martes, 30 de agosto de 2011

La generalidad siempre provisional

Es extraño el cuerpo. Un día puedes hacer cosas alegremente. Y al día siguiente, lo mismo, o menos, cuesta un enorme trabajo. ¿Qué procesos juegan en la sombra? ¿qué es lo que nos cambia, si en apariencia todo sigue igual? Es más: teniendo en cuenta esta incognoscibilidad de base, ¿se puede hacer alguien cargo de sí mismo (en cuyo caso, el sí mismo palidece), más allá de la pura generalidad siempre provisional?

lunes, 29 de agosto de 2011

Ladran, Sancho

De un tiempo a esta parte, se oye mucho el falsamente atribuído al Quijote (en realidad es una expresión grecolatina) "ladran, luego cabalgamos" como argumento en favor de los propios planteamientos y actitudes cuando éstos provocan contestación. Aunque pueda ocurrir que quien está seguro de su camino y tenga la razón de su parte choque frontalmente con la jauría, no conviene lanzarlo irreflexivamente a los cuatro vientos, como si tener oposición fuera automáticamente un signo de estar en lo cierto y actuar de forma correcta. Se cae así en un vicio muy común: el de estar más pendiente de los demás y sus reacciones que de lo que uno hace. Del mismo modo en que el otro día decía que hay quien aprovecha el mal comportamiento de los demás para excusar el suyo, parece que importa más la reacción que se provoca que la fuerza interna de las ideas y los argumentos, y que al final el peso lo tiene la reacción contraria provocada. 

Es más cómodo proferir lapidarias frases que examinar nuestros argumentos, que tener que defenderlos, no frente a tribunales ajenos, sino ante nosotros, escrutándolos, buscándole sus puntos débiles, reforzándolos. Cambiándolos si es preciso. Y si ladran, no ignorarlos del todo, que a lo mejor en medio de la jauría algún ladrido es más que razonable.

jueves, 25 de agosto de 2011

Vieja sabiduría

Reza la sentencia griega aquello del "conócete a tí mismo". Pero también predicaron ellos que "nada en demasía", por lo que al final, el autoconocimiento queda en un "conócete a tí mismo, pero no demasiado". Lo cual parece aún más sabio, ya que, ¿quién sería capaz de conocerse y no sucumbir?. 

martes, 23 de agosto de 2011

Internet y la permanencia

Una de las cosas negativas de internet es que las cosas permanecen. Cualquiera cuelga cualquier burrada y queda ahí por los siglos de los siglos, acumulándose con otras tonterías y distrayendo de cosas más valiosas. 

En el caso del blog, que lleva ya varios años en marcha (con sus altibajos), ya hay mucha morralla acumulada. Cosas que ahora mismo ni comparto ni escribiría, pero que están bien ahí donde están, a modo de recordatorio, como fotografías viejas a las que acudir en días nostálgicos. Para recrearse en esa extrañeza del "cómo éramos y cómo hemos cambiado". Incluso para recordar todo lo ya muerto. 

Pero a veces sucede que, como todo está ahí, en apariencia tan vigente (al menos las fotografías se van decolorando con el tiempo), hay quien cae en mis desvaríos y los comenta. Y yo agradezco los comentarios. Pero es que a veces no sé qué responder. Incluso he de releer lo que escribo, y ni recuerdo haberlo escrito. Por cortesía, respondo (aunque a veces me da mucha pereza), pero sin demasiado convencimiento. 

Podría ir "privatizando" lo escrito, retirarlo del público y dejarlo para mí, como si lo hubiera escrito en un cuaderno. Pero traicionaría el espíritu con que fueron escritos: el de estar ahí, a la intemperie, para quien tenga a bien leerlos, aunque no digan gran cosa. Si hubiera querido quedármelos yo, no estarían ahí puestos (de hecho, hay cosas que escribo y esbozo en papel, y que tengo aquí guardado en un cajón). Que sigan ahí, siendo ya no muy míos, a modo de infinitesimal huella. 

lunes, 22 de agosto de 2011

Razón rebosada

La razón humana tiene el destino singular, en uno de sus campos de conocimiento, de hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteadas por la misma naturaleza de la razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus facultades.

Immanuel Kant, Crítica de la razón pura (prólogo de la primera edición).

sábado, 20 de agosto de 2011

El ateísmo que da un paso atrás

Me hace gracia cierto ateísmo que acaba cayendo en lo que critica de los creyentes (intransigencia, proselitismo, metomentodismo...). En parte tiene su lógica, ya que en el fondo se trata también de una fe (una fe, digamos, negativa, en la medida en que es creencia de un no existir), y cabe hacer con ella lo mismo que los que se creen que sólo ellos tienen fe: dar testimonio y no avergonzarse, perseverar y profundizar. Vivir la fe. Y ello implica en buena dosis hacerlo frente a los que no la comparten. A partir de ahí, se cae en lo demasiado humano: intentar que todo el mundo comparta esa fe, con los medios más a mano (y al final, la fuerza acaba estando a la mano, es inevitable tarde o temprano). 

Sin embargo, cabe pensar en un ateísmo (igual que en una religión, si bien, por el elemento de positividad que estas poseen, lo tienen más complicado), que de un paso atrás, que admita su ser fe, y que por lo tanto no intente asfixiar a las otras fes. Por mucho que la razón le diga que está en lo cierto, la misma razón ha de admitir que puede que no. Y dejar cierto margen. Porque sin margen, no hay fe que valga la pena, todo será más de lo mismo.

viernes, 19 de agosto de 2011

Deseando

Anhelo de cercanía, necesidad de distancia. Dos caras de la misma moneda y espacio de juego del deseo.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Ciudadanos-clientes

Hemos pasado de aquello de fidelizar al cliente, a robárselo a la compañía de al lado. Para ello, se le ofrece el oro y el moro a todo aquél que se incorpore, dejando de lado a los viejos clientes, que se han de ir en vista de que otros les ofrecen condiciones más ventajosas. Se genera así una movilidad continua, un flujo clientelar del que al final sólo importa el balance. 

Al ritmo que vamos, y dada la creciente ubicuidad que las tecnologías permiten, y la deriva economicista y empresarial gubernamental, no estaría mal que los países empezaran a disputarse los ciudadanos. El territorio ya no es necesario, lo que importa son los ciudadanos. Que nos vendan la ciudadanía alemana, sueca, argentina..., según sus posibilidades, que nos ofrezcan condiciones, y que cada uno de nosotros pueda escoger según sus necesidades y criterios.

viernes, 12 de agosto de 2011

El grande y terrible

No sé por que extraño mecanismo todo este rollo de las bolsas que suben y bajan (o que bajan y bajan), las primas de riesgo (¿tendrán algo que ver estar primas con el primo de Rajoy, o con su niña?) y demás parafernalia economicista, me hacen pensar en el mago de Oz.

jueves, 11 de agosto de 2011

Uno y los demás

Hay muchos que invierten, e incluso confunden, el "no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti" por un "haz a los demás lo que ellos quieren hacerte a ti". Y encima se amparan en eso que los demás quieren hacerles (lo cual, en más de una ocasión no es más que pura hipótesis) es el motivo principal para emprender dichas acciones. Y es lógico a bote pronto, pero deja de serlo si se le dan algunas vueltas, al menos desde determinados códigos, que no siempre tienen porqué compartir ambos términos (tú y los demás), lo cual puede que explique esa inmediatez e irreflexividad.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Espectador

Solemos poner al espectador fuera del espectáculo, como destinatario del mismo, ajeno y abismáticamente separado de lo observado. Sin embargo, en definitiva, también forma parte de la obra, por muy pasivo que sea respecto a ella. Viene esto a cuento de la tentación que algunos tenemos de, ante el cariz que está tomando el devenir mundial, sentarnos a contemplar la probable destrucción, como quien está cómodamente sentado en la butaca de un cine, disfrutándola en cierta medida.

Se nos acusará de pasivos, de tibios, de egoístas, y desde las trincheras se nos señalará por no implicarnos, por desperdiciar valiosas fuerzas. Puede que no les falte razón. Pero la inacción contemplativa no deja de ser también parte del espectáculo. Una actitud más que puede desempeñar algún papel. Cuando menos, iremos contando cómo vemos la cosa, nuestras impresiones y reflexiones. Hasta que el Maelstrom nos engulla.

martes, 9 de agosto de 2011

Promoción turística

Viene mucha gente, de vacaciones. Se lo pasan bien. Para ello, se fomenta cierta permisividad, hagamos que la gente nos vea como un destino de fiesta. Los tiempos pasan y la idea de diversión pasa de unos cantes y bailes regados con algo de alcohol a borracheras monumentales que nunca son suficientes, acompañadas de otras sustancias. A partir de ahí, el desmadre total: peleas, suciedad, ruido, violaciones... La policía estaría desbordada si hiciera algo más que lo cosmético. No podemos romper la imagen de un destino para la fiesta con redadas, eso iría contra el negocio. Faltaría más, que vivimos del turismo, y hay que llenar hoteles de modo zapateril (sea como sea y cueste lo que cueste). 

Pero hete aquí que la cosa, salida de madre desde hace mucho, llama la atención de los medios nacionales y extranjeros, que dedican reportajes al despiporre (de modo sensacionalista, puede ser, pero no enseñan nada que no pase). Y entonces, los que manejan el negocio turístico se rasgan las vestiduras y acusan a los medios de intentar perjudicarles (la vieja tradición de matar al mensajero). Pero uno sospecha que, en vista del percal, no sería de extrañar que, lejos de perjudicar, los reportajes sirvan de reclamo para mucha gente.


Y así nos va...

lunes, 8 de agosto de 2011

Epistemología negativa

A veces nos las queremos dar de listos y la cagamos. Algo así le ha pasado hoy a un señor que, sabio él, quería dar una lección a su nieta. A vuelapluma, justo cuando pasaba por su lado, le he oído decir: "no olvides que siempre te acostarás sin saber una cosa más". 

De entrada, sorpresa. ¿Ha dicho lo que creo que ha dicho? 

Luego, una sonrisa interior. Hay qué ver las tonterías que llegamos a decir, quedándonos más anchos que largos. 

Finalmente, el poso. Sin saberlo, el hombre ha dado en algún clavo, porque no me dirán que no es verdad que siempre nos acostamos sin saber algo, que siempre queda algo por saber. Y aún más, porque si bien tendemos a valorar a la gente por el conocimiento adquirido, por lo que sabe, podemos probar a invertir la cosa y juzgarla por lo que no sabe. Tal vez así cambiarían muchas cosas y muchos pedestales quedarían vacantes. Pero claro, suponemos que el señor quería decir otra cosa, dejando a un lado esta especie de epistemología negativa. ¿O no?

jueves, 4 de agosto de 2011

Invertir en tiempo

La mayoría de la gente busca en los productos culturales mero entretenimiento. Poco valoran sus vidas y su tiempo. La búsqueda de diversión inmediata, vana y ligera, parece haberse convertido en leitmotiv generalizado. Sin embargo, parece un puro desperdicio de fuerzas y potencialidades. Precisamente ahora que en algunas sociedades se han alcanzado cotas hace no mucho inimaginables de comodidad y tiempos de ocio enormes, es cuando menos los aprovechamos, dedicados como estamos al más puro y simple pasar el rato, en no aburrirnos y abandonarnos a actividades banales. Pareciera que queremos compensar la saturación de nuestras vidas de "utilidad" con uun vacío, una nada que nos tenga en blanco.

Invirtamos no económicamente. Aprendamos que hay enriquecimientos no calculables. (Re)Tomemos sendas distintas. Exploremos. Ensanchemos mundo, y que al final de nuestros días podamos decir que hemos hecho algo más que pasar el tiempo que se nos ha otorgado, que lo hemos aprovechado.