sábado, 31 de diciembre de 2016

Al carajo 2016

Termina 2016, un año que nos está dejando un regusto amargo, y no sólo por el reguero de muertes significativas que ha dejado (no siempre por su importancia, pero sí por su poder icónico). Si alguien en los 90 se creyó lo del fin de la historia y a pesar de todo lo ha seguido creyendo, debería haberse bajado ya del guindo, porque la cosa ha ido de sobresalto en sobresalto: atentados varios (en realidad nada nuevo y que no vaya a continuar, pero ayuda a esta sensación de agobio en la que vivimos), Brexit, Trump, nosotros sin gobierno... 2016 ha sido un circo de tres pistas. 

Y 2017 no pinta mucho mejor, me temo que la sensación de ir cuesta abajo y sin frenos, cada vez más acelerados a un abismo del cual no vemos el fondo, va a acentuarse. De muertes, habrá muchas, como todos los años, pero en lo que respecta a la música (el campo en el que la cosa ha sido más dramática en 2016), también tendremos que acostumbrando a ver cómo nos dejas grandes figuras e ídolos, porque los mitos que protagonizaron aquellos años 50, 60 y 70 ya van siendo mayores y el tiempo no perdona. 

En lo personal, 2016 ha tenido casi de todo, pero destacaría un final y la recuperación de sensaciones que creía que ya no volvería a tener (no necesariamente agradables, pero que me agobiaba el haber perdido). Así que sí, en este año preñado de muerte, yo me he sentido muy vivo. 

Que la fiesta continúe.

viernes, 30 de diciembre de 2016

Primeros auxilios en la escuela

A la hora de elaborar los planes de educación, cada profesión tira para lo suyo: los economistas consideran necesario que se enseñen nociones de economía, los informáticos de informática, y así con todo. Yo, como sanitario, considero que en las escuelas debería enseñarse primeros auxilios, pero no sólo por una cuestión de ego profesional, sino porque se pueden salvar muchas vidas si se actúan bien desde un primer momento, ya sea en una muerte súbita o en cualquier clase de accidente o evento que ponga en peligro una vida. Sin embargo, lo que se enseña, si se enseña, es más bien poco. Y tampoco veo que se haga mucho hincapié en ello, y es algo que en mi modesto entender es de cajón.

domingo, 11 de diciembre de 2016

Nuestra gestión sentimental

No es algo nuevo, ni siquiera original, pero de un tiempo a esta parte se me ha instalado la idea de que mi generación (más o menos) tiene un  problema con la gestión de sentimientos. Tal vez sea algo sociológico (estar en una zona de fuerte contraste entre los modelos que nos han implantado nuestros mayores y la realidad de la sociedad), o algo más profundo, pero no nos manejamos bien en nuestras relaciones. Puede ser el miedo que nos atenaza en cada vez más campos a toda la sociedad en general y nos paraliza (como nos bloquea en tantos ámbitos), o puede ser que nos hayamos creado un mundo de expectativas exageradas y poco realistas (nuestra masiva exposición a unos medios que nos han inculcado no pocas falsedades). O, sencillamente, que en nuestro mundo hipertecnificado en el que todo está mediado por algún aparato o algoritmo, hayamos perdido la espontaneidad y la fluidez de unos sentimientos que no podemos comandar con un botón, y así nos compliquemos por cosas que en realidad son muy simples, tan simples como dejarnos fluir, a pesar de que duela (algo que también hay que dejar que ocurra). 

sábado, 10 de diciembre de 2016

La vorágine aniquiladora

La vida moderna y la vorágine que la acompaña nos convierte en seres efímeros que antes de acabar de consumir las cosas ya estamos ansiosos por lo siguiente. Nos dicen que vivamos el presente, pero este dura cada vez menos, en una carrera que lo lleva a ser infinitesimal e irrelevante. Tampoco podemos recurrir al pasado, puesto que la velocidad nos impide retener nada y la tecnología sustituye nuestra memoria, con lo cual cada vez es menos nuestra. Y del futuro no podemos decir mucho, con lo que no nos queda nada. Tan sólo cubrir una carencia que no sabemos ni ubicar ni identificar. 

jueves, 8 de diciembre de 2016

Cohen al principio y Cohen al final.

Algunas semanas han pasado ya desde la muerte de Leonard Cohen. Semanas pesadas, en las que un torbellino de recuerdos y sensaciones encontradas se ha ido formando en mi, en esta montaña rusa en la que vivo instalado de un tiempo a esta parte. Su final me ha afectado, incluso tardé algunos días en poder escuchar alguna canción suya, y aún así me costó. No es que fuera un fan histérico que ha perdido a su ídolo, mi pérdida es más profunda, biográfica porque casi sin quererlo, su nombre va a ir unido a algunos hechos importantes de mi vida. 

Un principio y un final. El 11 de agosto de 2009 Leonard Cohen actuó en Palma. Fui al concierto con una amiga, que esa noche dejó de ser amiga para ser algo más. Algo más que ha ido a menos este año, en el que Cohen nos ha dejado. Por eso él está al principio, pero de algún modo también al final, señalando que el círculo ya está cerrado. 

Todo tiene su fin. La vida y sus historias. Y uno quisiera que cada final escondiera el principio de algo nuevo, o al menos su posibilidad, aunque siempre hay un temor (unas veces tranquilizador, otras desasosegante): que después no haya nada y venga el vacío. 

 

viernes, 21 de octubre de 2016

Expresión sentimental

Siempre he tenido dificultades con la expresión de mis sentimientos. Me cuesta sacarlos a pasear, y cuando lo hago, no siempre es de la forma más adecuada. Soy un torpe sentimental, y los años, a pesar de ir acumulando experiencias, parecen agudizarlo. A veces me ahogo en ellos y me asfixian, pero no soy capaz de abrir las compuertas y dejarlos fluir. Temo que puedan arrasar con todos los terrenos que poco a poco he ido cultivando y que de alguna manera son mi sustento. Los tengo tras una presa, cuando debería canalizarlos.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Comercio solidario

De un tiempo a esta parte proliferan las cadenas del tipo "si llegamos a los 1000 me gusta, la empresa X pagará Y euros para la investigación de la enfermedad rara de Z". Ahora va por las redes sociales. Antes era lo de los tapones de plástico, que si se acumulaban nosécuántos miles, le daban una silla de ruedas especial a alguien. Esta manera de actuar me exaspera. 

Más allá del bien que se pueda hacer a alguien, me parece que si determinadas empresas quieren ayudar y hacer donaciones, que lo hagan directamente, sin condicionarlo a que el personal haga algo. Porque con estas cadenas lo que están haciendo las empresas es aprovecharse de la bondad de la gente que quiere colaborar, y de la desesperación de los afectados que necesitan ayuda para hacerse publicidad y asociar su nombre a una buena causa, y que al final la gente se acerque a ellos porque "mira qué buenos que son que han pagado X a Y" y no por sus productos y servicios, que es lo que en realidad nos tienen que vender. Lo cual se parece mucho a dar gato por liebre. 

domingo, 16 de octubre de 2016

Bob Dylan. Oh sister & Simple twist of fate

En las entradas de los domingos suelo poner alguna canción. Hoy no puedo poner otra que del flamante nuevo premio Nobel de literatura, Bob Dylan, que llevaba años en las quinielas (pero, confesémoslo, como una opción más bien bizarra), y que el año pasado incluso estaba fuerte en las apuestas, pero al que este año nadie había nombrado. 

Aunque a priori no acabo de verlo, como Dylanita (o Dylaniano) que soy, me he alegrado. Que se den reconocimientos a tus ídolos siempre es agradable. Tampoco me ha disgustado el debate que se ha generado en torno al asunto. ¿Que no ha publicado libros? Bueno, el libro solo es un medio, y creía que la literatura tenía que ver con el lenguaje y no tanto en sus medios de transmisión (aunque el medio influye en el juego que se le puede dar a las palabras). En cualquier caso, me hace gracia que se tenga en cuenta la oralidad y el carácter primitivo (de cuando los rapsodas y juglares iban recitando sus historias por las plazas) ¿Sobre su calidad como poeta? No la conozco en profundidad, porque no entiendo demasiado de poesía y porque no sé tanto inglés como para apreciar las letras en toda su dimensión (además de que siempre he prestado poca atención a las letras de las canciones, sean de quien sean).

Sea como sea, a toda la ristra de premios y reconocimientos que tiene (Grammys, Globo de oro, Oscar, Pulitzer, Príncipe de Asturias de las Artes), ahora le ha de sumar el Nobel. Y como Dylaniano (o Dylanita), he de confesar que me encantaría que no fuera a recogerlo, como hace a menudo (de momento, aún no ha dicho ni mu sobre el Nobel). 

Para ilustrar la entrada, se hace difícil escoger un tema suyo: son tantos y tan buenos, que uno no sabe si decantarse por su primera etapa folk, por la rockera, por la country, por la intospectiva, la religiosa, o la más actual (quitando al Dylan que canta por Sinatra, que no es lo mejor que ha hecho, la verdad), pero creo que me voy a la etapa de mediados de los 70, cuando hacía temas largos, sin estribillos y en los que no paraba de decir cosas. Y como estoy con el dylanismo subido, dos temas por el precio de uno.


sábado, 15 de octubre de 2016

Revisando el pasado

En este afán de algunos de mirar atrás y revisar injusticias del pasado hay un impulso nihilista muy sintomático. Desprecian el mundo, precisamente el mundo que les ha hecho posibles a ellos y querrían que fuera de otro modo. De un modo que sólo cabe en sus ensoñaciones morales. Obviamente, esto no quita que haya cosas que se tengan que aclarar, episodios oscuros y desagradables que reconocer, personajes que hubiera sido mejor que no hubieran existido. Pero esas cosas ocurrieron y poco podemos hacer ahora. Lo mejor es asumirlo y reconocer que a lo mejor en ellas está la semilla de lo que ahora somos.

Pero más importante me parece el evitar, si tan puros queremos ser, que las injusticias se cometan hoy en día, no repetir esos errores con los que ahora nos quieren fustigar. Porque puede ser que en nombre de la justicia y la moral se estén cometiendo las injusticias que en el futuro haya que expiar.

viernes, 14 de octubre de 2016

Personas agujero negro

Hay personas que son agujeros negros: te atraen con una fuerza irresistible que acaba destrozándote, pero a su vez son capaces de generar toda una galaxia, en la que se albergan infinitos mundos(que se irán precipitando en ellas sin remisión)

jueves, 13 de octubre de 2016

Diario de oniria

He decidido empezar a llevar un diario de sueños. Porque es un terreno que cada vez me interesa más. No se trata de hacer interpretaciones peregrinas, ni de buscar premoniciones ni nada raro. Tan sólo describirlos, intentando remarcar aquello más llamativo. Anotaré el relato, lo que sucede, pero también elementos externos a ellos, como la hora a la que los sueño (siempre y cuando sea posible, en el caso de que me despierte en su transcurso), su relación con eventos de la vigilia pasados o futuros (insisto, no premoniciones, pero puede ocurrir que si mañana o pasado he de tomar un avión, hoy sueñe con aviones, por ejemplo), así como el impacto emocional que generan (porque a veces algunos sueños te colocan en una determinada disposición anímica que perdura hasta bien entrado el día). 

Porque todo ese tiempo que pasamos dormidos también estamos vivos y nos ocurren cosas. Cosas que pueden ser importantes. A un insomne como yo nada le apetece más que bucear en las profundidades del sueño. Y quién sabe, a lo mejor el interés haces que duerma más.

En principio es algo privado, pero no descarto publicar alguno de mis sueños aquí (como de hecho ha ocurrido en alguna ocasión).

lunes, 10 de octubre de 2016

Transplantados

Laura y Marcos ya no son padres. Ni siquiera son pareja ya. Su hija de cuatro años sufrió un golpe en la cabeza que no pudo superar. Una caída tonta. Sus órganos fueron donados y se repartieron. Desde entonces, Laura (¿hace falta que diga que es un nombre ficticio?), ha conseguido averiguar a qué lugares fueron enviadas las vísceras de su niña, y viaja a menudo a ellos, con la esperanza de cruzarse con alguien que lleve una parte suya aún viva. Cree que, si llega ese momento, lo percibirá de algún modo. Es lo que la mantiene con algo de esperanza en esta vida. 

Marcos sin embargo se ha vuelto taciturno. La alegría que antes le caracterizaba se ha volatilizado, hasta el punto de que Laura ya no lo reconoce y no ha podido seguir con él, lo cual no ha parecido importarle demasiado.

Ambos viven una vida insípida y neutra. No son los mismos. De algún modo, los dos también han sido transplantados, pero a un suelo estéril en el que ya no hay crecimiento posible, sólo un marchitarse eterno.

martes, 4 de octubre de 2016

En la encrucijada

Saberte en una encrucijada. Ser consciente de que es el momento de tomar decisiones, las cuales van a dar un nuevo rumbo a tu vida. Que hay varias sendas por delante, unas en apariencia más cómodas y transitables, otras más correosas pero que prometen paisajes hermosos. 

Es hora de escoger. Sabiendo que en el fondo no hay ninguna razón de peso para seguir una vía u otra. Ahora he frenado. Toca mirar a ambos lados y pisar el acelerador.

sábado, 1 de octubre de 2016

De las canciones que pasan desapercibidas

Hay canciones que forman parte de nuestro ambiente, que tenemos tan naturalizadas como el aire que respiramos. Me refiero a esos clásicos que todo el mundo se sabe, que ilustran épocas o momentos de la historia colectiva, que se quedan a fuego en la memoria emocional de más de una generación. A estos temas los tenemos tan interiorizados que no les prestamos la debida atención, son como ese ruido del tráfico que se cuela por la ventana, que está ahí pero que no oímos en su verdadera dimensión. 

Por eso conviene de tanto en tanto detenernos en ellas, prestarles atención y ser plenamente conscientes de lo que en realidad son. Ayer me ocurrió con una, que la escuché como nunca la había escuchado, y creció. Mucho.

viernes, 9 de septiembre de 2016

Selección de personal

Se dice por ahí que hay jefes que a la hora de seleccionar personal, fisgan en sus redes sociales, y que ahí se decide si se contrata o no. Si ya de por sí es grave que se cotillee en asuntos ajenos al trabajo que se tiene que desempeñar, lo que me parece más delicado de todo es que haya gente que se fíe de lo que ponemos por ahí. No tengo claro que se pueda dirigir nada de este modo.

jueves, 25 de agosto de 2016

¿Ni arte ni cultura?

Una de las cuestiones del "debate" de los antitaurinos que me enternece, es la parte de su argumentario según la cual a un evento en el que se vierte sangre (de forma más o menos cruenta) no debería ser considerado arte o cultura. ¿De dónde se sacan eso? Porque uno tiene la intuición de que la crueldad y la violencia forman parte del meollo mismo de la cultura. Es decir, que si no se pasa por ella no hay cultura, ni arte, que son hechos violentos y que si en algún momento abominan de ello es para perpetuar determinadas correlaciones de fuerzas y estados. 

Otra cosa es que podamos discutir hacia dónde dirigir o cómo manifestar esa agresividad y crueldad, si hacia algunos animales, hacia personas, hacia los árboles o a los astros. Pero esa es otra cuestión.


miércoles, 10 de agosto de 2016

Carrera profesional

Terminas tus estudios y eres joven. Tienes ganas de comerte el mundo. Si has estudiado algo para lo que tienes vocación y vales, quieres hacer muchas cosas, avanzar profesionalmente. Y entonces es cuando empiezas a darte cuenta de cómo funcionan muchas cosas: innumerables trabas burocráticas, filtros que pasar, oportunistas y trepas varios que con menos llegan más lejos... En definitiva, toda una carrera de obstáculos que te desgasta, aniquila todo entusiasmo, y hace que te vuelvas escéptico (cuando no cínico) respecto a casi todo. Al final acabes yendo a cumplir, a hacer las cosas bien y poco más. 

Y acaba llegando el día en que todos esos que te han llevado a esta situación (personas e instituciones, formas de trabajar, costumbres...) te recriminan tu actitud y tu "escasa implicación".

lunes, 8 de agosto de 2016

Más rápido, más alto, más fuerte y más aburrido

Ahora que estamos olímpicos, quiero reflexionar sobre algo que viene ocurriendo desde hace años: el deporte ya no es lo que era. No me refiero a cuestiones como el doping o la (agobiante) cobertura televisiva. La hiperprofesionalización (con lo que económicamente conlleva: el movimiento de ingentes cantidades de dinero) e hipertecnologización le han quitado épica, convirtiéndolo en algo frío. Todo está calculado al milímetro, y hay poco margen de error. Todo se tiene monitorizado, lo propio y lo de los rivales, y con ello se juega, restándole brillantez a la competición, que se convierte en un ejercicio de contemporización. Ya no se ven las gestas de antaño, ya no hay aquellas figuras carismáticas que se hacían con el cariño del público y el respeto de sus rivales. Hay sorpresas, claro, pero cada vez menos y más tenues (aunque puedan tener un efecto paradójico, al saltarse un guión mucho más marcado y menos incierto).

Por otro lado, está la cuestión de cómo vemos el deporte desde el lado del espectador. Por comentarios que voy escuchando, toleramos menos los deportes que requieren su tiempo, y llama nuestra atención lo acelerado e hiperactivo. 

Eso sí, la falta de brillantez y elevación del deporte contemporáneo se ve efectivamente suplida por una realización televisiva espectacular. Y si no, siempre nos quedará la cuestión carnal: la de contemplar hermosos cuerpos jóvenes en acción. 

miércoles, 3 de agosto de 2016

Los oscuros orígenes de En Joan petit

Siempre se ha dicho que los cuentos infantiles en su origen no iban dirigidos a niños, y que tienen un trasfondo más bien oscuro. Algo parecido ocurre con el caso que quiero traerles hoy y del que me he enterado hace poco: el de la popularísima (al menos por estos lares) canción infantil En Joan petit. No creo que haya niño nacido o criado en las zonas de habla catalana y occitana que no la haya cantado y bailado. Incluso he oído traducciones al castellano. 

En apariencia, la canción nos habla de un niño (el pequeño Juan), que baila y va moviendo las distintas partes de su cuerpo de forma progresiva y sumándolas todas (el dedo, la mano, el codo...). Cualquiera diría que se trata de una forma de que los niños más pequeños aprendan las partes del cuerpo y sus nombres. Pues no. En su origen era una canción de burla hacia las víctimas de una tortura que consistía en ir golpeando y rompiendo uno a uno los huesos del condenado. Y el baile al que se refiere la canción, obviamente se refiere a las torsiones que el dolor provocaba en el ajusticiado. Parece ser que en Francia hubo una rebelión contra Luis XIV, y así ajusticiaron al líder, provocando que el pueblo, ufano, se inventara esta canción que, poco a poco y por unas vías inexplicables, acabó en el cancionero popular infantil.

martes, 2 de agosto de 2016

Cadáveres a primera vista

El otro día me encontré con una escena macabra: Alguien se había caído (o tirado) desde un balcón, y pasé con el coche junto al cadáver, que ya estaba tapado, pero al que le habían dejado un brazo sin cubrir por la manta isotérmica (ese plástico fino, dorado por una cara y plateado por la otra que ponen los sanitarios). La policía estaba acordonando la zona.

Sea por lo inesperado de la escena, porque me pilló con la guardia baja, o porque me dirigía a casa a comer tras el trabajo y tenía hambre, la imagen de ese brazo saliendo me perturbó. Yo, que he visto cadáveres de todas las formas y colores y en circunstancias bastante desagradables (e incluso los he visto morir), sin sentir nada en especial (supongo que al estar en "modo profesional" uno se pone una barrera), me vi sacudido por aquella persona desconocida que llevaba un rato muerta. 

Pensándolo un poco, siempre me ha resultado más desagradable ver el cadáver tapado, esos bultos que mueven los celadores en sus camillas por los pasillos del hospital, o los que vemos en los noticiarios cómo son introducidos en los furgones por los funerarios, que el visionado directo del finado, por muy desagradables que sean sus circunstancias (porque el cine nos ha transmitido una visión dulcificada de la muerte, que suele ser más bien algo feo y asociado a padecimientos, deformaciones y/o mutilaciones).  

lunes, 1 de agosto de 2016

Morder la mano

"No hay que morder la mano que te da de comer"
¿Aunque te dé mierda?
¿Aunque luego te dé unos azotes?

martes, 26 de julio de 2016

Mis recuerdos de la guerra

Ya que el otro día fue el 80 aniversario del inicio de la Guerra Civil Española (para nosotros es, sencillamente, la Guerra, sin apellidos, lo cual da una idea de lo que tuvo que ser). Como es obvio, no la viví, pero mis abuelos me brindaron, directa o indirectamente, sus recuerdos. En su mayor parte me vinieron por la parte materna, con los que tuve más relación por tenerlos más cerca. 

Mis abuelos cantaban en un coro, y fueron a la olimpiada popular que se tenía que celebrar en Barcelona (una forma de protesta del gobierno del frente popular ante las olimpiadas de Berlín) a partir del 19 de julio. Allí les pilló el inicio de la guerra, y mi abuelo se tuvo que ir al frente de Aragón, mientras que mi abuela se fue a Francia en un difícil periplo (buena parte del trayecto lo hizo a pie). Una vez que contaban su historia, recuerdo que mi madre les preguntó cómo es que se arriesgaron a ir a Barcelona con la situación tan revuelta que había, y la respuesta de mi abuela fue que estaban acostumbrados a las huelgas y a los asesinatos políticos, y que en ningún momento esperaban que ocurrieran lo que ocurrió, lo cual es sorprendente. La anécdota instruye sobre la cotidianeidad, que se puede llegar a establecer en los entornos más hostiles imaginables (por ejemplo, mi abuelo nos habló en otra ocasión de una paella que cocinaron en el frente, y de un obús que fue a caer directamente encima de la paellera). Pero también nos dice algo sobre la sorpresa y la imposibilidad de prever lo que está por venir, por más que muchos signos lo anuncien (aunque, claro está, eso es algo que se ve a posteriori). Desde entonces siempre he vivido con la sensación de que en cualquier momento se puede producir un giro del destino que altere y haga tambalear lo que creemos más firme. 

Por la parte paterna, dada la lejanía, no tuve un contacto muy estrecho, pero sí que me llegó un recuerdo postmortem. En una de las veces que hemos ido a la tierra de mi padre, para la boda de algún primo, revolviendo fotos y documentos viejos de mis abuelos, aparecieron una fotos, originales, del hundimiento del crucero Baleares. Lo reconocí en seguida porque había visto recientemente las, digamos, oficiales, y estas se les parecían muchísimo. Sabíamos que durante la guerra estuvo en la marina del bando nacional, pero no los pormenores, y esas fotos le colocaban en una de las principales batallas navales de la guerra (aunque no parece que directamente en el hundido crucero Baleares, sino en alguno de los que le acompañaban). La cosa tiene su aquél, porque él era de tierra adentro, y luego, cosas del destino, iba a acabar teniendo familia balear. 

domingo, 10 de abril de 2016

La nueva política

Detesto la autoayuda y el new age. Paulo Coelho es para mi la auténtica encarnación del diablo. Partiendo de ahí, detecto mucho estilo y lenguaje new age en eso que han dado en llamar la nueva política. Eso de empeñarse en presentarse como nuevos ya es algo sospechoso, como si con la etiqueta quisieran aclarar algo que no se nota en el producto que venden. Eso por no hablar del tono pedagógico y de profesor que está impartiendo la lección de todos sus protagonistas. Que muchos de ellos sean profesores y vengan del mundo de la universidad es un hándicap, por lo que tiene de "yo soy aquí el que sabe y os he venido a enseñar, chicos", y por el alejamiento de la realidad que padece la universidad. Este tono, además, es demasiado uniforme a pesar de sus proclamas en favor de la diversidad, la pluralidad y todo lo múltiple, defensa que únicamente sirve para señalar la intolerancia de los demás, pero que a la hora de aplicarse a ellos, no acaba de cumplirse del todo.

Tengo la mala costumbre de dejarme llevar por las primeras impresiones, y la nueva política no me gustó desde el principio, ni ética ni estéticamente. El paso del tiempo ha ido reafirmando mis sospechas. 

martes, 5 de abril de 2016

Deficiente comprensión

En España padecemos un problema de comprensión. Por exceso (por ver cosas dónde no las hay) o por defecto (por no ver lo que de verdad hay), hay muchas cosas que se malentienden. Y una vez malentendidos, ya no aceptamos explicaciones. Nos ponemos las anteojeras, tenemos el camino seguro trazado y ya no nos salimos de él. 

Podría ser una cuestión de ignorancia. Sería lo mejor. Pero a veces pienso que no es posible tanta ignorancia, que ha de haber un elemento de voluntad, que hay mucha mala leche en ello. 

Las anteojeras no nos las ponen, nos las ponemos nosotros mismos, lo cual es aún más grave. 

miércoles, 30 de marzo de 2016

Somos culpables

Nos dicen que hemos evolucionado, que hemos progresado. Pero uno tiene sus dudas. Lo que ha ocurrido es que se han intercambiado papeles. El lugar que antes ocupaban los sacerdotes, con sus condenas eternas, sus pecados originales, sus liturgias y sus dogmas intocables, ahora lo quieren ocupar otros. La prueba es la virulencia que les dedican, los saben débiles e intentan ocupar su nicho ecológico. 

Como todo sacerdocio, acusan un notable doble rasero, según el cual lo que es condenable en los demás, no lo es para ellos o sus temas favoritos. Para desenmascararlos, basta con usar argumentos simétricos. A modo de ejemplo, nos referiremos a lo que ocurre cuando hay algún atentado islamista. Por un lado, si el atentado es cerca de nosotros, en nuestro entorno histórico y cultural (es decir, en Europa o Norteamérica), en seguida salen a decirnos que "estamos recogiendo lo que hemos sembrado". No digo que no haya algo de cierto, pero desde luego no es algo tan burdo y escaso favor le hacen a lo que pueda haber de verdadero en la afirmación. En cualquier caso, ni si te ocurra insinuar que otro tipo de víctimas son mínimamente culpables (en concreto: las mujeres violadas o asesinadas por sus parejas), porque te cae la del pulpo. 

Por otro lado, cuando el atentado es lejos, cuando no se le da tanta importancia (y estamos de acuerdo en que la reacción a ciertas masacres es muy exagerada, cuando hay otras que pasan muy desapercibidas), tampoco tardan los que salen a denunciar que hay muertos de primera y de segunda. De este modo, se invisten de un aura de bondad y justicia que en el fondo es santurronería y beaterío. Pero no nos engañemos, aunque parece que están reivindicando, en el fondo lo que hacen es condenarte a ti. Porque como buenos nuevos creyentes, lo que importa es señalar culpables. Las víctimas suelen ser una excusa. 

martes, 29 de marzo de 2016

De la nueva censura

Uno de los derechos fundamentales de nuestras democracias es la libertad de expresión. A menudo se señala como una de las grandes diferencias respecto a los regímenes dictatoriales. En éstos hay censura: se vigila cualquier hecho público (presa, música, cine...) en busca de aquello que no le conviene al poder y se intenta eliminar. La figura del censor es omnipresente. En algunos casos, hay hasta delatores que acusan a cualquiera que se porte mal, estableciendo una red de sospechas que tiene a toda la sociedad atrapada. 

Pero que no haya una censura dirigida desde el gobierno, no quiere decir que no haya asuntos sobre los que no se puede hablar o actitudes que es mejor evitar. La pauta la marca el grupo, que parece que de forma espontánea tiende a estas dinámicas de presión. En los últimos tiempos, las redes sociales ejercen esta función de enjambre, reaccionando de forma virulenta ante todo aquello que no gusta. El resultado, sea por lo que sea, es el de un ambiente opresivo en el que te sientes coaccionado a medir tus palabras y a usar determinado vocabulario y expresiones porque sabes que te puedes ganar una bronca. No hay un censor concreto, es algo difuso, no hay un agente concreto que la imparta, pero te sientes incómodo. 

No he vivido la dictadura, pero recuerdo tiempos más libres, en los que el escándalo, cuando lo había, era menos virulento y no pasaba de la expresión de incomodidad frente a algo (que la libertad de expresión también lo ampara, claro está), sin esta pretensión de castigo y escarnio que se ve en los últimos tiempos. Alguien que sí vivió la dictadura, y que luchó contra ella, lo decía hace no mucho: que se sintió más libre entonces que ahora.  

jueves, 18 de febrero de 2016

De los nuevos jóvenes

Un rasgo que veo en las nuevas generaciones es la total falta de conocimiento respecto a lo anterior a ellos. Todo lo que vino antes les es o desconocido o simplemente no les interesa. Como si ellos fueran los primeros. Obviamente, la juventud ha de hacer su camino y tener sus propias vías de expresión, y no ha de constreñirse a lo que los anquilosados les digamos. Eso ha sido así siempre. Pero creo no estar demasiado equivocado al afirmar que antes conocíamos mejor a nuestros padres y lo que a ellos les motivaba y estimulaba. Y nuestros padres lo supieron de los suyos. Incluso hemos degustado lo que nuestros abuelos apreciaban, aunque ya no fuera exactamente nuestro mundo. 

Siempre ha habido brecha entre los jóvenes y los mayores, pero tengo la sensación de que ahora es mucho mayor, que mi mundo, que engloba muchas cosas de los inmediatamente anteriores, ya no es el suyo, que la comunicación es imposible. Tal vez es que me haga viejo y empiece ya con eso tan antiguo (Platón ya lo hacía decir a uno de los personajes de sus diálogos) de que los jóvenes no respetan nada.  

Dijo Newton que si logró ver más lejos que los demás es porque se subió a hombros de gigantes (refiriéndose a otros científicos del pasado). Tengo la sensación de que los nuevos jóvenes creen que ven muy lejos sin necesitar subirse a nada, lo cual les empequeñece.

domingo, 24 de enero de 2016

Una década de reflejos

Desempolvo el teclado por un motivo que bien lo merece: hoy hace justo 10 años que este blog inició su andadura. Empezó de un modo improvisado, simplemente me senté y me puse a escribir sin saber muy bien ni lo que quería decir. Ya tenía un blog en el que narraba ciertas aventuras y reflexiones de una tal Salomé, que era una especie de Zaratustra femenina que se movía por el mundo y se encontraba con gente y tenía conversaciones e ideas. Pero era un blog en tercera persona y en aquel momento me apeteció hablar más en primera (aunque el Pez Martillo fuera una máscara, igual que lo era Salomé, era más yo que ella). Pretendía ser una reflexión sobre lo que ocurría, una suerte de columna como la que se escribe en los diarios. En ocasiones así ha sido, pero la mayoría de las veces me he ido por las ramas de mis elucubraciones y pajas mentales, así como contando vivencias personales (a veces de forma muy disfrazada y difícil de captar, otras con mayor evidencia).

Una década. Pasan muchas cosas en diez años, y ya no soy el mismo de entonces, con mi carrera de filosofía recién terminada y empezando el doctorado (eso es de lo poco que no ha cambiado: sigo con mi tesis, a la que le he dedicado algunas entradas, aunque, eso sí, ya no la estoy empezando, diría que estoy empezando a acabarla, y que dentro de diez años ya será cosa del pasado). He sido un pagafantas y lo he dejado de ser, me he hipotecado, he cambiado de coche, me he especializado en enfermería pediátrica (algo que mereció una entrada, por esperpéntico), he hecho algunos viajes, he leído y escuchado música. He empezado a ir al gimnasio y me he vuelto insmone. Quiero pensar que de todo ello he aprendido, y he dado buena cuenta de algunas cosas en el blog. 

Durante una temporada, al principio, hubo muchas visitas y comentarios, incluso buenos diálogos, lo cual me permitió llegar a conocer físicamente a algunos de ellos y mantener algo de contacto. Por fortuna, ha habido poca agresividad en los comentarios y ha predominado el buen talante, aunque algunos trolls se han colado. Incluso hubo ocasiones en las que, si comentaba algo sobre una película o música, sus intérpretes se dejaron caer y me dedicaron alguna palabra, lo cual fue toda una sorpresa y una alegría. 

Algo que me ha ocurrido en estos años es que hay más serenidad, que de forma paradójica veo con ansiedad, ya que las cosas no me movilizan como antes, la intensidad es otra y todo se ve de forma distinta, con la perspectiva de los años que se van acumulando bajo los pies y sepultan poco a poco la fuerza de la juventud, que ya va quedando atrás. Quizás por eso es por lo que he ido dejando de escribir. Me gustaría hacerlo más, obligarme a ello, pero hay muchas distracciones, y mi afición creciente a la procrastinación me lo impide. Me da pereza ponerme ante el teclado (por desgracia, el blog no es lo único que desatiendo), pero eso no quita que a veces me dé el punto y escriba algunas cosas, incluso que encadene varias entradas si el impulso es fuerte. Sé que Internet se mueve rápido, los blogs ya no están tan de moda, y que ya casi nadie lee esto (sólo l@s más fieles), y que mi decreciente actividad no ayuda, pero el blog es como ese bar al que has ido muchas veces y en el que tan bien te lo has pasado, al que ya no vas casi nunca, pero que cuando lo haces lo disfrutas con nostalgia. Así que un brindis por el blog y por otros diez años.