martes, 1 de mayo de 2012

La revolución no será una fiesta


No entiendo las protestas festivas. Puedo comprender que se reivindiquen derechos y que se haga de forma más o menos amable. Pero expresar un rechazo (y rechazar algo no es otra cosa que abrazar otro algo, por lo que algo de reivindicación hay siempre en la protesta) no es algo como para ir de fiesta. Al final, gritar con una sonrisa puede atenuar la protesta y la sonrisa (o directamente, hacer falsa una de las dos). Por no hablar del a quién favorece que se haga así (o a quien no perjudica lo suficiente). 

La mala leche, la desesperanza, la incertidumbre, la indignación (la de verdad), no casan con la fiesta. Tampoco hace falta caer en la violencia irracional (ni en la racional), pero protestar como si se fuera a la feria, me parece una frivolidad. Una frivolidad muy propia de unos tiempos que todo lo han querido convertir en una fiesta dando la espalda a los grandes esfuerzos y a lo desagradable o incómodo.

2 comentarios:

PENSADORA dijo...

Pues tienes mucha razón. Yo pienso lo mismo y se me pone bastante mala leche cuando veo esas manifestaciones fiesteras de tambores en lugar de cacerolas.

¿Cómo nos van a tomar en serio si nosotros mismos no somos serios con lo que lo precisa?.

En fin.

El Pez Martillo dijo...

Es que a veces hay que alzar la voz. A parte de quedarse uno a gusto, dar un bocinazo a alguien puede aplacarlo. O al menos a meterle algo de miedo en el cuerpo, algo que parece que muchos no tienen...