lunes, 22 de junio de 2015

Los límites del humor

De un tiempo a esta parte es recurrente el debate sobre los límites del humor. Pero no desde un punto de vista teórico y riguroso, sino desde las tripas. A menudo desde las de los profesionales de lo políticamente correcto, que se ofenden por cualquier tontería y en nombre de terceros. 

La última vez ha sido a raíz de unos tuits de uno de los concejales de la "nueva política", que tenían a judíos y víctimas de ETA como punto de mira (oh, perdón, como objeto, o como sujeto pasivo de los mismos, que me perdonen los objetos y los sujetos, también los pasivos). Los susodichos tuits fueron emitidos hace años (por cierto, son chistes bastante viejos y manidos) y ahora, a raíz del ascenso político de su emisor, la masa bienpensante se ha llevado las manos a la cabeza y han pedido responsabilidades. Más allá de la pertinencia de esta actitud, me ha llamado la atención que sean las dianas (oh, otra vez perdón, ¿es ofensivo el uso de términos militares?) las que menos importancia le han dado al asunto. En concreto, Irene Villa (víctima de ETA, por si alguien no lo sabía) y Ernesto Ekaicer (judío), que incluso han bromeado con los chistes que se han hecho. Me parece una actitud mucho más sana, elegante y adecuada responder al humor con humor, y no con el rasgamiento de vestiduras de los habituales sepulcros blanqueados. Siempre y cuando, claro está, el humor sea eso, humor, ironía y juego, alegría y jolgorio, el cual aumenta si uno se ríe de lo más sagrado (como decimos en buen mallorquín: "enriurer-se'n des Sant i des miracle", reírse del Santo y del milagro), y no una coartada para decir lo que se piensa cuando lo que se piensa es reprendible y se diga con mala leche, que no sé si es el caso. Y para eso no hay que tomarse demasiado en serio, soltar lastres (el ego es uno de los que más lastran la ligereza), algo que tengo mis dudas que cumpla el emisor de tuits en cuestión. 

Hace unos meses todos nos sobrecogimos con la matanza dela revista satírica francesa Charlie Hebdo, y nos dimos un automasaje con el "Je suis Charlie" y la defensa de la libertad de expresión. En realidad, lo que nos pone son los mártires, sobre todo si es a manos de malos malísimos de turno. Y siempre va a haber gente dispuesta a ofenderse por cualquier cosa, aunque no le afecte de forma directa, y se buscarán la excusa para condenar al infierno a alguien (unos te matarán, otros no, pero intentarán callarte)

Hace algo más de un año fui víctima de un episodio de estos de "los límites del humor", en una escala más pequeña e intrascendente (si es que el ámbito laboral y las redes sociales lo son), pero me bastó para comprobar que no hay forma más segura de conocer las debilidades de los demás que saber qué es lo que no les hace gracia y hasta dónde están dispuestos a reírse. Por eso hay que explorar sus límites (que no son los del humor, sino los de ellos). 

3 comentarios:

PENSADORA dijo...

La verdad es que no he sabido qué pensar en este caso que comentas. A ratos pienso que la libertad de expresión está para que todos nos comuniquemos como nos dé la gana y que hay que entender la subjetividad de los comentarios de los demás como eso, algo subjetivo.

Pero otras veces pienso que todo es interpretable y que son necesarios unos límites.

En este caso en particular, he de admitir que el tipo en cuestión no me gusta. Así tal cual. Sin conocerle realmente. Su aspecto y su actitud me suenan a cultureta "revenío" que encuentra en la política una forma de ganarse el pan sin hacer mucho.

En mi humilde opinión, por mi parte, le hubiera respetado más si en lugar de detractarse se hubiera defendido. De esta manera, lo único que hace es demostrar un apetito de poder similar a aquellos otros políticos a los que tanto se critica.

¡¡uufff!! ya estamos con mis súper rollos coñazo. Disculpe usted, pero no haberme provocado.

Para finalizar, respecto a los límites del humor, como en todo, el límite es el de cada cual.

¡Salud!

PENSADORA dijo...

Por cierto, hablando de humor... ¿conoce el siguiente blog?

http://diariodeuncompletogilipollas.blogspot.com.es/

Se lo recomiendo por divertido.

El Pez Martillo dijo...

Como soy muy del humor negro, no me gusta que me lo quieran limitar. Que me digan que no les gustan mis gracias, lo acepto, va en ello, pero no que intenten callarme. Eso sí, las digo sin ánimo de hacer daño, que es donde sí acepto algún límite (no en callarse lo que pueda hacer daño, sino en decir las cosas para hacer daño, pero claro, eso ya no es humor).

Gracias por la recomendación, le pegaré un vistazo.