miércoles, 15 de junio de 2011

¿Santos al poder?

En las organizaciones en las que se juegue con alguna clase de poder, cabe pensar que no es conveniente ser buena gente. Me explico: por muy respetuoso que se quiera ser con todos los valores supremos que en nuestras sociedades tenemos, siempre va a haber alguien que, con malas artes, va a lograr escalar posiciones. El que hace trampas tienen más posibilidades de ganar. Siempre y cuando no se le pille. Pero aún así, cabe pensar que los que tendrían que castigarle, hayan llegado a sus posiciones también de forma poco elegante y sean proclives a hacer la vista gorda (es más, que incluso premien a los tramposos).
 
Así pues, no parece descabellado desconfiar de los altos cargos (de cualquier índole), más por ir luego hablando de valores que por lo que hayan hecho, ya que parece un hecho inevitable que sea así. Pero claro, si sospechamos los mecanismos que hay detrás, ya no hay engaño, sólo pretensión de engaño, y nuestras posibles iras deberían ir encaminadas no tanto a hacer que sigan jugando a la honradez como a que simplemente, no actúen. Al menos eso es lo que cierta madurez social debería solicitar de ellos. Sin embargo, pedimos santos en el poder (algo que podría ocurrir, pero sólo de forma excepcional), cuando la única posibilidad de que así sea es que lo sean una vez hayan llegado arriba, que la máscara la usen para ascender y una vez en lo alto se la quiten. Y aún así, tendrían que defenderse del asedio de otros aspirantes menos santos con sus propias armas...

2 comentarios:

klee dijo...

En un sistema corrupto dificilmente lo pueden ocupar individuos que no lo sean.
Todo lo demas marketing ,puro y duro.

El Pez Martillo dijo...

La idea es que no hay sistemas no corruptos.