jueves, 31 de diciembre de 2009

Predicciones de año nuevo


Por estas fechas siempre hay cierta prensa que consulta a los adivinos para que les hagan predicciones de cara al nuevo año que ha de comenzar. Lo curioso y sorprendente es que nunca se dediquen a revisar las predicciones del año anterior a ver si fueron acertadas o no. Y más sorprendente aún es que nadie se acuerde de lo predicho ni se moleste en comprobarlo (ni, ya puestos, en reclamar que se compruebe). Tal vez, sólo tal vez, es un signo de lo mucho que al personal le preocupan estos asuntos, a pesar de lo populares que son los adivinos, horóscopos y demás, en realidad reducidos a un mero juego folklorista (muy lucrativo por otra parte).

Sea como fuere, yo me quedo con la porra que hacen en el blog Vicisitud y Sordidez, donde intentan adivinar qué personajes famosos morirán en el próximo año. Puestos a jugar, juguemos fuerte. Del 2009, los personajes que más gente nombró fueron Patrick Swayze, Francisco Ayala y Antonio Vega. Claro que era apostar por caballos ganadores. Pero también lo era apostar por Fraga, Carrillo, Fidel Castro, DiStefano o la Duquesa de Alba, y se empeñan en seguir vivos. No es importante y tiene mala leche, y por eso me gusta la iniciativa.

En el terreno personal, la única predicción que voy a hacer, por cercana y acertada, es que entraré en el nuevo año con un pequeño ataque de vértigo (por culpa de la Wii) y que a las 8 de la mañana entro a trabajar, y que para desquitarme, me acercaré al Bluesville a ver a los Wonderbrass (que, por cierto, tienen nuevo espectáculo, y ya estoy tardando en hablar de él) Espero que ustedes lo tengan mejor.

martes, 29 de diciembre de 2009

De Mandriva a Ubuntu

Así luce mi escritorio

Hace unas semanas cantaba las maravillas de la nueva versión de Madriva y lo contento que estaba con ella. Pues debo desdecirme. Mis continuas batallas con el ordenador para exprimirlo al máximo (esta vez, lo confieso, se trataba de instalarle un juego), me hicieron darme cuenta de que no era tan versátil como yo creía. Entonces decidí probar con Ubuntu 9.10. Antes era la distribución que usaba, pero cada nueva versión me daba unos problemas terribles, sobre todo a la hora de configurar la tarjeta wi-fi (tengo mala suerte con la tecnología, y siempre me surgen problemas de alguna clase). Al final lograba que el aparato la reconociera y la hacía funcionar, pero eso me costaba varios días de dedicación a la línea de comandos. Y sí, he aprendido mucho con ello, pero era un coñazo.

Bajé la imagen .iso de la web de ubuntu (tranquilos, es gratis), la grabé, y la puse a instalar. En menos de media hora lo tenía todo listo. Y, milagro!!! Todo bien configurado y sin problemas, con wi-fi y toda la pesaca. Incluso la tarjeta gráfica estaba perfecta y podía usar toda una serie de efectos chulos que hasta el momento no había logrado hacer funcionar. En fin, que estoy más feliz que una perdiz con Ubuntu. Y si a alguien le interesa, no, no logré jugar al juego ese, pero casi mejor, que estos inventos del diablo te sorben el coco y te quitan mucho tiempo, y uno no está para perderlo matando orcos.

He dicho.

sábado, 26 de diciembre de 2009

¿Alguna pregunta más?


Existe entre buena parte de los sanitarios la tendencia a mirar mal a la gente que hace preguntas. En parte por paternalismo y en parte por soberbia, los pacientes y/o familiares que preguntan las cosas (sobre las medicaciones que se administran, las técnicas que realizamos, los aparatos...) resultan incómodos. Impera en ello una visión "chamánica" de la medicina, como si los encargados de tratar y cuidar a los enfermos fuéramos poseedores de un ancestral secreto que, por el bien de los pacientes, no deben saber. Es más, que es mejor que no sepan, pues así funcionan mejor nuestros rituales.

Ante esto, nos escudamos en la petulancia: "total, si no van a entender lo que les expliquemos". Y no nos damos cuenta de que en el fondo, lo que buscan al preguntar es controlar un poco la situación (en un hospital se está muy a merced del personal y en una situación de incertidumbre, y acallar la curiosidad y las dudas ayuda a minimizarla un poco). La clave está en ponernos a su altura e informar de un modo que puedan entendernos, comprendiendo que no estamos ante un colega (algo que muy a menudo se hace, se les suelta una parrafada muy técnica, demostrando lo mucho que sabemos, pero sin aclararles nada).

Ciertamente, hay quien se puede poner muy pesado con el tema de las preguntas, consultando cualquier pormenor. Y también ocurre que se les ocurren cuestiones en las que los profesionales nunca habíamos caído. Este es el peligro (e intuyo que la causa última de lo poco que nos gustan las preguntas), que al responder nos vean titubear, o que uno diga una cosa y otro diga otra distinta (porque a veces se tiende a preguntar lo mismo a varias personas), contribuyendo al aumento de la ansiedad. Pero eso son los riesgos que se corren al preguntar, porque como a veces digo: "si preguntas, corres el riesgo de que te respondan".

miércoles, 23 de diciembre de 2009

La atmosfera del libro


Casi de un dia para otro han surgido unos aparatos electronicos que pretenden sustituir a los libros. Y tambien han aparecido las discusiones en torno al futuro del negocio editorial (la topica discusion en torno a las nuevas tecnologias: si significan la muerte de las viejas). Acto seguido, los compradores, con esa compulsividad tan nuestra. De pronto descubro al personal enfrascado en discusiones acerca de los formatos idoneos, de precios, como si su vida fuera en ello.

Puede que con el tiempo ocurra que estos dispositivos se hagan mayoritarios, y que los libros salgan en formatos electronicos y no los podamos adquirir de otro modo, obligandonos a adaptarnos a la novedad. Pero por ahora no lograran igualar todo eso que acompaña a los libros: el olor del papel nuevo, de la tinta, el crujir de las paginas, el color amarillento que el tiempo le imprime al papel... la atmosfera y el ceremonial que envuelven al libro, algo que va mas alla del contenido. Porque leer es algo mas que descifrar las palabras. Es sumergirse en el texto, hacerlo nuestro de algun modo, y ello requiere un ambiente que Gutenberg logro de manera magistral. Tanto, que cuesta imaginar que la nueva atmosfera que los nuevos aparatos traen consigo (porque es innegable que ellos tambien tienen su "contorno") supere a la vieja forma de leer. Porque en el fondo, no es solo un cambio de formato, sino que tal vez este cambiando la lectura misma.

PD: ruego disculpen la ausencia de acentos, pero la "inspiracion" me ha llegado junto a un ordenador mal configurado en el que me ha resultado imposible que salgan como deberian

lunes, 21 de diciembre de 2009

Conversación de sobremesa


Mi padre a mí: "Vuestra generación va a acabar con las tradiciones. No creéis en nada"
Yo a mi padre: "Tendremos suerte si podemos llegar a hacerlo, porque de momento, la generación que está arruinando el mundo es la vuestra".

domingo, 20 de diciembre de 2009

Loquillo. Memoria de jóvenes airados

El principal mérito de este videoclip es devolvernos toda una serie de rostros de la época de oro del baloncesto español, de cuando este deporte trataba de tú a tú al fútbol (algo que no han logrado los Gasol y compañía, con su NBA y sus títulos), y que hicieron que servidor también jugara en el equipo del colegio (hasta que me seleccionaron para el equipo titular, entonces lo dejé). En fin, nostalgia prenavideña.

martes, 15 de diciembre de 2009

Maquiavélico Kiliedro

La retórica de artistas y teóricos ha acabado calando en nosotros y tendemos a pensar que las creaciones humanas son fruto de intuiciones geniales, de raptos de inspiración y de esoterismos varios. Pero en realidad, si bien a veces es cierto, sorprenden las peregrinas razones que han movido a los hombres a poner en marchas las más grandes empresas y a elaborar las más excelsas obras de arte. Uno de estos casos en los que las razones prácticas se superponen a las consideraciones más elevadas es el de Nicolás Maquiavelo (1469-1529), quien escribió algunas de sus obras bien por encargo o bien para resolver algunos problemas en los que andaba metido.

Sigue en Kiliedro


lunes, 14 de diciembre de 2009

Por el bien de la religión: saquémosla de las aulas


No me gusta meterme en los temas más candentes de la actualidad, no al menos de forma directa, pero hoy voy a entrar en uno de esos pseudodebates teledirigidos en que nos meten para entretenernos y justificar sueldos. He escogido el de la retirada de los crucifijos de las escuelas, y lo haré con una sencilla reflexión.

Alguien bien conocedor del tema me dijo hace muchos años que los colegios religiosos son la mayor cantera de ateos. Servidor, que fue a uno de ellos (un concertado de esos de titularidad de la iglesia, pero en la que apenas había un par de curas dando clases), puede corroborarlo: apenas sé de algún creyente (que lo diga así, con todas las letras, como han de decirse estas cosas) entre mis viejos compañeros. Se dirá que es el signo de los tiempos, y que ocurre en todas partes. Es posible, pero los conocidos que se dicen creyentes fueron a colegios no religiosos, en una desproporción curiosa (no es algo que me saque ahora de la manga, sino que viene llamándome la atención casi desde que me dijeron lo de las canteras de ateos).

Así pues, metidos en esta histeria del bote pronto y de la víscera en que estamos, sólo vemos la parte gravosa de los asuntos. Y sí, es cierto, retirar los crucifijos es algo que puede chocar y ofender a muchísima gente, pero tal vez se gane mucho más de lo que se pierda. Por establecer una analogía, es como negarse a que te operen de algo que te puede matar esgrimiendo la razón de que el posoperatorio es duro. Pues sí, es duro, pero la alternativa es la muerte.

Para terminar, una reflexión que hizo una vez uno de esos curas que me dieron clase. Decía que el mundo está demasiado lleno de cruces, que parece un cementerio, y que los cementerios son para los muertos. Él reivindicaba la vida y decía que menos cruces y más fe. Porque no nos hace más cristianos ni más creyentes el tener más cruces que nadie. Es más, me atreveré a citar los Evangelios:

Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. «Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. «Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. -6.16-18
Mt, 1-6, 16-18

domingo, 13 de diciembre de 2009

Bloostock

En la habitual entrada musical de los domingo, voy a hacer un poco de propaganda al grupo de un viejo amigo. Se llaman Bloostock, están empezando, y hace unos días dieron su primer concierto en palma, en el bar Exit. Son un grupo de amigos que se han juntado para tocar las canciones que más les gustan, y lo hacen con soltura. A la pequeña audiencia que allí nos congregamos (porque el local es pequeño, no porque fuera poca gente) nos regalaron buenos momentos de rock setentero y buen blues-rock. Por allí pasaron Clapton, BB king, Hendrix, Deep Purple y unos cuantos más. Puede que me deje llevar por la philía, o porque la mayoría de canciones que tocaron están entre mis favoritas, pero el caso es que disfruté más de lo que esperaba antes de entrar. Y eso es de agradecer, y por eso les hago esta entrada/publicidad/homenaje.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Calientapollas al teléfono


Con las compañías telefónicas y de internet, esas que nos acosan día sí y día también llamándonos para ofrecernos el oro y el moro, me vuelvo un calientapollas. Escucho sus ofertas, les doy coba, les hago preguntas... Hago que pierdan el tiempo. Y cuando llega el momento de definirse, de dar el consentimiento, les lanzo mi negativa. Entonces se ponen a preguntar ellos, que si porqué no, que si no quiero la maravilla que me ofrecen... y yo que no, que no y que no. y se tienen que largar con el rabo entre las piernas (no todos, que el otro día me insultaron). Y yo feliz con mi pequeña (pequeñísima, minúscula, ridícula) venganza.

jueves, 10 de diciembre de 2009

La estela


El otro día me enteré de que Jünger estuvo en Mallorca. Lo leí en este artículo. Estuvo en la zona norte de la isla (Pollença, Alcúdia, Formentor...), aunque también visitó Palma. De pronto, mi visión cambia, y me entran las ansias de visitar esa zona, a la que he ido más bien poco. Por si queda algo de su estela, y así, del mismo modo que la estela de un cometa provoca lluvias de asteroides al cruzarse con la Tierra, su estela me provoque a mí una lluvia de ideas.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Volver a Maquiavelo


En tiempos de confusión política, hay que volver a Maquiavelo. Para muchos el modelo a seguir en asuntos políticos es el anglosajón Barroco (Hobbes, Locke) y francés de la Ilustración (Rousseau, Montesquieu...). Yo me decanto por el Renacimiento italiano (con un ojo puesto en los Países Bajos de la misma época), por la virtú, por el juego de azar e inteligencia, por el nadar y guardar la ropa. Por, en definitiva, la intemperie y el saber que no todo es razonable.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Los artistas, neoludistas


A principios del siglo XIX, en plena explosión del progreso fraguado por la revolución industrial surgió un movimiento obrero conocido como ludismo (de Ned Ludd, su creador). En líneas generales, se trataba de oponerse a todo avance técnico, puesto que consideraban que las máquinas perjudicaban al obrero y a su trabajo. Sus acciones eran contundentes: se dedicaban a irrumpir en las fábricas y destrozar la maquinaria. Este movimiento duró poco, apenas un par de décadas, pero puso sobre la mesa el recelo que todo avance revolucionario produce.

Ahora, dos siglos después, y metidos de lleno en otra revolución, la informática, se habla de neoludismo. El recelo va dirigdo a Internet y las nuevas tecnologías, que son vistas como el peligro de nuestro tiempo. Si en el XIX las posturas ludistas fueron más bien minoritarias, en el XXI nos hallamos con potentes grupos de presión que, al menos de forma parcial, adoptan posiciones cercanas al ludismo. Me estoy refiriendo, por si no lo han captado, a nuestros queridos y nunca bien ponderados (eso creen ellos) músicos y cineastas, y a sus pretensiones de afrontar por las bravas (cierres de webs, cortes de internet a usuarios...). Lo más llamativo es que parecen creer que la industria y sus actividades van unidas, cuando en realidad es una unión circunstancial. Así, dicen que si se acaba la industria, su arte muere. Y aunque malvadamente, deseamos que sea verdad (más que nada para que dejen de dar la lata), lo cierto es que llegan a dar lástima (si es que se creen lo que dicen). Porque ciertamente, la cuestión de los derechos de autor está sometida a una fuerte presión desde la red y las posibilidades que nos brinda. Pero me parece que enquistarse en intentar mantener el esquema decimonónico (porque el tema de la autoría, tal y como la conocemos nosotros y aquí, viene de finales del XIX) que hace aguas por todos los lados no es la actitud más adecuada. Lo que creo que habría que hacer es ver cómo puede adaptarse el tema de los autores a los nuevos tiempos (tarea nada fácil, es verdad).

Lo triste es que parece que los gobiernos, desorientados como están (a veces llego a pensar que en los últimos años la desorientación es inherente a los gobiernos, que también se mantienen en un esquema rancio sobrepasado hace tiempo por la realidad), les siguen el juego. y en esta tesitura, no se me ocurre otra cosa que pensar en otra teoría decimonónica que sí que sigue vigente: esa de que sobreviven los que se adaptan a los cambios en el ambiente. Lo que pasa es que hay cambios tan enormes que son más bien cataclismos, y sólo muy pocos pueden adaptarse a ellos y al precio de un enorme esfuerzo. Y claro, me temo que ahí está el problema, en el esfuerzo, que como siempre son otros los que han de hacerlo, y como siempre suele ser el ciudadano (que así, en abstracto, no tiene cara y es fácil de machacar).

jueves, 3 de diciembre de 2009

Amistades perdidas, reencontradas y olvidables


Por unas cosas u otras, algunos amigos se pierden. La vida te va separando de sus caminos, y cuando quieres darte cuenta, tu amigo, sin que haya pasado nada digno de mención, se ha convertido en un extraño. Pero hete aquí que, un buen día, te reencuentras con ellos (a veces a través de otros viejos amigos comunes con los que sí se mantiene cierta relación), y es como si el paréntesis no hubiera existido. El velo de la extrañeza ha caído. Y te preguntas que cómo es posible que hayan pasado tantos años casi sin acordarte de esa persona.

Otras veces ocurre que mantienes contacto con alguien con quien sientes que hay poca cosa que te une. Alguien de quien podrías prescindir totalmente. Pero que, vaya usted a saber porqué (costumbre, comodidad...), no acabas de desprender de tu vida.

Finalmente, están los que están lejos (no sólo físicamente), pero a los que se siente cerca, que se sabe que están ahí, y con los cuales una llamada esporádica, un mail de tanto en tanto, una felicitación de compromiso, basta para renovar los votos de la amistad, para confirmar que sí, que siguen ahí, a mano.

martes, 1 de diciembre de 2009

Signos del fin de los tiempos (I): Los vampiros ya no son vampiros


Permítanme que inicie una nueva serie dentro de este blog, dedicada a los signos precursores del cataclismo que se avecina. Perdonen el tono apocalíptico, pero es que hace ya tiempo que mi pesimismo respecto al ser humano y sus comportamientos crece de forma imparable, al mismo ritmo que mi esperanza decae. Pero se me tranquilicen, que no voy a hablar de guerras, ni de hambre ni de enfermedad (eso lo dejamos para los agoreros religiosos, directores de cine, escritores y todos los que se salvarán al final). Ojalá sea esto un ejercicio más de decadentismo fin-de-siècle sin mayores consecuencias, pero convengamos en que, de haber un fin de los tiempos, vendrá con estos signos, sin grandes manifestaciones ni fuegos artificiales. Posiblemente el mundo se acabe y no nos enteremos (o, quién sabe, a lo mejor se ha acabado ya). Vamos allá.

El otro día tuve que soportar unos minutos de la infame Crepúsculo, basada en la ¿novela? homónima (que, como no podía ser de otro modo en estos tiempos, forma parte de una n-logía, porque ya no se saben escribir los libros de una vez, sino que hay que estirar el filón hasta la extenuación). La historia es sencilla y muy masticada ya: una historia de amor prohibida. En esta ocasión, entre una dulce jovencita y un vampiro (sí, otra vez la señorita que se enamora del malote). Pero un vampiro rebonico: un emometrosexual que no asusta a nadie.

Las historias acerca de vampiros (en genérico, entidades que se alimentan de la energía vital de otros) existen desde la noche de los tiempos, casi todas las culturas tienen seres parecidos. Pero la que todos tenemos en mente es la procedente del este de Europa, de la que se nutrió Bram Stoker para su Drácula. Aunque se trata de una obra maestra, con él empezó el declive de los vampiros, al pasar del folklore, de ser algo en lo que la gente creía, a ser un personaje de ficción más. Al menos aquí todavía era terrorífico el tema del vampirismo. Pero poco a poco, a medida que los tiempos se han ido ablandando, los vampiros han ido degenerando, pasando de seres brutales y seductores (de un erotismo evidente, precisamente a causa de su brutalidad y salvajismo) a unos inanes y bellos seres (nótese el cambio, antes la seducción venía del bestialismo, ahora de la simplona belleza estética). Tanto, que incluso ya tienen sentimientos "bellos". No es que no tuvieran sentimientos, pero antes eran de rabia y odio, así como ciertos conflictos interiores más edificantes que el amor adolescente del que ahora hacen gala.

El punto de inflexión definitivo lo puso Anne Rice con su Entrevista con el vampiro, y desde entonces, cuesta abajo y sin frenos. Porque aunque en el fondo todos buscan vender y sacar unas perras, lo triste es que se vaya a tiro fijo: a los jovenzuelos, que no tienen más criterio que el de dejarse llevar por una cara bonita. Y lo peor es que hombres y mujeres hechos y derechos se presten al juego. Pero bueno, mientras a mi me dejen con mi querido (pero no entrañable) Nosferatu, que hagan lo que les venga en gana. Eso sí, que no digan que les he avisado.