 de septiembre de 2009

Con la ciencia en la mano (y la superstición y el miedo en la otra)


La exagerada cobertura mediática que se le está dando al asunto de la Gripe A (el enésimo apocalipsis que servidor vive, tras el efecto 2000, el ántrax terrorista, la gripe aviar...), está poniendo sobre la mesa el poder de los medios, capaces de aterrorizar a todo el mundo con amenazas fantasma. La verdadera desgracia es que no hay nadie capaz de aportar algo de sensatez a todo esto. Los que pueden hacerlo, los médicos e investigadores, se muestran titubeantes y temerosos, porque todo lo que digan se va a ver amplificado y distorsionado por la prensa, que pondrá en un rincón los llamamientos a la calma y los resultados de las investigaciones para destacar con grandes titulares cada nueva muerte que se produzca.

Porque sí, parece una enfermedad bastante leve (pero muy contagiosa, es cierto), y en el petit comité hospitalario es motivo de befa, cachondeíto y críticas a la prensa. Pero se sigue el baile al son de los titulares, porque se montan y se airean protocolos draconianos y, llegado el caso, se tiene que vestir uno como un astronauta, mostrando una esquizofrenia y una escasez de criterio alucinantes. Porque aquí nadie sabe ya pararle los pies al amarillismo, ni siquiera los que se supone que saben de esto pueden plantar cara, y agachan la cabeza, dejándose llevar por una marea que saben más bien inofensiva. Debilidad, o que en el fondo no se fían de sí mismos (una postura muy sensata y bastante inédita en el mundo médico) y ponen velas a Dios y al Diablo, con rigor de la ciencia pero dejándose llevar por el temor.

Lo triste de todo esto es que hay enfermedades más peligrosas, con mayores tasas de mortalidad, ante las que no se toman medidas tan extremas, y en los hospitales se tratan más relajadamente que esta gripe. Eso, y que todo esto ya me lo contaban de pequeño con el cuento aquél de "que viene el lobo, que viene el lobo". El día que venga de verdad lo vamos a flipar. ¿Nos "informará" entonces la prensa con tanto detalle como ahora? Llámenme pesimista, pero sospecho que el día que el mundo se acabe ni nos enteraremos, ni nadie nos habrá avisado. Tal vez sea mejor así.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Contumacia en la mentira


Dice House, con algo de acierto, que todos mentimos. El problema no es cuando intentamos engañar a los demás (depende con qué intenciones, claro), sino cuando nos engañamos a nosotros mismos. Entonces es como si nos pusiéramos un velo ante los ojos, y no podemos ver las cosas. Eso es al menos lo que parece al ver las actitudes de algunos, que con datos empíricos (no interpretables) ante sus ojos, siguen erre que erre en sus mentiras (o errores, en el mejor de los casos). Entonces sí que uno llega a sentir lástima por su salud mental. Y, porqué no, también algo de temor (porque esta clase de gentes, en un momento dado, pueden llegar a ser peligrosísimas).

sábado, 5 de septiembre de 2009

Humanidad


El otro día, en el hospital, un médico apelaba a nuestra humanidad: "en estos casos, hay que ser humanos". Todo el mundo pareció asentir y estar de acuerdo. Pero mi mente casi se cortocircuitó. Cómo si fuera muy fácil, evidente e indiscutible eso de "ser humanos". Y debe de serlo, porque, que yo sepa, nunca nadie ha dejado de actuar "humanamente", o como un "ser humano", sea eso lo que sea.

viernes, 4 de septiembre de 2009

La mujer del cambio


Las épocas de cambio son confusas, en ellas se arrastran cosas del pasado que chocan con las nuevas costumbres, creándose una especie de esquizofrenia a muchos niveles. En el caso de los cambios relacionados con la mujer, la esquizofrenia es más pronunciada, porque afecta a estructuras y comportamiento muy profundos y arraigados. Y más cuando esos cambios se dan en un brevísimo espacio de tiempo, como es el caso español (donde hace apenar treinta años que se puede decir que los cambios son efectivos, si bien las tendencias venían de muy atrás). Debido a ello, las mujeres se encuentran con todo un abanico de derechos y posibilidades que antes no tenían, pero con el peso de siglos y siglos de tradición. ¿Y qué ocurre?, que no parece que sepan muy bien a dónde van, juegan, prueban (es algo normal, cuando tienes algo nuevo, lo toqueteas e intentas explorarlo), hacen y deshacen. Los hombrs, que también hemos de hacer ajustes para adaptarnos a la nueva situación, vamos un poco a remolque, porque básicamente son ellas las que han de llevar a cabo sus posibilidades, y estamos tan o más confusos que ellas, porque sus ensayos hacen que no sepamos a qué atenernos.

Y en esas estamos. Otros países, más versados en estas cosas, parece que han alcanzado un cierto equilibrio y serenidad, o al menos a sus mujeres no se las ve tan erráticas como a muchas de las de por aquí. Tienen más asumidos los cambios, o llevan más tiempo en ellos, o, simplemente, han sabido administrarlos mejor.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Agujero cósmico


En griego antiguo, cosmos significa orden, y por extensión, dado que percibimos la totalidad de lo existente (material o inmaterial, presente o no) bajo alguna clase de organización, se ha venido aplicando el término cosmos al conjunto de todas las cosas o Universo.

Agujero, por su parte, es una abertura más o menos redondeada en alguna cosa. Un vacío de algo rodeado de ese algo, que no es ello pero que le da forma.

Intentemos combinarlos a ambos. Si entendemos el cosmos como algo, como el conjunto de lo algo, un agujero ahí sólo puede ser una ausencia, el lugar del no-algo, de la res-nata, de la nada. Pero no una nada vacía, sino una nada rodeada, sostenida y fundada por el cosmos. ¿O será al revés? Que la nada es la que sostiene al cosmos, el espacio indeterminado del cual emana y en torno a la cual se despliega la totalidad, el eje del universo. Porque, ¿no ocupa todo agujero, por serlo una cierta centralidad?, ¿no implica y sugiere un cierto girar en torno a él?.

Por último, de un agujero pueden entrar o salir cosas. Entonces, ¿brota el mundo de ese agujero cósmico, de esa nada apeirónica rebosante?, ¿O más bien todo se sume en ella?, O quizás, mejor, puesto que no hay direccionalidad, ¿puede haber entrada y salida al mismo tiempo?.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Belchite


España también tiene su pueblo en ruinas, su recuerdo de la guerra. Se trata de Belchite (provincia de Zaragoza). Pero su historia, sin ser tan tremenda y trágica como la de Oradour, es más triste. La Guerra Civil golpeó con especial fuerza a esta población de unos 5000 habitantes, ya que el frente se situó en sus cercanías, y fue objeto de los flujos y reflujos del mismo en el año 37 (por momentos fue nacional, por momentos republicano). El resultado es fácil de suponer: muchos muertos (más de la mitad de la población) y el pueblo reducido a escombros.

Al finalizar la contienda, Franco ordenó que quedara tal y como estaba como recuerdo de la "barbarie roja". Pero si en Francia las ruinas se cuidaron, se construyó un museo y se tienen muy presentes, aquí se dejó literalmente tal cual. Es decir, se abandonó. Se puso una placa y ya nadie se acordó más de Belchite salvo para hacer defensas y condenas peregrinas (eso que sabemos hacer tan bien en este país, arrojarnos los muertos los unos a los otros). Hasta hoy día, en que el pueblo está doblemente en ruinas: las de la batalla y las del tiempo, que ha destruído aún más las casas, haciendo del lugar un sitio peligroso. Aún así, son muchos los que acuden a visitar las ruinas, movidos por las más variopintas motivaciones (recuerdo, vandalismo, turismo bélico, morbo...). Y sí, mucha memoria y tal, pero de Belchite nadie se acuerda, cuando es lo único que nos queda de la guerra, la cicatriz que nos recuerde a los que nos queda lejos la herida padecida, nuestro punto débil.

martes, 1 de septiembre de 2009

Oradour-sur-Glane


Las ruinas tienen un encanto especial. Si se trata de un pueblo entero, la atmósfera se densifica, coagula en torno a las paredes medio caídas. Y si además el sitio ha sido escenario de hechos luctuosos, se vuelve opresiva. Algo así sucede en la localidad francesa de Oradour-sur-Glane. En ella, el 10 de junio de 1944, mientras en el norte del país las tropas aliadas empezaban a liberar la región de Normandía, el ejército nazi mató a casi toda la población (642 personas, 200 de ellas niños) y luego la incendió. Por un error, la división SS Das Reich de las Waffen-SS, creyó que en el pueblo se escondían armas de la Resistencia. El error consistió en que se equivocaron de pueblo. El que sí guardaba relación con la Resistencia era Oradour-sur-Vayres, a unos 30 kilómetros.

Al terminar la guerra, DeGaulle ordenó expresamente que Oradour no se reconstruyera, que se quedara como estaba. Y allí sigue. Los edificios en ruinas, los coches oxidados, tal y como quedó en aquella jornada, recordándonos que una vez la guerra pasó por allí. Sólo algunas placas, un memorial y un museo alteran el panorama, subrayando la barbarie que ocurrió, con la voluntad de que nadie la olvide (y, quién sabe, sirviendo de inspiración para masacres futuras).