martes, 22 de enero de 2013

Curados de espanto

Nos indignaríamos más, o sencillamente, nos indignaríamos, si no fuera porque ya no nos sorprende nada y todo lo tenemos ya por descontado. Por un lado, ganamos en tranquilidad, por el otro, es más fácil que nos toreen. Habrá que fingir, pues.

domingo, 20 de enero de 2013

David Bowie. Where are we now

Si de novedades discográficas de 2013 hay que hablar, no se puede obviar la grata sorpresa que saltó hace unos días: el retorno de Bowie después de una década. En primavera habrá trabajo nuevo, del cual nos adelanta este Where are we now, melancólico tema con aroma bowiano, que no es un bombazo ni una de esas grandes canciones con las que antaño sorprendía, tal vez por debajo de su media, pero en cualquier caso por encima de la media del panorama actual, lo cual ya se agradece.


sábado, 19 de enero de 2013

A propósito de Armstrong

Soy aficionado el ciclismo. Me gusta seguir las carreras, y cuando hago mis kilómetros sobre las dos ruedas. Por eso querría reflexionar un poco sobre el asunto de Armstrong y su dopaje. Recuerdo que en su momento, había gente del mundo del ciclismo bastante crítica con él. No era una figura demasiado respetada dentro del pelotón, a pesar de sus victorias en el Tour. Este es uno de los detalles que no agradaban: su palmarés se circunscribe casi únicamente a la ronda francesa, sin que haya muchos grandes nombres más allá (un campeonato del mundo en ruta y una clásica de San Sebastián, una flecha Valona, alguna etapa aquí y allá, y poco más), hasta el punto de que se le reprochaba que sólo corría el Tour, despreciando todas las demás pruebas del calendario (obviamente, no se pueden correr todas en un año, y hay que escoger prepararse para unas con más intensidad, pero es que él sólo trabajaba los meses previos al Tour y el Tour, y poco más). 

Luego estaba su superioridad. Era tan aplastante (y ahora sabemos porqué, aunque siempre hubo sospechas, e incluso acusaciones directas que nadie en su momento atendió), que daba rabia. Al público, y a gente del pelotón. En resumen, era alguien incómodo, y siempre oí a los comentaristas deslizar algunas quejas, reproches y sospechas hacia él, cosa que no han hecho luego con otros campeones. 

Sobre el tema del dopaje, tampoco es algo que me preocupe. Asumo y sospecho que es algo muy común, más de lo que nos quieren hacer creer, que se extiende por todo el mundo deportivo, si bien es cierto que es posible que haya deportes en los que haga más falta que en otros por su dureza (y el ciclismo es muy duro, sin duda). Más bien me atrevo a pensar que se trata de que esos deportes duros son un banco de pruebas de sustancias y técnicas de dopaje, de una zona de refinado para que luego en otros deportes pasen más desapercibidas (aunque cabe también la posibilidad de que haya deportes hacia los que se muestre una mayor permisividad en esto del dopaje). En definitiva, insinuo que si hay que perseguir el dopaje, en serio y de verdad, se acaba el espectáculo, y ni la liga de dominó del bar de la esquina se salva.

viernes, 18 de enero de 2013

El peligro que salva

Nah ist
Und schwer zu fassen der Gott.
Wo aber Gefahr ist, wächst
Das Rettende auch.


Cercano está el dios
y es difícil de aprehender.
Pero donde hay peligro,
también está lo salvador.

Friedrich Hölderlin. Patmos (1802).

jueves, 17 de enero de 2013

El nuevo antiguo régimen

Se cuenta que una princesa del Antiguo Régimen, al contemplar las turbas que amenazaban su palacio, pregunto por el motivo del descontento de aquellas gentes. "Tienen hambre, no hay pan". La respuesta de la noble fue "pues si no tienen pan, que coman brioches". Aunque por lo visto es falsa, retrata a la perfección el estado de las cosas en las décadas anteriores a las revoluciones de los siglos XVIII y XIX: una numerosa clase pobre (muy pobre, cada vez más pobre), y una nobleza aislada y enclaustrada en sus privilegios, cada vez más decadente e inmoral en sus gustos y manifestaciones. Había, claro está, una clase media escasa, la burguesía, que se sentía importante y como tal reclamaba su espacio en el poder, siendo a la postre, aliándose a la desesperación de los más pobres, la que forzaría y ganaría el pulso a la nobleza. 

La cuestión es que la situación que vivimos recuerda cada vez más a aquella otra, con unos dirigentes en su burbuja, distantes, incapaces de ver más allá de sus datos y sus previsiones, gobernando para el pueblo y por el pueblo pero sin el pueblo, donde impera la miseria (moral, intelectual...), la desfachatez y la feria de las vanidades. Y una masa cada vez más empobrecida (sin llegar, de momento, al grado de entonces, pero más empobrecida que hace unos años sí) y desentendida de los de arriba, sintiendo una hostilidad creciente hacia ellos y que amenaza con hacerse virulenta.

Recuerdo que hace poco, una alto cargo de algún ministerio afirmaba que la gente que emigra a trabajar al extranjero lo hace, no porque aquí no tengan oportunidades, sino por "impulso aventurero". ¿No es esto parecido a lo del pan y los brioches? Pues ya sabemos cómo acabó aquello.

miércoles, 16 de enero de 2013

¿Se acabó lo que se daba?

¿De verdad alguien se creyó lo del fin de la historia?¿que a partir de cierto momento, acabado el comunismo (¿acabado?, ¿y qué pasa con China?), todo era un camino de rosas en que sólo cabía esperar un progreso y mejoras ad infinitum?

Lo grave no es tanto la teoría en sí, como que se le diera cancha y haya calado. Y es que al final, con la incertidumbre, la duda, la congoja, la angustia... ocurre como con tantas otras cosas: que las expulsas por la puerta y se te vuelven a colar por la ventana. Somos humanos, y eso es casi lo único fijo que tenemos.

martes, 15 de enero de 2013

La historia discontinua

En el pórtico del templo de Apolo en Delfos, todos los que a él entraban podían leer la conocida máxima "Conócete a ti mismo", recogida por numerosos sabios y atribuida a tantos otros. La cuestión, en buena medida incómoda e inquietante, es si aquellos fieles que acudían al templo entendían lo mismo que nosotros  por "ti mismo". 
Nos empeñamos en establecer una continuidad de la historia, como si los acontecimientos se fueran sucediendo igual que los segundos que los abarcan, uno detrás de otro en infinita sucesión. Pero me atrevería a decir que la historia es algo más que una sucesión de avatares y personajes, que los cambios son más profundos y que llegan a hacer que las épocas sean inconmensurables las unas para las otras. Profundizando así el sentimiento de pérdida y de ruina.

domingo, 13 de enero de 2013

Nick Cave and the bad seeds. We no who u r

Viene 2013 con algunas promesas interesantes (al menos para servidor) enn el mundo discográfico. La primera que recibiremos es el nuevo trabajo de Nick Cave and the bad seeds, que titulado Push the sky away, será publicado el próximo febrero. Como anticipo, nos trae este We no who u r, misteriosa canción que se presenta con este inquietante videoclip dirigido por Gaspar Noé (Irreversible). Bosque, noche, luz y sombra: no hace falta nada más.


sábado, 12 de enero de 2013

Iguales

Se observa cierta confusión con el tema de la igualdad. La igualdad ha de ser de trato, de oportunidades, de que no se te veten caminos por ser de una raza, género, clase social, credo, o cualquier otra diferencia que pueda traer asociado un posible trato discriminatorio (legal, social...). Es, por tanto, una situación de igualdad de partida. Que no te encuentres ningún camino cortado en tus decisiones, o que no se te pueda perjudicar por circunstancias que no tienes porque haber escogido con libertad. Siendo así, esta igualdad habría de redundar en una mayor diversidad, ya que cada uno podría escoger su vía en la vida, su destino en la medida de lo posible. La igualdad tiene que ver, en definitiva, con la libertad.

Sin embargo, parece a veces que la igualdad es de llegada, que todos tenemos que acabar igual, tener el mismo peso y la misma proporción en la sociedad, que todos tenemos que estudiar, sacarnos una carrera, ser emprendedores, no desviarnos de las utilidades que se nos marcan (no sólo desde arriba). Al final, de uno u otro modo, las constricciones aparecen, y se nos acaba forzando en una dirección, porque "todos somos iguales" y no conviene desviarse del redil, no vaya a ser que les demuestres que eres distinto a ellos, o que ellos son distintos a ti, lo cual, parece, a mucha gente no le hace gracia. 

viernes, 11 de enero de 2013

Austeros en la austeridad

Ahora que hay quien ha caído en que vivimos por encima de nuestras posibilidades, esperemos que en el futuro no tengamos que decir que fuimos austeros por encima de nuestras posibilidades. Como en todo, la cosa está en encontrar la justa medida, la austeridad que necesitamos y que nos beneficiaría. Y en esto también podemos pasarnos de frenada, algo en lo que somos todos unos expertos.

jueves, 10 de enero de 2013

Un día de furia

Esos días en que todo conspira contra ti, en que todo es una puñalada, en que te sientes a punto de explotar. Y que luego la pagas con quien menos lo merece, por cualquier tontería que te ha hecho desbordar.

Esos días...

miércoles, 9 de enero de 2013

Explicar a los demás

Cuando alguien juzga a otra persona, o a sus comportamientos, sobre todo cuando el juicio es negativo y muchas veces agresivo, en lugar de dar la razón o quitarla, intento exponer el mecanismo que lleva a dicha persona a ser como es o a comportarse como lo hace. Establezco hipótesis sobre sus motivaciones, sus impulsos, e incluso sus circunstancias, aunque sé muy bien que la mayoría de ellas no podré comprobarlas nunca. 

Soy muy consciente de que eso no le gusta al personal, que en su afán por lapidar y descalificar, aunque sea con razón (y, siguiendo la misma metodología, también ellos tienen sus razones para obrar así), lo ven como una defensa del agredido, cuando tan sólo es una explicación que pretende ser ajena a juicios estéticos o morales. Pero me sale espontáneamente, porque no me gustan las frases lapidarias (salvo que las diga yo, y en ese caso suelen ser un titular de párrafos enteros de mis pensamientos) y el buscar el KO de los demás.

martes, 8 de enero de 2013

Amor a primera (y última) vista

¿Nunca os habéis preguntado, al ver a alguien por la calle: de esta persona podría llegar a enamorarme? ¿No hay en ello un cierto enamoramiento, fugaz, momentáneo, pero enamoramiento en definitiva?

lunes, 7 de enero de 2013

Permanencias

Tengo la manía de no borrar a nadie de mis contactos del móvil. Toda persona y número que, por h o por b, ha entrado en su memoria, ahí se queda. Aparece hasta el teléfono de aquél restaurante que una vez apunte para reservar mesa, y al que nunca he vuelto a ir. Y también, por supuesto, están ahí gentes con las que he perdido todo contacto hace años (y digo yo, ¿cómo perder contacto si el teléfono está ahí, a la mano?), pero que permanecen como fósiles de tiempos pasados. De entre todos ellos, en los últimos días me he percatado de algo interesante. 

Resulta que, recién terminada la carrera, trabajé en una empresa de cuidados a domicilio. Durante más de un año fui a casa de una señora para ayudarla con la higiene y las curas de su anciano hermano, demente y postrado en cama. Como no todos los días podía ir a la misma hora, o a ella no siempre le venía bien que fuera (el estado del hermano no siempre aconsejaba que lo mareáramos mucho), teníamos nuestros teléfonos para estar en contacto. El señor murió a principios de 2001 (y esto es una historia que en otro momento debería contar, porque tiene su cosa), y desde entonces el contacto se fue perdiendo. Al principio la visité alguna vez a su casa, o ella me invitaba a un café y charlábamos, pero de cada vez menos hasta dejar de saber sobre ella. 

Entre tanto, han irrumpido los smartphones y los programas para enviar mensajes entre móviles aprovechando su conexión a internet. En ellos tienes un perfil y puedes poner una foto. Y el otro día, revisando a ver si alguien nuevo se había hecho con la aplicación en cuestión, me encontré con que en el número de aquella señora aparecía la fotografía de un jovencito imberbe en primer plano. Mi interpretación es que la señora, que ya cuando perdí contacto con ella rondaba los 80, había muerto, y que su número de teléfono móvil, vacante, había pasado a otra persona. A alguien que se ha estrenado en esto de los móviles. Creo que es la primera persona muerta que tengo en mi lista de contactos del móvil.

Y así, un número que ahora es de otro individuo, sigue en la tarjeta sim de mi móvil con el nombre de su anterior propietaria y con la foto del nuevo dueño, en una extraña intersección entre alguien que conocí que ya no está, y alguien que está pero que no conozco. Está bien así, y no lo pienso tocar.

domingo, 6 de enero de 2013

Preparados, pero no listos

Nos comen la oreja con eso de "la generación mejor preparada de la historia". Sin entrar en pormenores de en qué consiste dicha preparación y si es pertinente, me pregunto para qué sirve tanto estudio si al final no se pueden demostrar y poner en práctica. En vista de los resultados del trabajo de las generaciones precedentes (unas nos llevaron a la guerra, otras a una transición que cada día se muestra como un -otro- gran fracaso de nuestra historia), habría que intentar probar a ver si estos, tan preparados, lo están para hacer algo de este maldito y maltrecho país. Pero no parece que se les vaya a dejar ese espacio, no sea que demuestren que de verdad están preparados, dejando en evidencia toda la miseria intelectual, moral y de todo tipo en la que se han (nos hemos) estado revolcando durante décadas. Aunque reclamaran su lugar, no les dejarían. En el fondo, si los jóvenes están tan preparados, es gracias a ellos, que han sentado las bases para que así sea. ¿O no? Pues eso.

Aunque, ahora que no nos oye nadie, confesaré que no me creo la monserga de la preparación. Que tenemos muchos títulos, que hablamos muchos idiomas y conocemos mundo. Más que nuestros padres y abuelos. Pero que en definitiva eso no es suficiente, y que de dejar en nuestras manos el país y el mundo, seguiremos nuestra senda de esperpento, que al fin y al cabo es la nuestra. Sólo valdremos para ser más eficientes, para dar mejores resultados, y que otros se hinchen el pecho y nos puedan seguir comiendo la orejita, teniéndonos así ufanos y autosatisfechos. Para que sigamos mejorando los números (sus números), que es lo que importa.