viernes, 5 de octubre de 2012

Impregnación partidista

De entre todas las desgracias que padecemos, una de las más perniciosas y lamentables es la progresiva impregnación de la vida por parte de los partidos políticos. No de la política, entendida como la actividad de organizarnos los humanos y ponernos de acuerdo en llevar adelante una sociedad, ya que bajo este punto de vista política es la comunidad de vecinos y cualquier coordinación entre varios agentes. No me refiero a esto, sino al secuestro de cada vez más sectores por parte de las posiciones de los partidos políticos y sus distintas facciones, que nos atenazan y nos quieren meter cada vez más en sus batallas de poder. 

La cosa es casi lógica, si consiguen dominar y colocar al frente de televisiones, colegios, universidades, juzgados, equipos de fútbol... a gentes de su cuerda, se expandirán más sus mensajes, y calarán de forma distinta y se diría que más profunda, que si vienen directamente del partido y sus líderes. Se establece con ello una especie de naturalización de los idearios y argumentarios. Pero como los partidos son varios y el poder total no es posible, cada lado "domina" sus sectores, y tarde o temprano se produce el choque. Si existiera el diálogo, la cosa no iría más allá, pero como parece que es algo inexistente (porque hay mucha gente, empezando por los líderes, que creen que el diálogo es no llegar a las manos, y no un escuchar, atender razones, ponerse en el lugar del otro, aceptar que las posiciones propias no son inamovibles y que todo lo que los demás dicen no solo sean salvajadas...), pues se llegan a posiciones enfrentadas y enrocadas en todas partes, poniendo muchas cosas en peligro. Porque por momentos puede que haya un equilibrio, pero como la tendencia es a expandir lo propio a costa de lo de los demás, se trata de un equilibrio tenso, y al final la situación puede salir por donde menos se lo esperan.

Al final, en el día a día, uno no puede dar un paso sin encontrarse con el tufillo partidista, que puede generarte acusaciones por parte de los supuestos rivales. Si se te ocurre mirar una televisión, apoyar a un equipo de fútbol, incluso si hablas un idioma u otro, puedes ser sospechoso de ser de una tendencia o de otra. Se llega al extremo absurdo de no ser cliente de un bar porque el dueño vota a X. Y eso es muy peligroso. Demasiado. 

Lo que la lógica me dice es que los partidos deberían husmear, sondear y conocer bien la sociedad y recoger sensibilidades. Ser representantes. Pero parece más bien que lo que quieren es crear esas sensibilidades, creando el problema y la solución ellos mismos, haciéndose imprescindibles y centrándose en la cuestión de la posesión y ejercicio del poder más que en el puro representar. Eso si no se trata de que en realidad, la sociedad está tan fragmentada que en sentido estricto no hay sociedad sino un mero agregado de individuos (o pequeños grupos de ellos, microsociedades) sin sensibilidades. Y claro, la única forma de que las tengan, sea inoculárselas. Lo cual me parece una desgracia mucho mayor, que tal vez sea la única y la que engloba o de la que nacen todas las demás.

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