viernes, 26 de octubre de 2012

Perseverando en la gilipollez

Cada x tiempo se pone de moda algún bailecito chorra. Son muy útiles, ya que funcionan como un detector de gilipollez. No por el baile en sí, sino por el afán de todo el mundo de bailarlo y mostrarse "guay y enrollado" al estarlo haciendo. El punto de inflexión se da cuando empiezan los personajes populares a bailarlo en público: un programa de televisión, ahora en el youtube, un candidato presidencial en campaña... En fin, que es un método como cualquier otro para calificar y encasillar a la gente. 

Y también en esto hay progreso: de la simplona yenka (izquierda-izquierda-derecha-derecha-adelante-atrás- un-dos-tres) al ya más sofisticado y complejo fenómeno actual del rapero coreano, con estaciones intermedias en macarenas, aserejés y otras. La gracia es que ya exige un cierto entrenamiento, ya no son movimientos facilones, sino que hace falta más coordinación. Hay que entrenar, perserverar. Y ello hace que sean tests de gilipollez más eficaces, ya que antes se podían dar falsos positivos de gentes que tuvieran un momento tonto y se dejaran llevar. No. Ahora el que lo sabe bailar es porque se ha empleado en ello y lo ha querido así. 

Y luego, estamos los gilipollas reactivos, que nos dedicamos a hablar de los gilipollas activos, dándoles alas y expandiéndola de otro modo.

martes, 16 de octubre de 2012

Twitter a contracorriente

Sigo a gente en Twitter que lanza sus emisiones de forma torrencial. De pronto, sueltan auténticos discursos en capítulos de unos 140 caracteres. Pero resulta que en la pantalla sale ordenado en orden descendente de lo más reciente a lo más antiguo. Así, si se lee de arriba abajo (que es como suelo leerlo yo, ya que a veces es difícil llegar al primer tweet de la serie), se crea un efecto extraño y curioso, el de ir leyendo a contracorriente, desde las conclusiones a las premisas. El autor y yo, el lector, nos cruzamos, él va en un sentido, y yo en el otro. Y lo gracioso es que en muchas ocasiones no se altera el mensaje, ya que a menudo los tweets funcionarían por sí solos sin el resto, aunque en el todo, tengan su sentido.  Incluso se llega a poder prever los pasos previos aún no leídos. Hay algo arqueológico y casi misterioso en ello: lo ya acontecido pero aún por descubrir.

lunes, 15 de octubre de 2012

Huir de la bilis

A menudo tengo la tentación de mandarlo todo al cuerno. Dejar mis cosas, mi trabajo, mi vida, en definitiva, y meterme a cartujo. Hacerme monje. No porque me atraiga la religión (aunque sí, vagamente, lo religioso), sino por lo de la tranquilidad, la vida retirada y la meditación. Vivir en mis pensamientos, cuidando de un huerto y unas gallinas que me dieran de comer. 

Pero me dura poco, porque bien pronto me doy cuenta de que. aunque atractivo, eso tendría mucho de huida. No es que tenga, a nivel concreto, nada de lo que huir. Pero el ambiente general es opresivo y amenaza con acabar siendo asfixiante. El primer impulso es el de refugiarse en lugares seguros. Pero eso no arreglaría nada. A lo sumo, prolongaría la agonía. No debo girar la cara a lo que me desagrada de mis conciudadanos, compatriotas y congéneres humanos (probablemente sea cosa mía, y entonces la huida sería absurda, ya que el problema, si es que lo es, vendría conmigo). Debo mirarlo de frente, y sentir las náuseas. Vomitar si es necesario. Pero a la cara. 

No hacen falta bálsamos, ni purgas. Al menos intentaré poder enorgullecerme de mi asco y mi bilis. 

lunes, 8 de octubre de 2012

Marca España

Ahora nos vienen con todo el asunto este de la marca España. Cualquier acontecimiento es interpretado en esa clave, como bueno o malo para la imagen del país en el exterior. Supongo que es importante, pero la imagen es más bien un producto secundario de otras cosas que deberían ser consideradas prioritarias. Quiero decir, que la imagen es una especie de colofón que se da si antes hay otras cosas. Y además, la imagen no sólo es cuestión de proyección, sino de recepción.  Es como ser un guarro y pretender ocultar el olor corporal con litros de perfume, que puede que se engañe a alguien, pero se queda aún peor. 

Dice el refranero que la mujer del César no sólo ha de ser honesta, sino que ha de parecerlo. Pues con esto de la marca España da la impresión de que lo que importa es que parezca honesta, sin preocuparse del todo en que lo sea (con lo cual, si a veces es difícil parecer lo que se es, más difícil es aún parecer lo que no se es).

En fin, y por seguir con el refranero: aunque la mona se vista de seda...

viernes, 5 de octubre de 2012

Impregnación partidista

De entre todas las desgracias que padecemos, una de las más perniciosas y lamentables es la progresiva impregnación de la vida por parte de los partidos políticos. No de la política, entendida como la actividad de organizarnos los humanos y ponernos de acuerdo en llevar adelante una sociedad, ya que bajo este punto de vista política es la comunidad de vecinos y cualquier coordinación entre varios agentes. No me refiero a esto, sino al secuestro de cada vez más sectores por parte de las posiciones de los partidos políticos y sus distintas facciones, que nos atenazan y nos quieren meter cada vez más en sus batallas de poder. 

La cosa es casi lógica, si consiguen dominar y colocar al frente de televisiones, colegios, universidades, juzgados, equipos de fútbol... a gentes de su cuerda, se expandirán más sus mensajes, y calarán de forma distinta y se diría que más profunda, que si vienen directamente del partido y sus líderes. Se establece con ello una especie de naturalización de los idearios y argumentarios. Pero como los partidos son varios y el poder total no es posible, cada lado "domina" sus sectores, y tarde o temprano se produce el choque. Si existiera el diálogo, la cosa no iría más allá, pero como parece que es algo inexistente (porque hay mucha gente, empezando por los líderes, que creen que el diálogo es no llegar a las manos, y no un escuchar, atender razones, ponerse en el lugar del otro, aceptar que las posiciones propias no son inamovibles y que todo lo que los demás dicen no solo sean salvajadas...), pues se llegan a posiciones enfrentadas y enrocadas en todas partes, poniendo muchas cosas en peligro. Porque por momentos puede que haya un equilibrio, pero como la tendencia es a expandir lo propio a costa de lo de los demás, se trata de un equilibrio tenso, y al final la situación puede salir por donde menos se lo esperan.

Al final, en el día a día, uno no puede dar un paso sin encontrarse con el tufillo partidista, que puede generarte acusaciones por parte de los supuestos rivales. Si se te ocurre mirar una televisión, apoyar a un equipo de fútbol, incluso si hablas un idioma u otro, puedes ser sospechoso de ser de una tendencia o de otra. Se llega al extremo absurdo de no ser cliente de un bar porque el dueño vota a X. Y eso es muy peligroso. Demasiado. 

Lo que la lógica me dice es que los partidos deberían husmear, sondear y conocer bien la sociedad y recoger sensibilidades. Ser representantes. Pero parece más bien que lo que quieren es crear esas sensibilidades, creando el problema y la solución ellos mismos, haciéndose imprescindibles y centrándose en la cuestión de la posesión y ejercicio del poder más que en el puro representar. Eso si no se trata de que en realidad, la sociedad está tan fragmentada que en sentido estricto no hay sociedad sino un mero agregado de individuos (o pequeños grupos de ellos, microsociedades) sin sensibilidades. Y claro, la única forma de que las tengan, sea inoculárselas. Lo cual me parece una desgracia mucho mayor, que tal vez sea la única y la que engloba o de la que nacen todas las demás.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Choque de espadas


El devenir único y eterno, la radical inconsistencia de todo lo real, como enseñaba Heráclito, es una idea terrible y, perturbadora, emparentada inmediatamente en sus efectos con la sensación que experimentaría un hombre durante un temblor de tierra: la desconfianza en la firmeza del suelo. Es necesaria una fuerza prodigiosa para convertir esta sensación en su opuesta, en el entusiasmo sublime y beatificador. Y, sin embargo, esto lo consiguió Heráclito por una observación hecha sobre la procedencia efectiva de todo devenir y de todo perecer, que comprendió bajo la forma de polaridad, o sea, como desdoblamiento de una fuerza en dos actividades cualitativamente diferentes, opuestas y tendientes a su conciliación o reunión. Permanentemente una cualidad se divorcia de sí misma y se constituye en cualidad opuesta; permanentemente estas dos cualidades contrarias se esfuerzan por unirse otra vez. El vulgo cree, en efecto, conocer algo sólido, acabado, permanente; pero, en realidad, lo que hay en cada momento es luz y tinieblas, amargura y dulzura juntamente, como dos combatientes cada uno de los cuales obtuviese a su vez la supremacía. La miel es, según Heráclito, dulce y amarga a la vez, y el mundo mismo es un cráter que debe ser removido constantemente. De esta lucha de cualidades contrarias nace todo devenir: las cualidades determinadas, que a nosotros nos parecen permanentes, expresan sólo el instante de equilibrio de un combate: pero este equilibrio no pone fin a la lid, que dura eternamente. Todo acaece con arreglo a esta lucha, y precisamente esta lucha es la manifestación de la eterna justicia. [...] Las cosas mismas en cuya permanencia y consistencia cree la estrecha cabeza del hombre y del animal, no tienen verdadera existencia: son los chispazos y relampagueos que lanzan las espadas que se cruzan, son el brillo de la victoria en la guerra de las cualidades contrarias.

Friedrich Nietzsche
La filosofía en la época trágica de los griegos (1873)

martes, 2 de octubre de 2012

Seguridades

Como humanos, soportamos muy mal la incertidumbre. La vida tiene un fondo de inseguridad muy pronunciado, y se diría que todas nuestras producciones se dirigen a afianzar escenarios de seguridad. Estamos obsesionados con el control, con que nada se salga de un orden. Por supuesto, no podemos sucumbir, hay que seguir adelante de alguna manera. Pero cabe cuestionarse si un exceso de fijación no conduce a un riesgo mayor, por el simple hecho de que en buena medida, las medidas de contención de la infirmeza son un mero narcótico, un parche que no evita que tarde o temprano, ya que el substrato es inseguro, se cuele por algún lado el desorden, nos pille por sorpresa y provoque más daños que si lo hubiéramos afrontado más directamente. 
La cuestión es si no cabría elaborar herramientas para mejor encarar todas la debilidades e incertezas de la vida (entendida en sentido profundo, como physis, no como mero desarrollo vital/orgánico). O, simplemente, para encararlas y no volverles la espalda, que es lo que a menudo parece que hemos hecho con nuestra civilización.