viernes, 30 de octubre de 2009

José Val del Omar


«Todo acto trascendente cuesta la vida de quien lo realiza»

Una de las más extrañas y desconocidas figuras del cine español es la de José Val del Omar (1904-1982). Su cuna es la de la Edad de Plata de nuestra cultura, puesto que fue camarada de personajes ilustres como María Zambrano, Luis Cernuda o Federico García Lorca. Sin embargo, sus obras principales se desarrollaron en los años 40 y 50, y denotan un desmesurado afán experimental. Se consideraba a sí mismo un creyente del cine, y como tal buscaba en él las experiencias más sublimes, puesto que creía que el cine tenía un carácter sagrado. Así, desarrolló técnicas cinematográficas de sugerentes nombres: sonido diafónico (precursor del estéreo), desbordamiento apanorámico de la imagen, visión táctil... Todo con el objetivo de elevar al espectador a la divinidad, en una especie de trance místico. Para ello, además de las técnicas citadas, usaba músicas, sonidos, lecturas y recitados.

Su obra más conocida tiene el nombre de Tríptico elemental de España, compuesto de tres cortometrajes (Aguaespejo granadino, Fuego en Castilla y Acariño galaico), alguno de los cuales llegó a ser premiado en el festival de Cannes. Aquí les dejo el segundo corto, Fuego en Castilla, con el inquietante subtítulo de Tactilvisión del páramo del espanto. Espero que lo disfruten:



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