martes, 15 de marzo de 2011

Morir de éxito

Tanta información al minuto, tanto enterarnos de los mínimos detalles de todo lo que ocurre en cualquier rincón del planeta, desde luego es un logro y hay que celebrarlo. Pero sucede que la avalancha es tal, que nos sepulta y confunde. Como vemos las cosas en su puro suceder, percibimos los titubeos y las indecisiones de los responsables, y eso, que supongo que es normal y ha pasado siempre, ahora que lo vemos, es inquietante. Si le sumamos que tendemos a focalizar la atención en las grandes desgracias, y que a todas horas hay sucesos impactantes en marcha (antes, sólo nos enterábamos de nuestras vidas y poco más), se crea una sensación de pesimismo, desamparo y negatividad que nos puede llegar a paralizar y a no traernos nada bueno.

Conviene, pues, buscarse alguna forma de conocer y dar a conocer lo agradable que ocurre por el mundo, aunque no sea tan llamativo ni dramático como las desgracias, para contrarrestar un poco y amortiguar la desazón creciente. De lo contrario, corremos el riesgo de que algún logro de la humanidad nos acabe sepultando.

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